Capítulo 39. Maya.

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Amarro mi lengua con todos los nudos posibles para no gritarle a Steve, o eso trato antes de que mi mal genio salga a flote y decida mandarlo al infierno. Mi boca se abre y un muy sincero y explícito «¡Eres el peor entrenador del mundo!» sale de mi boca; ni siquiera me da tiempo de arrepentirme al gritarle eso mientras pateo como una niña mimada una de las colchonetas.

No hay nada que enfurezca más a una mujer que un hombre idiota, pero si es un hombre idiota, atractivo y que se ríe ante tu arrebato de ira, tienes todo el permiso para matarlo.

¿Cuál sería la sentencia por matar a Steve Rogers? No lo sé, pero estoy a un apuñalamiento de averiguarlo.

—¡Deja de reírte! —le ordeno furiosa al ver que sigue riéndose por mi mala actitud. Esta es la primera vez que entreno de verdad con Steve, y ya estoy extrañando la brusquedad y salvajismo de Bucky.

—Lo siento... Es solo que te ves tan atractiva estando molesta —dice entre risas.

Y... eso me molesta más.

Empuño bien la daga que estoy agarrando y se la tiro con un movimiento fluido de muñeca. Esta se clava a cinco centímetros más arriba de la cabeza de Steve, quien se calla y me ve con ojos muy abiertos. —No digas que soy atractiva cuando estoy molesta, Rogers. Eso me molesta más —gruño.

—Recuérdame guardar las dagas, cuchillos y cualquier objeto que puedas usar para dañarme —me dice y se gira para ver la daga clavada profundamente—. Por otro lado, buen tiro. Ya veo que aprendiste algo con Bucky.

—Si sigues siendo un fastidio, te enseñaré qué tan buena soy con el arco y flecha... usando tu lindo pecho como blanco —amenazo.

—Mejor me ahorro el comentario de qué tan atractiva te ves amenazándome —dice Steve.

Cierro mis manos en puños y decido que el entrenamiento se ha acabado. Camino hacia la entrada que ahora será mi salida con la obvia intención de irme, aunque no es tan obvia ya que Steve me pregunta qué estoy haciendo.

—Voy a revisar el pasillo —digo sarcásticamente.

Steve me agarra de la cintura por detrás y me pega a su cuerpo, inmovilizándome. Besa mi cuello suavemente y me abraza con más fuerza cuando trato de escaparme.

—Has estado muy tensa últimamente. Dime qué  pasa... —dice suavemente.

Niego mentalmente, no planeo decirle nada.

Como si supiera mi negativa, comienza a depositar besos por mi cuello y yo como buena gelatina que soy, ladeo mi cabeza para que me bese a su gusto. ¿Cómo es posible que bese tan bien si casi no ha tenido práctica? Si es así sin práctica, no me quiero ni imaginar cómo sería con práctica.

Muerdo mi labio inferior y dejo que me gire aún besando mi cuello. Nueva debilidad: besos en el cuello de parte de Steve. Suspiro y llevo una mano a su nuca para animarlo a seguir.

—Estamos en esto juntos, ¿qué te tiene tan molesta con todo el mundo? —pregunta entre besos.

—Papá sigue insistiendo en que sea la Directora de  SHIELD —le digo finalmente. Sus besos pausados se detienen y sus ojos se encuentran con los míos, su ceño está ligeramente fruncido.

—¿Eso te molesta?

—Quiero preocuparme solamente por nuestra boda y por entrenar... Papá insistiendo en hacerme la Directora me estresa —digo.

—Voy a hablar con él —dice con resolución.

—¿En serio? —pregunto, sorprendida.

—Sí. Si algo molesta a mi mujer, voy y lo soluciono —dice y me abraza de la cintura. 

Fury Avenger (Trilogía completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora