Capítulo 18. Naylee

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Ya había mentido antes en mi vida, no soy ninguna santa (mucho menos con mi mal carácter y lengua afilada) pero de alguna forma, el mentirle a Brynjar —el decirle que no me interesa y que no tiene nada de especial— ha sido una de las mentiras más dolorosas que he tenido que decir.

Y, sobre esas mentiras, lo más doloroso fue el tener que ver el dolor en sus ojos cálidos cuando me alejé. Me dio la impresión de que ya le habían dicho eso, y que mis palabras le cayeron como una bomba nuclear. A mí también me han caído como una bomba.

Puede que él sea un poco fastidioso, pero es dulce, inteligente y que me parta un rayo si digo que no me siento atraída hacia él. Sin embargo, por más que él me guste, no puedo permitirme estar cerca de él en este momento apocalíptico. No cuando todo lo que amo parece estar a punto de morir.

Me encierro en mi habitación y me tiro en la cama, sintiendo cómo mi garganta arde por las lágrimas que quiero derramar. Un grito de impotencia se forma en mi pecho, y tengo unas ganas horrendas de romper cualquier cosa. Incluyendo mi cara.

Formo una esfera de titanio y la lanzo hacia el techo, la recibo y la vuelvo a lanzar.

Un sonido de succión llama mi atención, y veo hacia la ventana.

—¡Mierda! —grito y la esfera de titanio cae a un lado de mi cabeza. Me siento y veo, molesta y sorprendida, a Norrin—. ¡¿Qué haces aquí?!

—Sentí altos niveles de tristeza e impotencia por medio de nuestro vínculo —responde y camina hacia la cama—. Por eso estoy aquí.

—No quiero compañía —digo de mal humor. Me dejo caer de nuevo.

—Y yo no quiero sentir tu tristeza —dice y se sienta a mi lado—. ¿Qué ha sucedido?

—Nada que te importe, Norrin —digo, viendo el techo.

—Si involucra mi estado anímico, sí que me importa —insiste.

Mierda. La persona que quisiera que me dé apoyo, que me diga que todo va a estar bien, es la persona a la que acabo de patearle el trasero. Maldita ironía, si te llego a conocer, te mataré.

—No pasa nada, en serio —digo, aunque ni yo me la creo—. Todo está en orden.

—¿Sí sabes que puedo sentir que mientes, verdad?

—¿Por el vínculo?

—Porque eres una pésima mentirosa. Y porque puedo leer la mente —dice y toca con su dedo mi pierna—. Habla o tendré que meterme en tu cerebro para ver qué pasa, y te va a doler.

—No importa. Merezco ese dolor —gruño.

Norrin suspira y se queda callado por cinco gloriosos segundos.

—Vi a Brynjar cuando venía para acá —habla—, se veía... devastado. Y tú te sientes así. Supongo que algo ha pasado con su romance.

—No era un romance —digo.

—Entonces... ¿Qué era? ¿Y porqué terminó?

Suspiro y me siento. —No sé cómo explicarlo.

—Hay muchas cosas que no se pueden explicar, Naylee, pero de alguna forma, son muy sencillas de entender —dice con suavidad. Sus ojos azul extraño me ven fijamente.

—¿Te comiste un libro de Sócrates o una mierda del estilo filósofo? —pregunto.

Sonríe tenuemente. —No. No lo hice.

—Entonces deja de hablar como un filósofo —espeto.

—¿Me dirás lo que pasa?

Me apoyo en el cabezal de la cama y cruzo mis piernas por los tobillos.

Fury Avenger (Trilogía completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora