Fury Avenger (Trilogía completa)

Capítulo 47. Lya

Cierro mis ojos con fuerza ante el cosquilleo en mi cabeza y cuento. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco...

El aire a mi alrededor cambia y abro mis ojos. Estoy en ese mundo extraño, otra vez. No comprendo porqué estoy aquí. Observo el lugar en el que me encuentro. Hay casas muy lindas, de una planta y blancas; personas con vestimentas blancas caminan por el prado sin fin; incluso veo unos cuántos pájaros volar y cantar por ahí. Este lugar podría ser calificado como el cielo o algo así, de no ser porque estoy completamente segura de que este no es el cielo.

—¿Natalya? ¿Qué haces aquí? —me pregunta la voz femenina y acentuada de Peggy Carter.

Me giro y me encojo de hombros. —No lo sé. Tuve este cosquilleo en mi cerebro y ahora estoy aquí. ¿Por qué?

Peggy me ve con preocupación. Luego, su expresión cambia por completo a una alegre. —¡Ven conmigo! Conozco a alguien que de seguro te va a ayudar.

Me agarra de la mano y comenzamos a caminar hacia la derecha. Su mano existe y a la vez no. Es extraño. Pero me da paz; Peggy me agrada.

—¿Qué es este lugar? —pregunto, maravillada por la paz que hay.

—El Mundo Gema. Este lugar es al que vienen todas las almas recolectadas por la Gema-Alma, hace que sean buenas. Todos vivimos aquí en paz y a salvo de las garras de La Muerte.

—¿La Muerte? —pregunto.

—Es la mayor deidad. Es una mujer que está hambrienta de almas y poder. Por más almas que posea, más poder tiene. Hace poco, perdió una alma. La de tu amigo Wade Wilson. Está furiosa, por cierto. De seguro hará algo para afectar al universo —explica—. Las personas cuya alma no son tomadas por la Gema, van a las manos de La Muerte.

—¿Hay algún príncipe o presidente aquí? —pregunto.

—Tenemos un líder, sí.

—¿Puedo hablar con él? —pregunto. Peggy me ve con curiosidad—. Tal vez él sepa porqué estoy aquí.

—No. Él no lo sabe. Te llevaré con alguien que sí sabe lo que te pasa, y que te ayudará a controlar tu poder —me dice. Señala una casa de una planta sin número en la puerta—. Esta es la casa de nuestro... brujo.

Nos acercamos y ella golpea la puerta suavemente. La puerta se abre sola. Entramos a la casa iluminada y veo alrededor. Los muebles son antiguos, con un toque un poco misterioso; hay candelabros, espejos y lo que parece ser una armadura muy antigua.

—Creí que nunca ibas a venir, niña —dice una voz familiar. Me sobresalto y veo a Stephen Strange frente a mí, usando su ropa formal y majestuosa.

—¡¿Estás muerto?! —chillo, asustada.

—No. En realidad, mi cuerpo está en la Tierra, pero mi alma esta aquí para ayudarte. Me estoy recuperando por el daño que tu poder me ha hecho. —Me da una sonrisa suave.

—¿Qué daño te hice? —pregunto.

—No es necesario que lo sepas, niña. Estás aquí para controlar bien tu poder —dice, me agarra de la mano y me hace sentar en una silla alta. Se pone frente a mí. Busco con la mirada a Peggy; está sentada en una silla sirviéndose té—. Vamos a ver... Déjame ver... Tengo que desbloquear este poder tuyo para que lo puedas controlar. ¿Me dejas hurgar en tu cerebro?

—La última vez que lo hiciste, morí —digo, escéptica.

—Lo sé, lo siento.

—¿No hay alguna otra forma para desbloquear ese poder? —pregunta Peggy.

—No realmente, querida.

Suspiro. —Está bien. Pero si me muero, te juro que te acosaré hasta que te vuelvas loco —advierto.