Fury Avenger (Trilogía completa)

Capítulo 27. Naylee.

Me obligo a no llorar. Formo de nuevo, ladrillo por ladrillo, el muro que cayó cuando dejé que Brynjar entrara a mi corazón. Recubro ese muro con una valla eléctrica para mantener a todo el mundo lejos, y empujo las lágrimas lejos de mis ojos.

No voy a llorar.

Ya he llorado demasiado en estos días. Lloré la muerte de mi abuelo y luego la de mi mejor amiga; esos son los únicos motivos verdaderos por los que vale la pena llorar —no por un tipo que me ha roto el corazón.

El amor es una mierda.

Sostengo el control entre mis manos temblorosas por las emociones dentro de mí y tomo una respiración profunda. Él no vale la pena.

Presiono varios botones del control y la habitación cambia a ser la casa en Brooklyn, la sala de estar está iluminada por el sol, y me puedo imaginar el olor de galletas hechas por mamá y la pizza casera preparada por papá.

El sentimiento de nostalgia invade mis sentidos, y esta vez mis ojos se llenan de lágrimas de anhelo. Desearía poder estar en Brooklyn, leyendo al lado de mamá o comiéndome los ingredientes para la cena hecha por papá.

Desearía tener posesión de la Gema-Tiempo para poder regresar a lo que antes era.

—¿Extrañas mucho la casa? —me pregunta una voz amable y familiar. Me giro para ver a Maggie apoyada en la pared.

—Sí... Lo hago. Como no tienes idea —confieso.

La pelirroja me da una sonrisa triste y ve alrededor. —Ese ha sido el hogar del inicio de buenas y duraderas relaciones —dice.

—Sí, supongo que lo ha sido... —digo y suspiro.

La esposa de mi hermano se acerca más. La observo con atención, notando su cabello naranja y blanco y ojos de distinto color que arden como gemas; también noto que está vestida de forma formal y femenina. Ella es la mujer perfecta para mi hermano con problemas de idiotez.

—Esto no va a ser para siempre, Naylee —me dice con gentileza—. Vas a regresar a Brooklyn pronto.

—¿Cómo estás segura de eso? ¿Qué si todos morimos? —pregunto.

—Bueno, si ese es el caso... —dice y mete sus manos delicadas en los bolsillos de su pantalón formal—, me alegro que Grant no se haya dado cuenta que rompí su computadora.

Me atraganto con mi risa. —¿Cómo es eso?

—Tuve un ataque de ira —se excusa—, tenía hambre y la estúpida computadora no me dejaba acceder a mi cuenta de Netflix.

Niego con la cabeza, aún sonriendo, y veo de nuevo el lugar.

—¿Alguna vez le rompiste el corazón a mi hermano? —le pregunto.

Maggie (cuyo apodo dado por mi hermano me es terminantemente prohibido) parece recordar lo que sea que hace que baje la mirada, un poco desanimada.

—Sí... Hace muchos años, cuando tenía tu edad.

—¿Y él te lo rompió a ti? —pregunto.

Se ríe con amargura. —Sí. Cuando no sabíamos que Kate es Hela, ella fue secuestrada, y nosotros tuvimos una crisis amorosa muy... intensa. Su prioridad era Kate y yo no formaba parte de su plan de rescate —dice y sacude una mano para alejar el recuerdo—. ¿Por qué la pregunta?

Niego con la cabeza y presiono el botón para acabar la ilusión. Dejo el control donde estaba y camino hacia la puerta, teniendo la urgencia de salir de esta habitación. Siento la mirada inquisitiva de mi cuñada sobre mi espalda.