Capítulo 54. Steve.

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Me esfuerzo demasiado para no romper todo. La ira que siento en este momento es tal, que podría destruir a Hitler, Schmidt, Zola y Rumlow con facilidad.

¿Cómo es posible que hayan hecho esto una ley? Es inaceptable. Es como si aceptaran que los asesinos salgan impunes de sus crímenes.

He luchado por años contra la injusticia, y ahora tendré que enfrentarme a mi país.

Apenas soy consciente de la despedida de Wanda y Visión. Mi cabeza está dando vueltas mientras fulmino con la mirada la pantalla ahora apagada del televisor. Apenas soy consciente de mi esposa sentándose a mi lado con la cabeza gacha y semblante preocupado.

—Esto es malditamente irónico —digo de repente—. Yo cazaba a los malos para el Gobierno y ahora ellos me van a cazar a mi. La vida es una perra.

Maya se queda en un silencio insondable. ¿En qué estará pensando? Puedo decir con certeza que conozco a mi esposa, pero en este momento me es imposible adivinar o tener una pista de lo que esté pensando.

—Tengo la impresión que no fue una buena idea dejar que Visión entrara —dice finalmente.

No esperaba que dijera eso.

—¿A qué te refieres con eso? —le pregunto.

—Visión es una creación de Tony. Y Tony está del lado del Gobierno. ¿Qué si..., qué si Visión y Wanda fueron enviados para saber en dónde estábamos para así poder ser arrestados? Ya saben que estamos en Connecticut.

Cierro mis ojos y llevo mis manos a mi cabeza. Maya tiene razón. Mierda.

Me levanto de la cama y abro los ojos. —Empezaré a empacar —digo.

—No. ¿Por qué vamos a irnos? Puede que mi paranoia sea solo eso: paranoia. Además —se pone en pie y queda frente a mi—, ¿no te cansas de siempre huir?

—No es lo que más amo.

—No voy a irme, Steve. Podemos hacer algo desde aquí, movernos por distintos lugares, aliándonos a Súper Humanos que se niegan a registrarse. Es hora de pelear —dice con firmeza.

—¿Qué propones? —le pregunto sospechosamente.

—Yo... —lleva su mano a la boca y el sonido de náuseas hace que se doble a la mitad. Sale corriendo al baño y la escucho vomitar. Me apresuro en entrar al baño y la encuentro con la cabeza metida en el inodoro y de rodillas; agarro su cabello con una mano y acaricio su espalda con la otra, preocupado por su estado tan inesperado.

Maya sigue vomitando hasta que queda débil por la pérdida de energía. Bajo la tapa del inodoro y halo la cadena mientras mi esposa se pone lentamente de pie y se apoya en el mueble del lavamanos.

—¿Te sientes bien? —le pregunto, preocupado.

Ella mantiene sus ojos cerrados y niega con la cabeza. —Qué asco.

Se inclina en el lavabo y escupe un poco, tosiendo por el asco. Tiene arcadas de nuevo pero no vomita aunque parece a punto de hacerlo. Diez minutos después, Maya comienza a lavarse los dientes conservando la mueca de asco en su lindo rostro que tanto amo, y deja que me mantenga a su lado aunque sé que odia que la haya visto vomitar tan profusamente.

—¿Te sientes bien? Porque si no es así, puedo llevarte a la farmacia... —le digo.

Ella niega con la cabeza y seca su boca con la toalla. —Ya me siento un poco mejor. Supongo que comer tantos burritos no alegró mi estómago —dice, tratando de aligerar el ambiente.

La sigo fuera del baño y se acuesta cuidadosamente en la cama, como si temiera hacer un movimiento brusco con su estómago sensible. Apago las luces y cierro bien la habitación antes de acostarme a su lado y ver su rostro inquieto.

Fury Avenger (Trilogía completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora