Fury Avenger (Trilogía completa)

Capítulo 25. Maya.

Corro rápidamente hacia el laboratorio de Bruce. Se me ha hecho tarde para nuestro entrenamiento y odio llegar tarde. Incluso Bruce. Él odia la impuntualidad con salvajismo, puede que el tipo sea el más pacífico del mundo, pero también es Hulk.

Después del día del ataque sorpresa de Hydra, hace aproximadamente dos semanas, fui a buscar a Bruce para pedirle ayuda; él había aceptado sin dudar, y ese mismo día me enseñó lo que necesitaba saber sobre la psicología, biología y química y cómo los tres factores afectaron mi sistema inmunológico –haciendo que mi piel se endureciera ante el peligro.

Entro al laboratorio justo cuando Bruce revisa su reloj.

—¡Lo siento! —Exclamo, deteniendo suavemente mi carrera.

Bruce me ve con el ceño fruncido. —Llegaste tarde.

—Lo sé. Lo sé. Steve se fue a una misión ahora muy temprano y me dormí después de despedirlo.

—Cierto, cierto. No creo que haya sido una buena idea enviar a Sam y Clint en la misión. Son como Steve y Tony.

Asiento y tomo aire profundamente. —¿Qué haremos hoy? ¿Manipulación? ¿Levitación? ¿Reseñas de libros? Me he terminado Delirium y te lo recomiendo.

Bruce sonríe y deja un tubo de ensayo en el escritorio. —Por más tentador que suene eso, no. Vamos a probar con objetos metálicos.

—¿Que no habíamos hecho eso hace una semana?

—Sí. Y dado al resultado tan desastroso, vamos a reintentarlo —resume.

La semana pasada habíamos ido a uno de los pisos de la Torre, un piso especializado en el metal y sus átomos. En resumen, terminé destruyendo prácticamente todo el laboratorio y Tony se molestó tanto con nosotros, que nos prohibió la entrada a cualquiera de sus laboratorios. Pero su molestia se enfocó en mí y no me habló sino hasta cuando se enteró que yo, por venganza, alteré el formato de Jarvis Recargado, y en vez de decirle "Sr. Stark" le decía "Sr. Grey". Nunca antes me había reído tanto. Jarvis, prepara mi helicóptero. Sí señor Grey. Jarvis, llama a Potts. Sí, señor Grey. ¡Jarvis, despeja mi agenda! ¿Tiene ganas de ir al cuarto rojo, Sr. Grey?

Lo más divertido es que Tony odia a Christian Grey. Dice que nadie debería ser más famoso que el gran Iron Man.

—¿Con qué vamos a practicar? —pregunto, y, como si lo hubiese invocado, el mismísimo Anthony Stark entra al laboratorio.

—¿Vine tarde? Por supuesto que no, siempre llego a tiempo —dice empujando una base con algo cubierto por una gran cortina negra—. Buenos días Bipolar, Metálica.

—¿Qué tienes ahí? —pregunto, acercándome con curiosidad.

—Uno de mis trajes. Resulta que no me gusta como quedó, así que lo donaré a la ciencia —responde y quita la cortina imitando a un mago carente de dinero.

Es asombroso.

El pecho del traje de metal tiene un triángulo invertido en el centro y está encendido. Al igual que la luz en los ojos. Se ve muy grande e intimidante.

Y puedo sentir el titanio.

—Pero vamos a ir a la sala de entrenamiento —dice Bruce.

Bajamos a la sala de entrenamiento. En todo el camino, Tony me explicó todo sobre el traje –el M85, y me habló de cómo nació Iron Man. Ya sabía, pero me quedé en silencio para no matarle la felicidad.