Fury Avenger (Trilogía completa)

Capítulo 27. Steve.

Caigo de rodillas, justo cuando mi corazón se fragmenta y se desprende en miles de pedazos. Las lágrimas caen de forma pesada por mis mejillas mientras veo una luz que se aleja rápidamente hacia un lugar lejos de nosotros. Mis hombros caen. Mi corazón se rompe. Mi mundo se acaba.

—¡Verónica, el Mark 29! —Grita Tony a mis espaldas.

Escucho susurros sorprendidos, llenos de tristeza y confusión. ¿Cómo es posible que se haya ido tan rápidamente? Hace unas horas, en la misión, pensaba en pedirle que se casara conmigo antes de tiempo, en proponerle que nos fuéramos a Brooklyn de nuevo y yo renunciaría a ser un Vengador para ser un Consultor de la Iniciativa. Incluso llegué a pensar en decirle a Nick lo que tenía planeado hacer.

Y justo cuando creí que las cosas estaban mal, empeoraron.

Maya se enteró de el GH, se enteró de que lo supe todo este tiempo y se fue. Creo que lo nuestro se ha acabado.

Veo a Tony, convertido en Iron Man y este sale en la misma dirección que Maya tomó.

Va detrás de mi corazón.

Pasan lo que parecen ser horas. O tal vez sean minutos.

—Steve, amigo. Está haciendo mucho frío y ya es muy tarde, ¿qué tal si entramos? —Me pregunta Pietro con amabilidad y poniendo una mano en mi hombro derecho.

Parpadeo lentamente y separo mis ojos del punto por donde Maya se ha ido. Muevo mi cabeza para ver alrededor y notar que solamente estamos Pietro y yo. Me percato del dolor en mis rodillas y me levanto lenta y cuidadosamente.

—¿Y el resto? —Pregunto, arrastrando mis palabras.

—Probablemente durmiendo. Bucky y Sam se fueron a buscar hace unas horas —me ayuda a recuperar mi equilibrio cuando me balanceo como un ebrio—, y Tony aún no regresa. ¿Estás bien?

—¿Qué hora es?

—Dos de la mañana —responde.

Caminamos hacia el ascensor, o mejor dicho, Pietro camina y yo arrastro mis pies. Me siento como una clase de zombie, un zombie con el corazón roto y ojos rojos e hinchados de tanto llorar.

Pietro mantiene un agarre firme en mi brazo y el silencio es lo que nos habla.

Nunca antes me había sentido así. Había escuchado una vez a Bucky decir que el corazón roto es como cuando te cortas con un vidrio en llamas: es espantoso; también habían mencionado que el corazón roto es el peor de los males, y que puedes morir por el. Así me siento. Siento que me voy a morir. Estoy con un pie en la tierra y otro en donde sea que vaya a pasar mi eternidad, eso en realidad no me importa, solo quiero a Maya de vuelta.

Me apoyo en la pared de cristal y veo que Pietro está igual de desanimado. En los meses que llevo de conocerlo, siempre lo había visto como un muchacho joven, arrogante y arriesgado, no como un chico desanimado y de aspecto ojeroso.

—¿Estás bien? —Le pregunto.

Pietro se ríe sin humor y niega con la cabeza. —Estás peor que yo y me preguntas si estoy bien... Maya es mi amiga, es la única chica que quiero igual que a mi hermana. Y no, no estoy bien —responde con brusquedad.

Frunzo el ceño y veo al techo del ascensor, la luz blanca nos ilumina intermitentemente. Y se me ocurre algo. —¿Te gusta Maya?

Pietro se sonroja furiosamente y baja la cabeza.

—Te gusta Maya —afirmo y niego con la cabeza—. Debí saberlo antes, después de todo, ustedes dos estuvieron más tiempo juntos que nosotros dos.