Capítulo 55. Maya.

1.7K 106 79
                                    

Estar embarazada en esta situación no es lo mejor del mundo, pero al menos sé que pelearé por dos cosas. Uno: por el respeto a mis derechos. Dos: por el futuro de mi bebé. No quiero que mi bebé crezca en un lugar donde tenga que ver guerras entre Pros y Contra Registro solo porque no pudimos librar esa batalla antes de que naciera.

A pesar de la molestia que tengo por las palabras de Stark hacia nosotros en televisión nacional, me siento feliz de saber que esta ofensa pública, la amenaza a la esposa de el Capitán América (uno de los héroes más amados del mundo) hará que muchos Súper Humanos se unan a nuestro bando.

Así que, gracias Stark. Tu idiotez ha hecho que tengamos nuevos aliados.

Además de pensar en hacer nuevos aliados, también tengo que pensar en cómo batallar sin tener un aborto y en cómo mantener a mi nuevo huésped en mi útero.

Steve camina por toda la habitación, impaciente, mientras pienso en qué hacer al respecto. Puedo endurecer mi abdomen, pero el bebé no está sujeto a él; puedo endurecer todo mi interior, pero lo puedo matar.

Recuerdo que una vez, en la clase de biología, habíamos visto las etapas del embarazo. En los primeros meses, como el bebé apenas es un cigoto, está unido al cuerpo de su madre por una clase de hilo que se puede reventar por cualquier movimiento brusco y provocaría un aborto instantáneo. Cierro mis ojos y me concentro en imaginarme al pequeño humano siendo sujetado por un hilo. Llevo mi mano a mi vientre y me concentro aún más en eso. Comienzo a endurecer el hilo que sostiene a la pequeña criatura formándose en mi interior, y refuerzo el agarre con otros dos hilos que se desvanecerán en cuanto el bebé esté más formado.
Puedo sentir el hierro en mi interior y cómo protege todo.

—Creo que ya—-le digo, abriendo los ojos.

—¿Segura? —me pregunta Steve, un poco inseguro.

—Vamos a ver... —digo y comienzo a saltar. Nada se mueve y nada duele—. El bebé sigue sujetado.

—Bien. Bien —dice y pasa una mano por su cabello rubio y desordenado. Se acerca a mí y pone sus manos en mi cintura—. No quiero que hagas esto, pero sé que quieres formar parte de esto... Y por más que lo quiera negar, tu ayuda me será muy necesaria ahí afuera.

Pongo mis manos en sus brazos tensos y lo acerco más a mí. —Es bueno saberlo.

Steve me da una sonrisa ladeada y besa mis labios. El beso es dulce, lento, incluso puede ser uno inocente. Me separo lentamente y aparto un mechón de cabello que cae sobre su ojo.

—Deberíamos buscar aliados —digo.

La puerta de la habitación suena con dos golpes rápidos. Es bien entrada la noche (aproximadamente las diez) y el recibir visitas a esta hora no es algo que me dé una buena sensación.

Como si pensara lo mismo que yo, Steve agarra una daga que tenía oculta en el colchón de la cama y camina hacia la puerta, manteniendo la daga en su espalda. El titanio alrededor de mi cintura comienza a deslizarse hacia afuera, hasta que tengo el titanio rodeando mi brazo derecho.

Mi esposo abre la puerta de golpe, y la alarma se destruye cuando vemos a Nat, Bucky, Wanda, Sam, Itzel, Clint y Riley. Todos nos sonríen alegremente, o mejor dicho, falsamente alegres.

—¿Qué hacen ustedes aquí? —pregunta Steve, confundido.

—Supusimos que necesitarían apoyo —responde Sam.

Veo a Steve y luego a nuestros amigos. Nos quedamos en silencio un buen rato hasta que Itzel habla—: ¿No nos van a dejar pasar?

Steve se hace a un lado, un poco aturdido, y nuestros amigos entran rápidamente. La puerta se cierra con un clic suave y un silencio un poco incómodo llena la habitación.

Fury Avenger (Trilogía completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora