Capítulo 35. Maya.

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Observo el anillo embelesada. Si muevo ligeramente el dedo hacia la derecha, el diamante va a brillar con un amarillo azulado, pero si lo muevo a la izquierda, cambia a un rojo pálido. Me recuerda a unos aretes que tenía, cambiaban de color dependiendo de el ángulo de luz, en veces eran morados, verdes, celestes, amarillos o azules, eran de una piedra rusa muy cara y hermosa. Swarovski, creo.

El aro de oro tiene piedritas pequeñas. Estas brillan con el sol que entra por la ventana de la habitación. Sonrío cuando levanto la vista y veo destellos en la pared, podría encandilar a una ciudad entera con este anillo y así robarme todos los libros que quiera.

La puerta del baño de la habitación se abre y escucho a Steve –mi futuro esposo– salir de este y caminar por la habitación. —¿Vamos a desayunar aquí o bajaremos a dar la noticia? —me pregunta.

Me giro, mi cabello húmedo golpea mis mejillas por el movimiento. Steve busca una camisa lisa qué ponerse, y veo su espalda ancha y musculosa moverse en cada movimiento; cuando encuentra la camisa, se gira hacia mí y veo su pecho (como regalo de bodas voy a regalarle un sostén deportivo) y abdomen. Se pone la camisa y entrecierra sus ojos azules en mi dirección.

—¿Quedarnos aquí? Prefiero no socializar —digo y veo el anillo de nuevo.

—Iremos abajo, entonces —puntualiza y lo vuelvo a ver. Frunzo el ceño y él se ríe—. Hace mucho que no desayuno con los chicos, me hacen falta.

—Espero que Sam no tenga un ataque de gases —digo y me levanto de la cama. Arreglo mi blusa de tirantes gruesos y busco mis Converse gris oscuro.

—Toma —me dice Steve, pasándome las tenis con una sonrisa suave. Le sonrío y me da un beso rápido en los labios y me ayuda a ponerme el calzado.

—Gracias, novio.

—De nada, novia.

Nos reímos estúpidamente y lo abrazo por el cuello. Sus brazos rodean mi cintura y sus ojos brillan.

—No puedo creer que vaya a casarme contigo —confieso y juego con su cabello corto.

Steve besa mis mejillas y suspira, satisfecho. —Todavía no me creo que hayas aceptado casarte conmigo —dice y se mueve de izquierda a derecha, conmigo entre sus brazos.

—¿Cómo crees que se lo tomarán? —le pregunto, de puntillas y abrazándolo con fuerza. Steve suspira y besa mi frente.

—Algo me dice que Nat se va a emocionar mucho, desde que me conoció a insistido en que salga con alguien, y que ahora me vaya a casar con una chica que ella aprecia va a ser algo que la volverá loca. Bucky de seguro se alegrará. Sam también. Uhm... —le da un beso casto a mis labios y agarra una postura pensativa—, Tony probablemente se va a volver todo feliz y bromista...

—¿Y papá? ¿Cómo crees que reaccione? —le pregunto, un poco asustada por la reacción de papá. Puede que esté molesta con él, bueno, molesta no —resentida, pero su opinión me importa.

Y me gustaría que él me entregara a Steve.

—Para saberlo, tendrás que hablarle, May —dice suavemente.

Suelto un suspiro y apoyo mi frente en su cuello, sabiendo que tiene razón. Extraño a papá, extraño hablarle y también que me dé miradas condescendientes. Es mi papá y lo amo aunque me haya hecho daño.

—¿Vamos a desayunar? —pregunto cuando tomo mi decisión.

—Mi estómago ruge más que Hulk —bromea Steve. Sonrío tenuemente y dejo que agarre mi cara entre sus manos grandes y observo cómo se inclina hacia mi y observa mis labios—. Ya no tengo tanta hambre.

Fury Avenger (Trilogía completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora