Capítulo 26. Maya.

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El aire abandona mis pulmones. James no puede ser el asesino de mi madre. Él estuvo presente en mi luto, me estuvo apoyando y dándome palabras de aliento; incluso me motivó para que fuera a poner la denuncia en la policía, quienes no llegaron a nada por falta de pruebas.

James estuvo apoyándome todo el tiempo en el que sufrí silenciosamente y me rogó para que no lo dejara. James no pudo ser el asesino de mi madre.

Niego con mi cabeza y mis ojos se llenan de lágrimas mientras me bajo a trompicones de la cama.

—Maya... —me dice Steve con suavidad.

Niego de nuevo, sintiendo cómo mis pulmones se cierran dolorosamente. Las lágrimas caen libremente por mis mejillas y me giro hacia Steve, quien se levanta lentamente. —Estás mintiendo —le acuso con voz temblorosa.

Steve me ve con tristeza y extiende sus brazos hacia mí. Sin dudarlo, me escondo en su pecho y sus brazos me rodean fuertemente. —Lamento habértelo dicho de esa forma, amor.

Sollozo y me mantengo en silencio. ¿Cómo es posible que el chico que amé por años fue el que asesinó a la mujer que me trajo al mundo? 

¿Cómo es posible que no crea que fue James quien lo hizo, si él trató de llevarme con Ultrón por segunda vez?

—¿Papá lo sabe? —Le pregunto con voz ahogada.

—Apenas vine de la misión fui a informarle lo sucedido —me dice y besa mi cabeza. Asiento y me aparto un poco—. Hey... Tranquila, haré que esa basura pague —me tranquiliza y seca mis mejillas con sus pulgares—. ¿Bien?

Asiento y dejo que bese mi frente con suavidad. Tomo aire profundamente y entierro mi nariz en el pecho del Capitán América, sus manos acarician mi espalda y cintura en círculos.

—Todo va a estar bien, amor. Lo prometo —me dice una y otra vez entre besos en mi cabeza y abrazos fuertes.

—¿Por qué James asesinó a mamá? —Pregunto cuando logro controlar mis sollozos.

—Fue una orden de Hydra para poder secuestrarte y que nadie te buscara —responde suavemente.

Me aferro a su cintura y apoyo mi mejilla derecha en su pecho y veo el reloj de pared anunciar que son las cinco y trece de la tarde. Cierro mis ojos por un segundo y no los abro más.

Despierto sola.

Busco a Steve con la mirada e incluso lo llamo varias veces, pero no responde. Me bajo de la cama, escuchando el silencio absoluto.

—¿Steve? —Llamo mientras mis pies descalzos se acomodan al frío del suelo. Busco mis Converse negras para no ponerme de nuevo las botas, me calzo y me pongo de pie. 

Acomodo mi vestido azul cielo y veo alrededor. La habitación está ligeramente iluminada por el atardecer, busco hora y son las siete y trece, dos horas exactas.

Salgo de la habitación y busco a Steve por todo el piso, pero no está en ningún lado. Salgo del piso y camino hacia el ascensor, ingreso en él y marco el piso hacia el gimnasio.

Ignoro eso y me enfoco en el hecho de que no veo a ninguno de los Vengadores en el trayecto al gimnasio. Después de confirmar que mi novio no está ahí, comienzo a preguntar si alguien lo ha visto a él o a alguno de los Vengadores, y todos los agentes me dicen que no. Extrañada por la ausencia de todos los Vengadores –incluyendo a mi padre– decido subir a la oficina de papá.

Un mal presentimiento se forma en mi corazón.

Salgo del ascensor y me encuentro con el largo pasillo hacia la oficina. Las puertas del elevador se cierran a mis espaldas. Veo la puerta negra permanecer cerrada y me aproximo silenciosamente hacia ella. Son veinticinco metros de distancia. Camino con paso tranquilo y silencioso hacia la puerta. Justo cuando me faltan cinco metros para llegar, escucho cómo varias personas están hablando en voz muy alta. 

Fury Avenger (Trilogía completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora