Capítulo 47 • También he cometido errores

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Al día siguiente, por petición de su novia. Draco trataba de enseñarle a tocar el piano, pero Isabella siempre confundía las notas de cada tecla y se la pasaron entre risas por su nula habilidad con ese mágico instrumento. Lo que significa que ha heredado eso de su padre en lugar de a su madre.

Pero no solamente era divertido tratar de aprender, también es muy romántico porque Draco estaba siendo muy dulce cuando tomaba su mano para que Isabella las acomode en las teclas.

Lo que hacía inevitable que Isabella se distraiga mirándolo con una sonrisa y pensando en que Draco es realmente muy bueno con las manos en todos lo sentidos. Además de que podía ser tanto tierno como rudo cuando quería y solo ella podía disfrutar de esos atributos aplicados en situaciones más íntimas, lo que es más que perfecto.

— ¿En qué piensas, preciosa? —le pregunta Draco.

— Te lo voy a decir —responde Isabella.

Sin dejar de sonreírle, es que Isabella se comunica con Draco como solamente ella podía. Logrando así, sacarle una radiante sonrisa a su novio y convenciéndolo de reforzar el hechizo silenciador de su habitación por la noche para convertirlo de una vez en uno permanente.

Dejando el tema atrás, aunque deseando que llegara la noche. Prefieren continuar con las clases de piano que seguían siendo inútiles porque era imposible que Isabella pueda tocar ese piano, así que solo Draco seguiría tocando para ella.

Pero en cuanto sus cartas de Hogwarts llegaron, fue Severus quien iba hasta donde ellos tocaban el piano para entregárselas y sonríe levemente cuando los ve tan felices.

— Isa, Draco —los llama Severus.

— ¿Sí, papá? —pregunta Isabella girando en el asiento para escucharlo atentamente.

— ¿Qué es eso, padrino? —le pregunta Draco haciendo lo mismo que Isabella.

— Sus cartas. Este año encontrarán un comunicado escrito por mi sobre su nueva responsabilidad, cualquier duda estaré en mi despacho —dijo Severus.

Después de entregarles los sobres, Severus se fue dejándolos solos mientras abren sus cartas. Contenían tres trozos de pergamino: Uno era la nota habitual que les recordaba que el curso iniciaba el primero de septiembre, en el otro estaban detallados los libros que necesitarían para el próximo curso y el último era una carta escrita por el propio Severus informándoles sobre su nuevo título de Prefectos y las obligaciones que tenían que cumplir de ahora en adelante.

— ¡Somos Prefectos! —exclama Isabella.

— Era de esperarse, nos lo merecemos —sonreía Draco.

— Mi padre me ha contado que mi madre fue Prefecta de Hufflepuff —dijo Isabella con nostalgia.

Isabella miraba su insignia que tenía una gran «P» superpuesta, mientras con la otra mano se aferraba a su collar.

Siempre estaré contigo • Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora