❝Te juro que te amaré por siempre❞
Los mejores amores empiezan como mejores amigos y ellos siempre han estado destinados a amarse. Pero aunque no quieran aceptar lo que sienten, no podrán cerrar su corazón a lo que no quieren sentir por mucho tiempo...
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Muy pocos conocían la casa de los Smith. Lucero Smith heredó esa casa cuando sus padres murieron de viruela de Dragón, por lo que desde sus trece años estuvo viviendo ahí junto a una tía durante mucho tiempo hasta que su tía también murió. Y para entonces, Lucero ya era mayor de edad y poco después se casó con Severus. Cuando Smith falleció se la heredó a su hija pero debido al trabajo de su padre, Isabella casi no estuvo en su niñez ahí porque estuvo viviendo la mayor parte del tiempo con los Malfoy. Hasta que entró a Durmstrang y se pasaba la mayor parte en la escuela.
Severus cuando no estaba su hija en esa mansión, preferia irse a su antigua casa. Sin su hija, ese lugar no era su hogar. Ya que se sentía muy solo en una casa tan grande y además le recordaba a su esposa.
Los tres llegaron a la elegante mansión, era muy grande. Pero no tan grande como la Mansión Malfoy, lo que es raro porque Isabella heredó una fortuna mucho más grande que la de los Malfoy.
— Hija, enseñale su dormitorio a Draco —le pide Severus.
— Sí, papá —dijo Isabella.
— Alejado del tuyo —aclaró Severus con severidad.
— Claro, papá —reía Isabella, como si eso pudiera impedir algo.
— Debo ir a la Mansión Malfoy, se quedarán aquí —avisa Severus.
— Pero, papá. El Señor Tenebroso está ahí —le dijo Isabella, preocupada.
— Sabes que debo hacerlo, hija —le dice Severus.
Entonces Isabella se acerca a su padre para abrazarlo, temía por la vida de su padre. Con Voldemort nunca se sabe, podía eliminar hasta a sus propios seguidores y sabía que su padre corría mucho peligro.
Isabella y su padre se miran mutuamente, tal vez no había de otra que contarle a Draco toda la verdad.
— Hablaremos de eso después. Pondré hechizos de protección afuera de la casa, estarán seguros aquí —les dice Severus.
— Papá, ¿cuándo volverás? —le pregunta Isabella.
— No lo sé, hija. Después de hablar con el Señor Tenebroso debo ir donde otra persona —respondió Severus.
— Entiendo, papá —dice Isabella, comprendiendo que se refería al profesor Dumbledore.
— Además prefiero estar lejos durante unos días, no voy a arriesgarme a que alguien descubra la ubicación de está casa. Estarán mucho más seguros solos, que conmigo aquí yendo y viniendo —explica Severus
