Capítulo 121 • Volver a Hogwarts

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Pasaron los días, había llegado el 1 de septiembre. Era triste volver a Hogwarts sin ser alumna. Pero teniendo a su padre como director y con todo lo que sucedía, no ser alumna le ahorraría muchos malos ratos. Isabella era excelente fingiendo pero ese curso en Hogwarts requería más que nunca ser alguien que no es y no estaba dispuesta a enfrentarlo.

Como era mejor no viajar en el tren, se aparecieron ahí. Las cosas habían cambiado y ya se podía aparecer dentro de Hogwarts.

Sabían que Voldemort y sus mortífagos iban a detener el tren, pensando que Harry Potter estaría ahí pero se equivocaban. Realmente lo subestimaban si creían que iba a asistir al colegio cuando tenía muchas cosas impotartes por hacer, además de tener que esconderse como si fuera un prófugo.

Isabella se había aparecido primero frente al castillo, segundos después Draco también apareció a su lado. Ambos observaron el castillo, luego se miraron y se tomaron de la mano.

Cuando entraron al castillo, parecía estar vacío pero era porque todos se encontraban en el Gran Comedor para el banquete de inicio de curso. Obviamente, ellos no entrarían. Querían pasar desapercibidos y que solamente sus amigos Slytherin los vieran. Pero tendrían que esperar a que terminara el banquete.

— ¿Vamos a la sala común? —preguntó Draco.

— Vamos a visitar a Dobby un momento —le dijo Isabella.

— Me parece bien —dijo Draco.

— En las cocinas podemos esperar a que todos los alumnos se vayan a sus salas comunes —decía Isabella.

— ¿Será que los elfos nos dan de cenar? —preguntó Draco.

— Draco, no hemos venido a cenar —le dijo Isabella.

— Sí, pero se me antojo el banquete que sirven aquí —insistía Draco.

Isabella sonrió negando con la cabeza, recordando que ella era la vicepresidenta de la P.E.D.D.O. y Hermione no aprobaría que le pidiera de cenar a los elfos.

Caminaron por los pasillos de castillo, algunos retratos los miraban curiosos pero no decían nada.

Fueron hacía un amplió corredor de piedra, brillantemente iluminado con antorchas y decorado con alegres pinturas, la mayoría bodegones.

Llegaron hasta la pintura del frutero gigante, Isabella alargó el índice y le hizo cosquillas a la enorme pera verde, que comenzó a retorcerse entre risitas y de repente se convirtió en un gran pomo verde. Draco lo accionó, abrió la puerta y le indicó a Isabella que entrara primero, luego él la siguió. 

Entraron a la sala enorme llena de montones de relucientes ollas de metal y sartenes colgados a lo largo de los muros de piedra.

Los elfos se veían tan ocupados que no habían notado la presencia de los jóvenes. Isabella buscaba a Dobby con la mirada pero no había rastro del pequeño elfo.

Siempre estaré contigo • Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora