Prólogo

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La vida de Severus Snape había sido muy dura desde niño. Como crecer en una familia llena de conflictos, con un padre muggle que peleaba constantemente con su madre bruja. Por lo que no le gustaba estar en casa y salía constantemente, lo que lo llevó a hacerse amigo de una linda niña pelirroja de la cual se enamoró profundamente. Pero esa niña durante muchos años solamente lo vio como un amigo. Aunque tal vez las cosas serian diferentes si no hubiese estado tan interesado en las Artes Oscuras y si no hubiera perdido su amistad debido a un gran error del que siempre se arrepentirá.

Pasaron los años, ahora su amada se había casado y ya no podía retroceder el tiempo. De manera que Severus decidió que la mejor forma de olvidarla era casándose también. Casarse con una mujer que siempre había tratado de entenderlo y que lo amaba incondicionalmente.

Esa mujer fue Lucero Smith.

Una bruja sangre pura que se enamoró de Severus desde el momento que lo conoció en su cuarto curso. Aunque Severus no había sido muy amistoso con ella al principio, ella aguantaba su mal genio por amor y no se rendía para conquistar el amargado corazón del Principe Mestizo, pese a que sabía que estaba ocupado.

Pero Severus nunca podría amarla como aún amaba a Lily Evans. Hacía todo lo que podía para corresponderla, pero sabía que no merecía el amor tan grande que Lucero Smith le había tenido en vida.
  
Y sí, el destino se la había arrebatado a ella también. Como si fuera un castigo por todos sus errores cometidos, Severus encontró a Lucero sin vida junto a la cuna de su hija.

No hubo rastros de quien la había asesinado.  

Ahora su esposa no estaba, pero sí estaba su hija. Quien era el vivo retrato de su madre y la única que podía sacarle una sonrisa a Severus Snape después de perder a los dos amores de su vida.

Severus iba a cuidar a su hija como su más grande tesoro porque eso era.

Isabella Lucero Snape Smith creció sin saber como era su madre porque a Severus le dolia hablar sobre ella pero le prometió hacerlo cuando esté más grande. Junto con muchas historias que ella tendría que saber para enfrentarse a lo que vendría.

La niña creció con su padre, quien a pesar de tener una desagradable personalidad con la mayoría de las personas a las que conocía. Con su hija era una persona diferente. Sus alumnos en Hogwarts no lo reconocerían si lo vieran jugando al escondite con su pequeña hija.

Definitivamente era un gran padre.

Aunque, Isabella también tenía una figura materna: Narcissa Malfoy. Una mujer elegante y hermosa que veía a la niña como su hija. Fue gran amiga de su madre desde muy niñas y es una mejor persona que la mayoría de sus familiares, debido a la influencia que tuvo de Lucero en su vida. 
  
— Cissy —dijo la pequeña Isabella.

— ¿Sí, mi niña? —preguntó Narcissa.

En ese momento, Narcissa peinaba delicadamente el largo y castaño cabello de la niña.

— ¿Conociste a mi madre Lucero?

Narcissa sentía algo romperse en su interior cuando escuchaba el nombre de quien fue su mejor amiga desde la niñez, hasta aquel día trágico del que aún se siente culpable. Pero no se lo diría a nadie, aún no estaba lista para enfrentar la verdad.

Pero Isabella, cada vez estaba más grande y empezaba a preguntar constantemente por su madre.

Cuando empiecen a hablarle sobre la mujer que la trajo al mundo, Isabella prometería ser amable y leal, en honor a la madre que no pudo conocer.

— Mi padre me dijo que me contaría sobre ella cuando crezca, ¿cuánto más debo crecer? —preguntó Isabella.
 
— Tienes que entender a tu padre, mi niña. Es difícil para Severus hablar sobre ella —dijo Narcissa dulcemente.

Siempre estaré contigo • Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora