Capítulo 59 • Arpía rosa

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Los alumnos de Slytherin y Gryffindor se encontraban en el salón de Pociones. Cuando el profesor Snape cerró la puerta de la mazmorra con un sonoro golpetazo, todos guardaron silencio de inmediato.

— Como ven, hoy tenemos una invitada —dijo Severus.

Señaló un oscuro rincón de la mazmorra y todos vieron a Umbridge sentada ahí, con las hojas de pergamino atrapadas con el sujetapapeles sobre las rodillas. Isabella rodó los ojos al igual que Draco y miró como sus amigos Gryffindor arqueban las cejas.

Volvió a mirar a su padre que no estaba nada cómodo con la presencia de Umbridge pero se limitó a seguir con la clase.

— Hoy vamos a continuar con la solución fortificante. Encontrarán sus mezclas como las dejaron en la última clase, si las prepararon correctamente deberían haber madurado durante el fin de semana. Las instrucciones —agitó su varita— están en la pizarra. Ya pueden empezar.

Umbridge pasó la primera hora de la clase tomando notas en su rincón. Isabella quería escuchar como interrogaba a su padre pero no iba a descuidar la poción que preparaba con Draco.

— El siguiente ingrediente es sangre de salamandra —le dijo Isabella.

— Entendido, preciosa —le dijo Draco.

Entonces Draco empezó a verter el contenido de la botella en el caldero.

Isabella siguió observando el rincón, Umbridge acababa de levantarse. Caminó dando zancadas entre dos hileras de pupitres hacia el profesor Snape, que estaba inclinado sobre el caldero de Dean Thomas.

— Bueno, parece que los alumnos están bastante adelantados para el curso en el que van —comentó Umbridge con brusquedad dirigiéndose a Severus que estaba de espaldas— Aunque no estoy segura de que sea conveniente enseñarles a preparar una poción como la solución fortificante. Creo que el Ministerio preferiría que fuera eliminada del programa.

Severus se enderezó lentamente y se volvió para mirarla. Tanto Isabella como Draco miraron atentamente la escena.  

— Dígame, ¿cuánto tiempo hace que enseña en Hogwarts? —le preguntó Umbridge con la pluma apoyada en el pergamino.

— Catorce años —respondió Severus.

La expresión que Severus tenía en su rostro era insondable.

— Usted fue el primer candidato para enseñar Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿no? —inquirió Umbridge

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— Usted fue el primer candidato para enseñar Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿no? —inquirió Umbridge.

— Sí —contestó Severus con serenidad.

— ¿ Y no le dieron el puesto? —le pregunta Umbridge. 

Severus torció el gesto y respondió:

— Es obvio.

Entonces Umbridge anotó algo en sus pergaminos.

— Y desde que entró en el colegio ha solicitado con regularidad el puesto de Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿verdad? —preguntó Umbridge.

— Sí —contestó Severus imperturbable, sin mover apenas los labios.

Severus parecia muy enfadado, mientras que Isabella estaba estremadamente molesta por lo que tuvo el impuso de levantarse para decirle un par de cosas a Umbridge. Pero fue detenida por Draco, que la detuvo tomándola con cuidado del brazo y poniendo su mano en la pierna de Isabella para calmarla. Su mano fue subiendo, con la excusa de que era para evitar que se levantara a hechizar a la arpía rosa. Mientras siguieron escuchando lo que Umbridge le decía al profesor Snape.

— ¿Tiene usted idea de por qué Dumbledore ha rechazado sistemáticamente su solicitud? —inquirió Umbridge.

— Eso debería preguntárselo a él —dijo Severus.

— Oh, lo haré —dijo Umbridge componiendo una dulce sonrisa.

— Aunque no veo qué importancia puede tener eso —añadió Severus a la vez que entrecerraba sus ojos negros.

— ¡Oh, ya lo creo que la tiene! —replicó Umbridge— Sí, el Ministerio quiere conocer a la perfección el... pasado de los profesores.

Y entonces se dio vuelta, fue hacía Pansy y empezó a interrogarla sobre las clases.

...

Más tarde, después de la última clase del día y de haber conversando un rato con los Gryffindor. Isabella y Draco volvieron a su sala común pero frente a la puerta de las mazmorras estaba Umbridge reprendiendo con su insoportable voz el comportamiento de Pansy y Astoria. 

— ¡Su comportamiento es inaceptable! —les decía Umbridge.

— ¡Vaya! Que conservadora es, profesora —le dijo Pansy.

Pansy miraba con gran odio a la arpía rosa, tanto que si pudiera matarla tan solo con su mirada. Umbridge ya estaría muerta y por como la miraba Pansy, lo estaba considerando. 

— No, querida. Lo que pasa es que su comportamiento es antinatural —dice Umbridge con malicia.

— ¿Por qué? —cuestiona Astoria.

Astoria tenía la voz quebrada por una mezcla de enojo y tristeza. Nunca había experimentado tanto odio e impotencia en su vida, pero no lo demostraba tanto.

— ¿Qué tiene de malo un beso? —cuestiona Pansy, furiosa.

— No vienen al colegio para eso. Un beso es inmoral y entre dos mujeres una aberración —atacó Umbridge.

Isabella, por el enojo estaba apunto de meterse en la situación pero Draco la tomó del brazo para que no lo hiciera. Eran sus amigas pero si trataban de hacer algo, castigarían a los cuatro. No se salvarían solo por ser de Slytherin.

Umbridge sonreía maliciosamente, mientras que Pansy realmente estaba odiando a esa vieja arpía.

— ¿Según quién? —inquirió Pansy.

— Según todo aquel con un poco de sentido común. Es un mal ejemplo para los más pequeños —sonreía Umbridge.

— ¿Desde cuándo le importan los más pequeños? —pregunta Pansy

— ¡No sea insolente, señorita Parkinson! —grita Umbridge con su voz chillona— No me oblique a castigarla.

— ¡No, profesora! —exclamó Astoria.

Astoria temía que Umbridge castigara a Pansy con sus métodos crueles, por lo que decidió que lo mejor era ceder.

— Ya no volverá a pasar, profesora Umbridge —continuó Astoria.

— Eso es lo que espero, no voy a permitir esa abominación en el colegio —le dice Umbridge.

Isabella cada vez odiaba más a esa mujer, realmente era una persona despreciable. Pansy se veía tan furiosa que parecía que en cualquier momento le lanzaría un maleficio a Umbridge, mientras que Astoria trataba de mantener la serenidad pero en sus ojos se podía ver que estaba afligida e indignada.

— Si siguen así irán camino a la perdición, espero que se curen de su enfermedad  —les dijo Umbridge.

Si más, Umbridge sonrió con esa arrogante y tonta sonrisa, para después darse media vuelta y alejarse. Pansy quiso ir tras de ella con su varita en la mano pero Astoria la detuvo y la abrazó.

— Chicas —les dijo Isabella acercándose.

— ¿Están bien? —les pregunta Draco.

— ¿Oyeron todo? —pregunta Pansy.

— No dejen que esa repugnante mujer con su discurso de odio y prejuicio las afecte —les dice Isabella.

Isabella se acercó a ambas chicas y las abrazó muy fuerte, no merecían nada de lo que les dijo esa vieja arpía rosa.

Siempre estaré contigo • Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora