❝Te juro que te amaré por siempre❞
Los mejores amores empiezan como mejores amigos y ellos siempre han estado destinados a amarse. Pero aunque no quieran aceptar lo que sienten, no podrán cerrar su corazón a lo que no quieren sentir por mucho tiempo...
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Cuando Isabella y Draco llegaron a Hogwarts era todo un caos. Los alumnos corrían apresurados sin siquiera reparar en su presencia. Debieron suponer que la llegada de Harry iba a causar un alboroto.
Pero al mirar a su alrededor, solo habían alumnos de Gryffindor, Hufflepuff y Ravenclaw. No había rastro de los Slytherin.
— No hay nadie de Slytherin —dijo Isabella.
— Eso es muy sospechoso —dijo Draco.
— Debemos preguntarle a alguien —propuso Isabella.
— ¿A quién? No van a confiar en nosotros —le dijo Draco.
— Ya sé quien sí —le dijo Isabella.
Isabella distinguió a su distraída y soñadora amiga a los lejos, mientras subía las escaleras. Corrió hacía ella para alcanzarla y Draco la siguió.
— ¡Luna! —la llamó Isabella.
Luna se había detenido al escuchar su voz y cuando la vio, le sonrió.
— Que bueno verte, Isa. A ti también, Draco —les dijo Luna.
— Bueno... igualmente —le dijo Draco.
— Luna, ¿sabes dónde están los Slytherin? —preguntó Isabella.
— La profesora McGonagall mandó a los Slytherin al calabozo —contó Luna.
— ¿Cómo? —preguntó Draco.
— Es una larga historia y supongo que Parkinson tiene su propio punto de vista pero será mejor que ella se los cuente —explicó Luna.
— Entiendo. Gracias, Luna —le dijo Isabella.
— De nada, Isa. Ahora debo ir a buscar a Harry, los veo después —se despidió Luna.
Sin más, Luna continuó su camino subiendo apresuradamente por las escaleras.
— ¡Tenemos que ir a sacarlos de ahí! —exclamó Isabella.
— Sí, vamos —asintió Draco.
Ambos hicieron una Aparición en el calabozo. No importaba lo que sea que haya hecho Pansy, ellos no debían estar encerrados e iban a sacarlos. Una vez ahí, se escondieron porque Filch estaba cerrando la puerta del calabozo con los Slytherin dentro y no debía verlos.
— Dulces sueños —se burló Filch.
Filch se alejaba con una sonrisa, era evidente que siempre había quería tener el permiso de encerrar a algún alumno en el calabozo.
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