Capítulo 89 • Prefiero al villano

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Mientras Draco pensaba en la posibilidad de alejarse de Isabella para mantenerla a salvo, Severus entró a la sala común. Tenía que conseguir que lo dejaran ayudarlos.

— Draco —dijo Severus haciendo que este se de cuenta de su presencia— ¿Y mi hija?

— Isa fue a la sala común de Gryffindor —le contó Draco.

— ¿Para qué? —preguntó Severus.

— Para arreglar una tontería que hice hoy —confiesa Draco.

— ¿Qué hiciste, Draco? —le preguntó Severus.

— Le rompí la nariz a Potter.

— ¿Qué hiciste qué?

— Estaba enojado, porque ¡Potter es el culpable de que mi padre esté en Azkaban! —exclama Draco.

— Potter será irritante y arrogante. Pero no es culpable de lo sucedido —decía Severus.

— Como sea —le dijo Draco.

— No tienes que levantar ninguna sospecha, Draco —le dijo Severus.

— Lo sé, por eso Isa fue a explicárselo —dijo Draco.

— Isa encontrará la manera de justificar lo que hiciste —afirmaba Severus.

— A ella le importan mucho sus amigos y ahora por la misión tiene que alejarse de ellos —decía Draco mirando a suelo.

— Eso es algo inevitable de todas las maneras —dijo Severus.

— Tal vez si ella no fuera mi novia, el Señor Tenebroso no le habría pedido que me ayude —murmuraba Draco.

— Eso no hubiera evitado que sea una mortífaga. Si hay un culpable de que Isa esté involucrada en todo esto, ese soy yo —le dijo Severus.

— Aunque sea así, tal vez lo que yo debería hacer es alejarla de mi para que Isa no sufra tanto al ayudarme a cumplir la misión —le dice Draco.

— No tienes por qué renunciar a Isabella por la misión del Señor Tenebroso, Draco —negaba Severus.

— ¿Quién me asegura que él no la lastimará para castigarme si cometo un error? —preguntaba Draco al borde del llanto— No renunciaría a ella por el Señor Tenebroso, lo haría porque la amo. ¡La amo más que a mi vida!

— No quiero que cometas los errores que otros ya cometieron. Conozco a mi hija. Si la pierdes ahora, la perderás para siempre. Si sigues con esa tontería, lo único que conseguirás será hacerte más daño tanto a ti como a ella —le decía Severus.

— ¿Y si el Señor Tenebroso le hace algún daño por mi culpa? —pregunta Draco con los ojos llorosos— ¡Mi mayor miedo es perderla! ¡No podría perdonármelo nunca!

— Mi hija te ama, estoy seguro que le harás más daño si te alejas de ella. Yo no voy a permitir que el Señor Tenebroso la lastime —le dijo Severus.

Draco suspiraba, comprendiendo que era verdad. Comenzaba a calmarse, secándose con rápidez las lágrimas que habían caído de sus ojos mientras se sentaba en el sofá. Había entendido que sí, alejarla sería la estupidez más grande que podría cometer.

— Tiene razón, padrino —admitió Draco.

— Lo sé, Draco —le dijo Severus.

— Es que yo la amo y haría lo que fuera para que ella esté siempre conmigo. Tampoco podría soportar alejarla de mi —confesaba Draco.

Severus se había acercado para poner su mano en el hombro de Draco, casi como un padre haría con su hijo.

— Y ella haría todo por mantenerse siempre a tu lado, dándote todo su apoyo en estos momentos. Ahora lo mejor que pueden hacer es permanecer juntos —aconsejaba Severus.

— Es verdad, padrino —asintió Draco con una pequeña sonrisa.

— Y no rechacen mi apoyo, yo podría ayudarlos —le dijo Severus.

— Gracias, padrino. Pero no, podremos solos —insistía Draco.

...

Cuando Isabella volvió a su sala común Draco no estaba ahí, así que pensó que se había ido a dormir. Entonces fue directo a su dormitorio, pero al entrar Draco estaba esperándola recostado en el sofá, mirando al techo.

— Draco.

— Isa —dijo Draco mientras se levantaba acercándose a ella— ¿Cómo te fue?

— Les expliqué que lo hiciste impulsivamente y Harry me preguntó si lo veias como el culpable de lo sucedido con tu padre —le contó Isabella.

— Y le dijiste que sí, espero —dijo Draco.

— Draco, ya te dije quien es el verdadero culpable de todo —le dice Isabella.

— ¿Qué más te dijo? ¿Por qué estaba espiándonos? —preguntó Draco.

— Porque nos vio entrar a Burgen y Burkes la otra noche —repuso Isabella.

— ¿Nos siguió? ¿Qué le dijiste? —preguntó Draco, indignado.

— Le dije una mentira. Que Cissy estaba devolviendo artefactos que mi padrino había comprado pero ella no quería tener —le contaba Isabella— Her, Ron y Ginny me creyeron pero...

— Potter no te creyó —adivinó Draco.

— No se veía muy convencido.

— ¿Cómo se atreve ese maldito a seguirnos?

— Tranquilo, amor. Creo que Harry ya aprendió la lección. Le diste un golpe muy fuerte, seguía sangrando —le dijo Isabella.

— ¿Y?

— No debiste hacerlo.

— ¿Por qué tanta consideración con Potter? —cuestiona Draco.

— Es nuestro amigo —repuso Isabella.

— No. Era, ya no lo es. ¿Por qué te preocupa tanto? —preguntó Draco.

— Hasta hace poco era nuestro amigo —le recordó Isabella.

— Lo ves como el héroe que nos va a salvar a todos, ¿cierto? Mientras que yo solamente soy uno de los villanos —decía Draco.

— ¿Qué estás diciendo? —pregunta Isabella.

— Se te hace atractivo que Potter sea el héroe. ¿O me equivoco, Isa? —inquirió Draco.

— Te equivocas, a Harry lo veo como un hermano —confiesa Isabella.

— Sí, claro —dudaba Draco.

— Además, tú no eres un villano y lo sabes. Pero si quieres serlo, déjame decirte una cosa.

— ¿Qué?

— Prefiero al villano, Draco —dice Isabella con serenidad— El héroe te sacrificaría para salvar el mundo entero pero el villano sacrifica a todo el mundo para salvarte a ti.

— Te aseguro que yo sacrificaría a todo el mundo para salvarte a ti —le dice Draco tomándola de la cintura y acercándola a su cuerpo.

— Por eso te amo y créeme que yo no prefiero a nadie más que a ti, por eso estoy aquí —le dijo Isabella rodeándolo con su brazos— Siempre a tu lado, Draco.

— No sé que haría sin ti, Isa.

— Ni yo sin ti, Draco.

Se miraban a los ojos, Isabella se acercaba para susurrarle algo al oído que hizo que Draco se mordiera el labio inferior y comenzara a dejarle ardientes besos en el cuello.

Siempre estaré contigo • Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora