❝Te juro que te amaré por siempre❞
Solo juntos podrán desentrañar el misterio de sus corazones para descubrir si lo que sienten mutuamente es realmente verdadero y poderoso.
Además...
Quien logra descifrar las señales del destino tiene en sus man...
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Luego de su segunda clase del día, fue que Isabella camina por los pasillos solitarios del colegio junto a Draco. Iban conversando sobre los horarios en los que patrullarían para cumplir sus deberes como Prefectos.
Isabella estaba más tranquila, pero aún se sentía triste y disimulaba muy bien para olvidar el tema.
Estuvieron solos por un momento, hasta que escucharon las voces de Crabbe y Goyle. Quienes van detrás de una alumna de cuarto año, a la que constantemente hostigaban y le escondían sus pertenecías, con ayuda de algunos de sus propios compañeros de Ravenclaw porque se trataba de Luna.
Crabbe y Goyle iban siguiéndola, también con otras intensiones que solamente Isabella logra decifrar mientras la rubia caminaba dando pequeños saltos aún con su aire soñador y hasta parecía que estaba acostumbrada a ese tipo de burlas.
— Tengo amigos, de hecho tengo amigos muy amables —dijo Luna.
— ¿Y dónde están? —pregunta Crabbe.
— ¡Adivinaré! Son invisibles como esas criaturas de las que siempre nos hablas —reía Goyle.
— ¿No se te ha pérdido algo, Lunática? —le pregunta Crabbe.
— De hecho, sí. Los Nargles han estados muy traviesos desde que llegué —dijo Luna con una pequeña sonrisa.
Isabella no podía quedarse sin intervenir y sería la mejor forma de honrar a Lucero Smith, aunque nadie les haya contando a ninguna de las dos que su madre y la de Luna fueron amigas. Ya que, no muchos recordaban esa amistad por un sin fin de razones.
Tal vez Isabella recién había conocido a Luna, pero se veía tan dulce y todo indica que su inocencia le impedía darse cuenta de que claramente esos dos idiotas se estaban burlando de ella.
— Es Luna —dijo Isabella.
— ¿Quién? —le pregunta Draco.
— La chica que conocimos en el carruaje —repuso Isabella.
En ese momento, fue cuando Isabella se acerca a zancadas hacía ellos y los mira de manera desafiante.
— ¡Crabbe, Goyle! ¿Acaso están tan aburridos con sus vidas que se ponen a molestar a alguien que va un curso abajo? —pregunta Isabella.
— Pero es la Lunática —dijo Crabbe.
— Siempre la molestamos —le dijo Goyle.
— Entonces ya no lo harán. Si siguen así, me veré obligada a bajarle puntos a nuestra Casa —advierte Isabella.