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Sooyoung se removió inquieta en la silla. Habían pasado más de treinta minutos y Jungkook no había vuelto a la mesa. Los jóvenes seguían conversando con entusiasmo pero la muchacha no podía centrarse en lo que decían. Se disculpó con sus amigos y caminó hacia el cuarto de baño.

Sooyoung pudo localizar a su novio antes de llegar a los servicios. Lo vio apoyado contra una pared, en mitad de un estrecho pasillo.

—Cariño— le llamó, pero el chico no se inmutó —Cariño, ¿estás bien?

Sooyoung se acercó con gran preocupación. Jungkook estaba pálido y tenía la mirada perdida. Algo le había pasado, de eso estaba segura.

—¿Qué sucede?— la joven tomó su rostro entre las manos, consiguiendo con ese gesto que saliese de su pequeño trance.

—Estoy bien— se apartó de ella con cierta acritud —Tengo que irme.

—¿Cómo?—sus palabras la desconcertaron por completo —¿P-Pero por qué?

—Me ha surgido algo— Jungkook no quería hablar sobre lo que había pasado, no quería compartirlo con nadie y mucho menos con ella.

—¿Así de repente?— el maknae le dio la espalda pero la chica lo agarró del brazo —Espera. ¿Acaso he hecho algo? ¿Estás enfadado conmigo?— el menor negó con la cabeza —Dijiste que hoy te quedarías conmigo. Dijiste que hoy cenaríamos juntos y que vendrías a mi casa.

—¿Eso dije?— Jungkook no lo recordaba.

—Sí— Sooyoung se plantó delante de él y le miró a los ojos —¿Por qué eres tan frío conmigo? Sé que no has elegido esto pero... Ya llevamos saliendo un tiempo y me gustaría... De verdad, yo quiero que nos llevemos bien. ¿N-No podrías aprender a quererme?— se atrevió a preguntar.

—Noona, te acompaño a todos los eventos que me pides y me relaciono con tus amigos como quieres— replicó en un tono apático —Soy tu novio, con todo lo que eso implica, pero no me pidas que te quiera porque no puedo— el maknae se dio la vuelta y caminó hacia la salida.

—Entonces— la muchacha alzó la voz —¿Por qué te has acostado conmigo? Si no me quieres... ¿por qué lo has hecho?

—Por obligación— Jungkook no vio la tristeza ni las lágrimas que provocaron sus palabras. El menor recogió su abrigo en la entrada y salió del restaurante con un nudo en el estómago.

No pretendía hacerle daño a Sooyoung pero ¿de qué servía disfrazar las cosas? Ella estaba empeñada en crear algo entre ellos, algo que era imposible. No porque Jungkook no quisiera amarla, Sooyoung era una buena persona y habría sido mucho más fácil para ambos si la quisiera de verdad.

Pero Jungkook no la deseaba, no sentía ninguna clase de atracción hacia ella y eso no cambiaría; por mucho que se esforzase, por muy cariñosa y atenta que fuese con él, era incapaz de sentir amor por ella.

El maknae metió las manos en los bolsillos del abrigo; la noche se había vuelto aún más fría.

Sus pensamientos volvieron a centrarse en Sungjae mientras recorría uno de los lujosos barrios de Busan. La muerte de los Yook, la rabia y el desprecio en la voz del que una vez fue su mejor amigo, Jungkook no podía dejar de pensar en sus palabras.

Había anhelado reencontrarse con él desde el día en que dejó la ciudad. Había imaginado ese momento en su cabeza durante mucho tiempo, sin embargo, la realidad distaba mucho de lo soñado.

«Ojalá nunca te hubiera conocido, Jungkook»

El maknae se detuvo delante de un semáforo en rojo. Su mente no podía dejar de evocar esas palabras. No podía ni imaginarse el dolor que había padecido Sungjae durante todos esos años.

Evanescente | ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora