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-Estamos a pocas calles del hotel. Deberíamos ir allí y dejar las bolsas- dijo Jimin.

Era sábado por la tarde y ya solo les quedaba un día más para disfrutar de la belleza única de Daegu. Desde ayer habían estado visitando los lugares más famosos de la ciudad, recorriendo kilómetros y kilómetros a pie, comprando ropa, souvenirs y haciendo fotos a cada paso.

-Y después deberíamos buscar un restaurante por la zona. Estoy muy hambriento- añadió el joven de cabello castaño oscuro que iba caminando al lado de su hermano.

-De acuerdo. ¿Qué te apetece cenar?

-Carne- contestó Jungkook.

Ambos caminaban a paso tranquilo por una calle peatonal. Jimin llevaba dos bolsas en la mano derecha. Jungkook había metido las suyas en la mochila negra que colgaba de su hombro.

-Yo quiero Jjajangmyeon y también...

-Hyung, ponte ahí- le interrumpió antes de poder terminar la frase.

Desde que llegaron a Daegu, el maknae no dejaba de hacer fotos a todo. Y ese todo incluía a su hermano mayor.

-¿En serio? ¿Cuántas fotos me has hecho ya?- se quejó a la vez que dejaba las bolsas al lado de su hermano y caminaba hacia el lugar que le había indicado Jungkook.

-Mamá me ha pedido que haga muchas fotos.

-Muchas está bien pero lo tuyo es enfermizo.

-Lo que tú digas, hyung.

Discutir con Jungkook era perder el tiempo. Su hermano pequeño estaba obsesionado con la fotografía y por muy molesto que le resultara, al final siempre hacía lo que le pedía.

-Deberías buscarte un modelo particular- le sugirió mientras se apoyaba contra un árbol y posaba sonriendo.

-Me gusta hacerte fotos a ti, hyung.

Jimin le miró conmovido. Jungkook podía ser a veces un poco borde pero también tenía sus momentos tiernos.

-Así tendré algo con lo que chantajearte en el futuro- se burló con una sonrisa malvada.

De acuerdo, su hermano era borde a secas.

-Me parece a mí que hoy vas a cenar pan- dijo Jimin.

El chico de cabello rubio le dio la espalda y prosiguió su camino en dirección al hotel. Jungkook guardó la cámara, cogió las bolsas de su hermano y las metió con las suyas en la mochila.

-No te enfades hyung, era una broma- sonrió de forma angelical.

-Tú y tus bromas- murmuró haciendo un puchero. Ambos se rieron.

Cruzaron la calle y siguieron por una avenida. Jimin se paró en frente de una tienda de ropa deportiva. En el escaparate había unas deportivas blancas que le gustaron de inmediato.

-Al menos mi obsesión es más barata- le espetó Jungkook.

-Solo estoy mirando- contestó distraído.

-Te recuerdo que sigo llevando tus bolsas.

-Y las seguirás llevando si quieres cenar carne.

-Eres muy vengativo, hyung. Me pesa la mochila- se quejó el menor.

-Te pesa la conciencia- rió Jimin.

Un olor muy intenso llamó la atención de los chicos.

-¿Huele a quemado?- preguntó Jungkook extrañado.

Evanescente | ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora