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Yoongi miró el plato de arroz frito con verduras, huevos y pan. El estómago le rugió al ver lo que tenía enfrente.

—Me llamo Kim Namjoon. ¿Y tú?

—Min Yoongi— contestó antes de llevarse un poco de arroz a la boca —Soy del 93.

—Vaya, creí que eras más joven que yo— Namjoon arqueó una ceja —94.

—Las apariencias engañan— contestó con la boca llena.

Namjoon esbozó una leve sonrisa.

—Cierto— le miró a los ojos —¿Eres de Busan?

—Sigues sin decirme por qué me has ayudado.

—Te he salvado la vida, ¿no deberías al menos contestar a mis preguntas?

Yoongi lo meditó unos segundos.

—Soy de Daegu— mordió el pan.

—Ah... Daegu— bajó la mirada.

—¿Y tú?

—Seúl.

—¿Qué haces tan lejos de casa?

Namjoon se quedó en silencio, mirando cómo comía. A Yoongi le dio tiempo a acabarse el pan antes de que el menor continuase con la conversación.

—Mi padre era militar— comenzó a decir de forma pausada —Cuando el virus empezó a propagarse en Seúl, huimos de allí para refugiarnos en Busan.

—Aquí no parece que estemos mucho mejor.

—No, pero hay un sitio donde podríamos estarlo.

—¿Qué sitio?— preguntó extrañado.

—Mi padre me dio la fotografía de una base militar secreta, un refugio preparado para sobrevivir al virus y a los infectados.

—Espera un segundo— Yoongi dejó los palillos sobre el plato —¡¿Me estás diciendo que existe una base militar secreta preparada para sobrevivir a un virus que apareció de repente?!— vio cómo asentía con la cabeza —¿Entonces los militares lo sabían?

—No solo lo sabían, el gobierno de Corea del Sur creó el virus.

—¿Qué?— le miró atónito.

—El gobierno pretendía soltar el virus en Corea del Norte y eliminar la amenaza que supone para nosotros y para el resto del mundo. Los soldados que estaban a cargo de la misión cometieron un error y se propagó dentro de nuestras fronteras.

—¿Tu padre era parte de ese grupo de soldados?

—No. Un amigo íntimo de mi padre era parte del grupo. Se lo contó todo antes de perder la vida.

Yoongi no pudo disimular su asombro. Estaba convencido de que algún gobierno estaría detrás de todo pero una cosa era creerlo y otra cosa muy diferente oírlo de primera mano. Encima no se trataba de algún gobierno cualquiera sino del gobierno de su propio país.

El mayor no conocía a Namjoon pero no le dio la sensación de que estuviera mintiendo. Su mirada era demasiado firme y transparente, no le creía capaz de inventarse semejante historia.

—Su amigo fue quien le dio la fotografía. Fuimos varias familias las que salimos de Seúl, pero...— Namjoon bajó la mirada —Solo tres personas conseguimos llegar hasta Busan.

—¿Tu padre...?

—Murió en el camino— alzó la vista.

—Lo siento.

Evanescente | ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora