Evanescente | ¹

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Yoongi se miró en el espejo del cuarto de baño. Aunque la ropa que le había prestado Jihoon no era de su agrado, le quedaba bastante bien.

El día de ayer lo pasó en cama, siguiendo las indicaciones de Hoseok para recuperarse lo antes posible. El pelirrojo era muy ruidoso pero resultó ser mejor compañía de lo que esperaba. Gracias a él consiguió permanecer en reposo y no salir corriendo en busca de Jimin, Taehyung y Jungkook.

—Hyung, ¿estás listo?— le preguntó Hoseok asomándose por la puerta —Ya hemos cargado el coche.

Yoongi dejó el peine en su sitio y siguió al menor por el pasillo. La casa en la que se encontraba era muy vieja. La madera no dejaba de crujir con cada paso que daban, en el techo pudo detectar manchas de humedad y las paredes estaban sucias y cubiertas con un papel roto de lo más hortera. El olor rancio que le llegó a las fosas nasales tampoco mejoraba la cosa.

«Hasta mi piso en Daegu está mejor que esta ruina»

Yoongi agradeció salir de allí y respirar el aire puro del bosque. En el exterior hacía más calor del que se podía notar dentro de la casa. El sol le cegó por unos segundos pero ni la claridad ni el calor le llegaron a molestar del todo.

«Namjoon no mintió cuando dijo que era una aldea pequeña»

Solo había cuatro casas rodeadas por árboles y una granja al fondo, un poco más apartada del resto.

—Hyung, sube al coche— le pidió Hoseok antes de alejarse para despedirse de unos amigos.

Yoongi caminó hacia el automóvil pero se detuvo al escuchar la voz de Namjoon. El menor estaba al otro lado del vehículo hablando con alguien.

—Deberías venir con nosotros, Jackson.

—¿Para qué? ¿Para buscar algo inexistente?

—Mi padre no mentía...

—No— le interrumpió —Puede que tu viejo no, ¿pero y su amigo? ¿Puedes asegurarme que él decía la verdad?— Namjoon se quedó callado —¿Ves? No puedes.

—Sé que ese sitio existe, lo presiento.

—Nam, tío, te aprecio de verdad pero no puedo dejar a esta gente por un presentimiento tuyo. Tengo que cuidar de los ancianos y también de los más jóvenes, no puedo largarme de aquí en busca de una fantasía.

—No me lo estoy inventando. ¿Por qué no puedes creer en mí?

—Porque no suena coherente— dijo alzando la voz más de la cuenta —Mira, he pasado toda mi vida en Busan y jamás he oído nada sobre una base militar secreta. ¿Por qué íbamos a tener algo así?— levantó la mano para evitar ser interrumpido —Yo no creo en tus teorías conspiratorias. Lo que me has contado suena a película barata.

—Pues es la verdad— contestó con contundencia —Sabes tan bien como yo que no podemos seguir aquí. Mira el estado de las casas, mira a tu alrededor. Jackson, sabes que esa gente podría volver.

—¿Y crees que ir en busca del Área 51 es menos peligroso?— puso los ojos en blanco —Puedes morir por el camino o puede que ese tipo te traicione. Aquí nos podemos defender, podemos plantarles cara— explicó convencido —Tú en cambio estás confiando en un extraño y no entiendo por qué— soltó visiblemente molesto.

—Hace unas semanas yo también era un extraño para ti y a pesar de eso confiaste en mí.

—Eso fue hace tiempo, ahora las cosas han cambiado— se cruzó de brazos —Ya no podemos confiar en cualquiera.