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—Quería protegerte y te he matado.

—Por favor, no digas eso.

—Es la verdad...

—No, no lo es.

—No podemos salir de aquí, Jimin.

El menor caminó hacia él y lo abrazó con fuerza. Yoongi se quedó inmóvil, mirando los cadáveres de la gente que yacía congelada a un costado.

—Vamos a encontrar una manera— le dijo con confianza —Seguro que se nos ocurre algo.

Yoongi no le contestó. ¿De verdad había una manera de salir de ahí? No solía rendirse fácilmente pero ¿qué podían hacer? Las circunstancias pintaban muy mal para ambos y saber que él sería el responsable de la muerte de Jimin le tenía completamente abatido.

—Yoongi, mírame— el mayor tardó unos segundos en hacerlo pero al final le miró a los ojos —Vamos a salir de aquí. ¿De acuerdo?

Yoongi asintió levemente. Los ojos de Jimin estaban llenos de miedo pero también había esperanza.

—¿Y si intentamos derribar la puerta juntos? Podría funcionar, ¿no?

—Inténtemoslo.

Jimin sintió un poco de alivio al notar más confianza en su voz.

Los dos se alejaron de la puerta para coger impulso. Corrieron al mismo tiempo e intentaron tumbarla aplicando la máxima fuerza posible sobre la parte superior del cuerpo, pero la puerta no se movió.

Los chicos no se rindieron y volvieron a repetir la misma acción seis veces más, hasta que el dolor en el hombro les hizo parar. El dolor y el hecho de que, a pesar del esfuerzo, la puerta seguía intacta.

—Parece que es de acero inoxidable y encima está cerrada herméticamente— Yoongi señaló hacia la pared —No hay ventanas, solo tenemos una manera de salir de aquí.

—Pero la puerta no se mueve... ¿Cómo podemos hacer que se abra?

—No tiene picaporte ni cerradura que forzar— Yoongi le miró a los ojos. La esperanza que había visto en los ojos oscuros de Jimin se estaba desvaneciendo —¿A cuántos grados crees que estamos?

—Bajo cero, quizás, no lo sé.

Ambos se miraron angustiados. Si no encontraban una manera de salir de allí, terminarían igual que esa gente.

—Hay que encontrar un camino— Jimin se puso a mirar otra vez las paredes, buscando desesperadamente algo que se les pudiera haber pasado.

Yoongi solo se frotó los brazos, intentando entrar en calor.

—Tiene que haber una manera. Tiene que haber algo que estemos pasando por alto.

—Solo hay un camino, Jimin, y no podemos cruzarlo...

—No te rindas— suplicó.

—No quiero rendirme pero... Ya lo hemos revisado todo varias veces. No hay otra salida y no hay forma de abrir esa maldita puerta.

—Sí la hay, tiene que haberla solo que todavía no hemos dado con ella.

—No la hay...

—¡Me niego!— vociferó.

—Déjalo...

—¡No!— Jimin cogió la katana y golpeó la puerta con rabia.

Yoongi se quedó mirando cómo golpeaba la hoja del sable japonés una y otra vez contra el metal. El dolor que sintió en ese instante fue abrumador.

Evanescente | ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora