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Tres horas duró la reunión; tres horas en las que afrontaron varios asuntos importantes.

Uno de ellos trataba sobre la casa de la montaña. Yoongi creía conveniente dejar un grupo atrás, un grupo que cuidase de su hogar por si lo de la base militar resultaba un engaño.

Taehyung, al que había encomendado dicha tarea junto a Jungkook, se negó rotundamente. Ya se había quedado una vez y no pensaba repetir la experiencia. El maknae también se opuso. A pesar de estar herido quería ir y no había manera de convencerle de lo contrario.

Jimin por su parte no veía necesario separar al grupo. Algo le decía que no haría falta volver y así se lo transmitió a sus amigos. Taehyung y Jungkook le apoyaron enérgicamente por lo que Yoongi terminó aceptando los argumentos de sus compañeros.

El vehículo de los Park-Min fue otro asunto a tratar. El coche estaba bastante maltratado por la cantidad de infectados que tuvieron que atropellar en su viaje al centro comercial. Namjoon, que entendía de mecánica, decidió echarle un vistazo después de la reunión junto a Yoongi.

Jimin les explicó dónde quedaba el sitio. La base se escondía en lo más profundo del bosque, pero gracias a las señales de tráfico que vio en su recuerdo, sabía más o menos donde se situaba el lugar.

Eunha, a la que se le daba muy bien dibujar y tenía una caligrafía exquisita, trazó un mapa con las indicaciones que le dio el rubio.

Jungkook no pudo dejar de mirar a Taehyung en todo el tiempo que duró la reunión. Desde la bronca en su habitación no se habían vuelto a dirigir la palabra y aunque el maknae le buscaba constantemente con la mirada, su amigo no le miró ni una sola vez.

Taehyung le ignoró a propósito. Se sentó en el sofá, en medio de Yoongi y Hoseok y lo trató como a un ser invisible. Sus palabras todavía le dolían y mirarle revivía la pelea, así que optó por hacer como que no existía. Sonrió, habló y se comportó como siempre; con todos menos con Jungkook.

Para el rubio ese comportamiento no pasó desapercibido. La tensión entre ellos se notaba a leguas. Cuando Yoongi y Namjoon salieron a revisar el vehículo, Jimin se fijó en el amago que hizo su hermano para establecer una conversación con Taehyung.

Jungkook dio varios pasos hacia él y pronunció su nombre; el castaño respondió tomando a Hoseok del brazo y saliendo del salón.

—¿Siguen enfadados?— Eunha había visto toda la escena y se acercó a Jimin.

—¿Cómo lo sabes?

—Anoche los oí discutir cuando bajaba con Mellie de la azotea— explicó —¿Por qué no se dicen que se quieren? Es bastante obvio.

A Jimin no le sorprendió la perspicacia de Eunha. La muchacha era muy observadora.

—Porque son un caso aparte— suspiró.

Jungkook se dio la vuelta y al verlos juntos, observándole, se sintió avergonzado y huyó del salón.

—¡Será mamón!— bufó el rubio molesto —¡Como no le eche huevos no va a llegar a nada!

—Quizá solo necesite un empujón.

Jimin y Eunha intercambiaron miradas. El mayor se había dicho a sí mismo que no intervendría más, que Jungkook podría manejarlo solo, pero después de ver aquella escena ya no estaba tan seguro.

—Mañana nos vamos, deberían solucionarlo hoy— murmuró la joven.

—Eunha. ¿Me ayudas con algo?

 ¿Me ayudas con algo?

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Evanescente | ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora