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Advertencia: Violencia sexual


En los tres últimos días no cesaron las habladurías.

Jongsuk no armó ninguna clase de escándalo por el espectáculo que había causado su hijo mayor en el comedor. Ni siquiera le mencionó el asunto a Jungkook, quien daba por hecho que tendría que escuchar las insufribles quejas de su padre. A pesar de los murmullos en el búnker, el hombre se mantuvo en silencio, trabajando en su despacho sin pronunciarse al respecto.

La gente criticaba la falta de moral de Jimin, algunos incluso le acusaban de caprichoso y superficial. También existían los que creían que gracias a sus privilegios se estaba aprovechando de un pobre «D».

Y tampoco faltaban los que sentían pena por Jongsuk, al que consideraban un buen padre. Que un hombre tan bueno tuviese un hijo descarriado les parecía una tremenda injusticia.

Había opiniones de todo tipo, opiniones que la mayoría se guardaban cuando veían a Jimin por el búnker. Tampoco lo hacían en presencia de Jungkook, no desde que el maknae le dislocó el hombro a un tipo por hablar pestes de su hermano.

A pesar del runrún que circulaba por todo el refugio, no hubo ninguna clase de altercado.

El rubio caminó por el pasillo mostrando una sonrisa deslumbrante. Era consciente de las miradas de la gente, llevaba días siendo el centro de atención pero no le importaba. Esa tarde había quedado con su mejor amigo para organizar una cena romántica.

La idea de tener una doble cita la había sugerido Taehyung y a él le parecía de lo más emocionante. La decoración sería simple; música de ambiente acompañada de algún mantel bonito y velas, muchas velas.

Jimin soltó una carcajada al pensar en la cara de su hermano. ¿Podría la timidez del maknae sobrellevar una doble cita?

—Sí a Kook le da un ataque solo tenemos que empotrar la cama contra la puerta para que no pueda huir— le había sugerido Taehyung.

Jimin salió del ascensor entre risas. No podía dejar de pensar en la expresión de Yoongi al ver una escena como esa.

El rubio entró en su habitación y dejó las sillas plegables que cargaba apoyadas contra la pared. Luego miró hacia el reloj de mesilla; a Jungkook le tocaba trabajar hasta tarde y Namjoon le había prometido entretener a Yoongi para que no pudiese chafarles la sorpresa.

Jimin se encontraba tan ensimismado, planeando mentalmente cómo decorar el cuarto que se percató demasiado tarde del leve ruido que hizo la puerta. Justo cuando pretendía girarse sintió un empujón muy fuerte. Al caer notó cómo le apretaban la cabeza contra la alfombra y un peso fuerte se imponía sobre su espalda. Todo sucedió tan rápido que apenas fue consciente de que otro individuo le ató las manos a la espalda, justo antes de taparle los ojos con una tela.

El primer impulso de Jimin fue gritar pero uno de los desconocidos le acalló, cubriéndole la boca con la mano.

—Cállate— ordenó —Como grites te mato— le susurró al oído.

Jimin sintió su voz muy agitada, le sonaba de algo pero no lograba identificarla.

—¿Qué hacemos ahora?— dijo el otro, cuya voz transmitía un nerviosismo palpable.

El rubio esperó una respuesta pero no la hubo. Probablemente porque intercambiaron alguna clase de mirada que llevó al siguiente paso; uno de los individuos lo alzó en brazos.

Jimin supuso que se trataba del de la amenaza porque había retirado levemente la mano y ya no le tapaba la boca completamente.

El miedo recorrió el cuerpo del joven a la velocidad de un rayo. ¿Qué querían de él? ¿A dónde iban a llevarlo? Jimin gritó a pulmón abierto, moviéndose violentamente, intentando bajarse de los brazos de aquel secuestrador. El tipo intentó taparle la boca pero el que terminó sobrepasando el grito del rubio fue él mismo; Jimin le dio un mordisco tan fuerte que le hizo sangre.

Evanescente | ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora