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A pesar de que el número de infectados con el que se encontraron por el camino fue mayor que el de hace unos días, el trayecto hacia la carretera no tuvo ningún imprevisto. Las indicaciones de Jimin los condujo hacia el norte, una zona desconocida para todos menos para el rubio.

La comodidad del asfalto llegó a su fin mucho antes de lo que le hubiera gustado a Yoongi. Dado que la base militar se encontraba en lo más profundo del bosque, no le quedó más remedio que volver a adentrarse por un camino con un desnivel considerable.

La ruta no parecía muy frecuentada. Se asemejaba más a un sendero abierto por el tránsito de peatones que a un acceso recorrido por vehículos.

—Puede que sea un camino secreto— razonó Jimin, al que le resultó muy familiar —Puede que los militares utilicen otro.

Fuera como fuese, era el camino que debían tomar y así lo hicieron.

Por culpa del terreno, el balanceo en ambos coches se intensificó en ciertas partes del viaje. Eunha fue la que peor lo pasó; la muchacha se mareaba con facilidad.

Cuanto más profundizaron en el bosque, más siniestro se volvió el lugar. Los nubarrones que cubrían el cielo desde la mañana, dieron paso a una niebla que se alzó repentinamente sobre ellos, obligando al grupo a parar durante unas horas.

Algunos infectados se pegaron a los cristales de los vehículos, provocando más de un susto en los jóvenes que por culpa de la niebla, no podían ver nada. El tiempo pasó a cuentagotas. Solo pudieron retomar el viaje cuando la niebla se disipó un poco.

Namjoon siguió a Yoongi de cerca, hasta que el mayor se vio obligado a detener el motor una vez más.

Lo que se alzaba ante ellos era digno de una película de terror. Los árboles que rodeaban el pantano estaban completamente desnudos; habían sido abandonados por las hojas pero no por los cuervos. Una capa verde se extendía sobre el agua. No había forma de ver lo que se podía esconder debajo ni la profundidad que alcanzaba. La vegetación acuática era tan densa que lo ocultaba todo. A eso había que sumarle la niebla, que aunque ya no era tan intensa, seguía estando presente.

Un puente, o mejor dicho, unas tablas viejas que en algún momento de la historia habían servido como puente, cruzaban de un lado a otro. Namjoon salió del vehículo y se aproximó hacia su amigo. El mayor estaba estudiando la situación a una distancia prudente.

—¿Cómo lo ves?— se interesó el de Seúl.

—No me gusta, pero Jimin recuerda haber pasado por aquí así que...

—No hay de otra— concluyó por él.

Los dos intercambiaron una breve mirada.

—Si queremos llegar a la base militar es lo que hay— aseguró Yoongi —Nosotros iremos primero.

—Tened cuidado— pidió Namjoon.

Y después de esa breve conversación volvieron a sus respectivos vehículos.

—¿Y bien?— Taehyung miró a su hermano con curiosidad —¿Has visto un cocodrilo?

—¿Por qué? ¿Quieres hacerte un bolso?— le contestó Jungkook con burla.

—Ja ja ja, muy gracioso— puso los ojos en blanco —Tiene pinta de haber cocodrilos.

—Ojalá solo haya cocodrilos— Yoongi no apartó la mirada del agua.

—Sabéis que no tenemos cocodrilos en Corea, ¿no?— intervino el maknae.

—Tampoco hay osos por esta zona y casi nos come uno— recordó Jimin —A estas alturas de la vida es mejor no descartar nada.

Evanescente | ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora