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Flashback

Yoongi miró hacia el fondo. Las mochilas que le había ordenado tirar a Jimin se habían perdido entre la multitud. Solo quedaba la que él llevaba a la espalda.

«No es suficiente»

Le clavó el cuchillo en la sien a un hombre y lo empujó contra otro infectado. Al caer ambos al suelo localizó una de las mochilas de Jimin.

«¡La mochila! ¡Está cerca!»

El chico de Daegu miró a su novio, parecía agotado.

—¡Un poco más, Jimin! ¡Un poco más!— gritó para darle fuerzas —¡Solo un poco más!

Se giró rápidamente cortándole el cuello a una mujer y empujó a otro infectado contra un adolescente. La mochila tirada sobre el suelo seguía llamando su atención, haciéndole dudar si debía intentar alcanzarla o no.

«¡No seas estúpido! ¡Date la vuelta y corre!»

Aunque su instinto de supervivencia le decía que era una mala idea, que podían buscar víveres en otra parte, que no debía arriesgarse bajo ningún concepto, Yoongi no quería irse de allí con las manos vacías. Sabía que lo que llevaba en la mochila no era suficiente y sabía que estarían demasiado agotados para seguir buscando en otros lugares.

«¡Ellos cuentan conmigo! ¡No puedo decepcionarles!»

Después de matar a otro ser putrefacto volteó al oír el sonido de la puerta. Jimin estaba a un paso del exterior, estaba a un paso de salir de ese infierno y ponerse a salvo. Yoongi lo tuvo claro al verle. Lo empujó por la espalda y lanzó la mochila sobre los escalones.

«¡Tengo que intentarlo! ¡Lo siento!»

Yoongi cerró la puerta de un portazo, dejándola atascada sin saberlo.

El joven no podía arriesgar la vida de Jimin, no podía pedirle que siguiera más tiempo entre tanto infectado. La prioridad de Yoongi era su novio y ahora que había salido de allí podía centrarse en lo que tenía a su alrededor, sin estar preocupado por el rubio.

Los infectados se le echaron inmediatamente encima. Yoongi hizo buen uso del cuchillo y de la katana, decapitando, apuñalando y cortando extremidades mientras intentaba llegar hasta la mochila que se situaba cerca de él.

Algunos infectados tropezaron sobre los cadáveres de sus compañeros y cayeron al suelo. La lentitud con la que se volvían a alzar era una ventaja para Yoongi, una ventaja que aprovechó para deshacerse hábilmente de los seres a su alcance.

Cuando consiguió hacerse paso hasta la mochila y cogerla por el asa, un tipo de rasgos extranjeros le sorprendió por la espalda. Al darse la vuelta se encontró con un hombre vietnamita a punto de morderle el rostro. Aunque Yoongi alzó rápidamente el cuchillo para apuñalarlo por debajo de la barbilla, no sabía si conseguiría atravesarlo antes de ser alcanzado.

El infectado que estaba a punto de sentenciar la vida de Min Yoongi no llegó a hincar su boca sangrienta en la carne del joven. Su cabeza se estrelló contra la pared, haciéndose picadillo ante la sorpresa del chico de Daegu.

Yoongi giró el rostro completamente desconcertado, encontrándose con la mirada penetrante de un chico alto. Detrás de él, cerca de una de las puertas de los costados detectó a varias personas más.

—¡Espabila si no quieres morir!— le dijo el desconocido que había machacado el cráneo del infectado con un bate de softbol.

Quizá fue por la adrenalina, quizá fueron las ganas de vivir o quizá fue la frase del joven de cabello castaño ceniza lo que le hizo volver en sí y reaccionar con contundencia. Yoongi le clavó el cuchillo a una infectada y cortó a otro hombre por la mitad mientras retrocedía al lado del grupo de desconocidos que habían evitado su muerte.

Evanescente | ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora