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Yoongi estaba absorto, sentado sobre la cama del dormitorio, mirando la fotografía de Seokjin. Su novio salió del baño y se sentó a su lado. Durante unos minutos no hubo palabras entre ellos, solo un largo silencio.

—Hace dos años, el día del cumpleaños de Jin, Tae se las ingenió para colarse dentro de su piso. Jin y yo habíamos salido a tomar algo, no pretendíamos hacer gran cosa, solo comer Ramen y ver la televisión— recordó con una sonrisa sobre su rostro —Cuando entramos en su casa nos encontramos con la cocina y el salón cubiertos de tomate. Mi hermano quiso sorprendernos cocinando espaguetis a la boloñesa y la lió.

—Bueno, sorprender os sorprendió— Jimin se rió.

—Antes de salir ese día, Jin había estado ordenando sus álbumes de fotos. Dejó muchas fotografías sobre la mesa y el tomate las arruinó todas— le miró —Tae se puso a llorar como un crío. Sabía que la había cagado a lo grande pero Jin, lejos de enfadarse con él, probó la salsa boloñesa y dijo "Taehyung, está muy rico".

—¿Y estaba rico?— preguntó genuinamente.

—Qué iba a estar rico— Yoongi soltó una carcajada —La salsa estaba salada y avinagrada, sabía a mil demonios— Jimin no pudo contener la risa —Pero Jin reaccionó como si nunca hubiese probado algo más delicioso y gracias a eso, mi hermano volvió a sonreír.

—Me habría gustado conocerlo mucho más— dijo el menor con sinceridad —Seokjin hyung era una gran persona.

—Lo era— Yoongi bajó la mirada hacia la foto que sostenía en sus manos —A raíz de eso Jin plastificó todas sus fotografías. Debería darle las gracias a Tae. Si esta foto sigue intacta, es gracias a él.

Jimin observó cómo su novio se levantaba de la cama y metía la fotografía dentro del marco. Cada vez que Yoongi veía esa imagen le entraba una gran nostalgia. El rubio aguardó en silencio hasta que el mayor se puso las botas. Luego tomó la katana y se la ató al cinturón.

Jimin sabía que hacían lo correcto, ir a rescatar a esa gente era lo correcto. No obstante, en el fondo de su corazón deseaba que no fueran; deseaba que Yoongi y Namjoon se quedasen en el búnker, deseaba que se olvidasen de la aldea.

«Eres un egoísta, Jimin. Esa gente necesita ayuda» sus propios pensamientos le hicieron sentir remordimientos.

Yoongi le alzó el rostro, elevando su barbilla para a continuación depositar un suave beso sobre sus labios. Jungkook entró en el dormitorio un poco agitado. El maknae aguardó en silencio hasta que ambos se separaron.

—Siento no poder acompañarte— Jungkook abrazó a Yoongi con fuerza —Me encantaría ir contigo.

—Es mejor que te quedes aquí. Déjame esto a mí.

—Más te vale volver, hyung, los tres días que pasamos sin ti fueron un infierno— lo soltó y le apretó el hombro —Como te mueras, te mato.

Yoongi sonrió. Eso mismo le había dicho a Jungkook en el supermercado del pueblo.

—Cuida de los demás hasta que vuelva.

Jungkook asintió. De verdad lamentaba no poder acompañar a su amigo.

—Dile a Namjoon hyung que estaré esperando su vuelta.

—¿Por qué no se lo dices tú?— se sorprendió Jimin.

—Jihyo está en el pasillo— puso los ojos en blanco —Ya sabes cómo es papá.

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Evanescente | ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora