Evanescente | ¹

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Diez días después

Taehyung entró en el gimnasio. Había pisado los vestuarios y las duchas con anterioridad, pero esa era su primera vez visitando aquellas instalaciones.

El chico echó un breve vistazo a su alrededor. La sala no estaba muy llena. Había hombres y mujeres ejercitándose sobre las cintas de correr y haciendo pesas, pero era poca la gente que había optado por ir allí esa tarde. El sitio tampoco parecía especialmente lujoso. Solo disponían de la típica maquinaria que se podría encontrar en cualquier gimnasio de Corea.

La vista de Taehyung se detuvo al detectar a Jungkook al fondo, junto a las máquinas de musculación. Por su aspecto sudoroso parecía haber terminado con su rutina. Namjoon se encontraba a su lado, hablando con él animadamente.

El hermano de Yoongi quiso acercarse pero desistió de la idea. Los últimos diez días habían sido muy difíciles para él. En un principio creyó que podría manejarlo pero dormir en la misma habitación y en camas separadas, no poder besarse, tocarse o compartir gestos de afecto, resultaba muy duro para Taehyung.

Encima el padre de los Park solía entrar a su dormitorio como Pedro por su casa. Nunca llamaba a la puerta, simplemente entraba y les castigaba con su indeseada presencia. Ese comportamiento irrespetuoso los llevó a distanciarse físicamente más de lo esperado. En diez días no se habían besado ni una sola vez.

Jungkook seguía buscando un sitio donde quedar a solas pero todavía no había dado con un espacio seguro. El miedo y la tensión de ser descubiertos pesaba sobre ellos a todas horas. Y aunque el deseo de estar juntos era enorme, el temor a terminar en la calle era aun mayor.

Taehyung salió del gimnasio con el corazón en un puño. En los últimos días ni siquiera habían podido comer o cenar juntos. Jongsuk demandaba la presencia del maknae constantemente. Hasta por la noche había tenido que salir de la cama para acudir a su llamada. 

El mayor estaba convencido de que lo hacía a propósito. Quería mantener a Jungkook vigilado para evitar que se le pudiese desviar del camino como había sucedido con Jimin.

Taehyung deambuló por el pasillo absorto en sus pensamientos. Lo único que le daba fuerzas para seguir adelante era Londres. Allí podrían vivir sin ocultarse del mundo, sin restricciones ni limitaciones.

—¡Oye, Tae! ¡No me pises el fregado!

La voz de su hermano le sacó de su trance.

—¡Que te apartes!— Yoongi hizo ademán de pegarle con la fregona.

—Perdona— Taehyung dio un pequeño salto hacia atrás —No te había visto, hyung.

—Nadie tiene en cuenta a la gente de la limpieza. Pues que sepas que gracias a mi trabajo, a ti no te come la mierda— señaló.

—Lo siento, hyung— Taehyung se acercó y le dio un abrazo —Yo siempre valoro lo que haces.

La expresión de Yoongi cambió al notar el tono de su voz y la duración del abrazo. El mayor supo inmediatamente que algo le pasaba.

—Termino en diez minutos— le palmeó la cabeza —Iba a ir al parque. ¿Quieres venir conmigo?

—Me encantaría, hyung— aseguró sin separarse de él.