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Jungkook no oyó las palabras de Taehyung ni sintió la mirada de Sooyoung y Minhyuk sobre su rostro. El maknae se encontraba paralizado, observando conturbado lo que sucedía en el laboratorio.

Taehyung tomó la mano de su novio y no la soltó en ningún momento. Todos habían escuchado la explicación de Jongsuk sobre la procedencia de los Park y la creación del virus, dejando al grupo con sentimientos muy encontrados.

Jungkook sintió una terrible impotencia al ver el rostro de su hermano. Comprendía cada una de las emociones que estaba teniendo, sobre todo cuando vio a su madre encerrada en aquel cubículo de cristal. El chico no pudo mantener la compostura ante esa imagen y buscó consuelo entre los brazos de Taehyung. Jungkook lo abrazó con tanto dolor que retener las lágrimas le resultó imposible.

El mayor lo apretó con gran afecto pero no logró articular palabra. ¿Qué podía decirle en un momento como ese? No había palabras que pudieran aliviar su pena. Taehyung le besó la cabeza y le acarició la espalda mientras veía cómo Jimin caía de rodillas delante del cristal que lo protegía de su propia madre.

—No... No...— el rubio presenció entre lágrimas cómo Jaehwa intentaba llegar hasta él —Dijiste que estaba en Londres... Dijiste que mamá estaba a salvo... ¿Por qué? ¿Por qué tenías que mentir precisamente en esto?

—A veces es mejor vivir en la ignorancia— contestó con la vista sobre su esposa —Sé cuánto la queréis— Jongsuk se acercó a él —Era mejor no haceros pasar por este dolor, sobre todo porque pronto regresará con nosotros.

—Mírala...— Jimin intentó controlar el llanto pero era muy difícil ver a su madre en ese estado —Está... ¡Está muerta!

—No está muerta— puso la mano sobre el cristal —Es cuestión de tiempo que dé con la fórmula para hacerla regresar— Jaehwa apretó la boca contra el vidrio, intentando alcanzar su mano —Tu sangre me está ayudado a avanzar.

Jimin no podía creerle, no después de haber contado tantas mentiras. Para él Jaehwa no estaba viva, estaba atrapada en un cuerpo putrefacto, aislada en una prisión de cristal, esperando un milagro que nunca sucedería.

—¿Entonces?— se secó las lágrimas con la camisa —Lo de que el mundo sigue en pie tampoco era verdad, ¿no?

—No— contestó observando a su esposa —Es importante mantener la paz en el búnker. Si la gente tiene esperanza, todo funciona mejor.

Jimin bajó la mirada. Así que la idea de irse a Londres había sido una simple fantasía.

—El virus se propagó con rapidez— se alejó y tomó asiento sobre una silla —Primero actuó en Corea del Sur, luego recorrió toda Asia, Europa, África, América y Oceanía. Probablemente solo los países más aislados y las islas menos transitadas se hayan salvado, pero no tengo constancia de ello.

—Vamos a morir en el búnker— asumió abatido.

—No vamos a morir, Jimin. Voy a encontrar la cura— aseguró con total confianza —Puede que me lleve unos años pero daré con ella.

—La comida se irá acabando y la gente no será tan pacifista cuando sepa que les has engañado— se levantó del suelo.

—La gente no me importa— su mirada se tornó más fría —Los que se muestren hostiles serán eliminados.

—¡¿Piensas matar a los que no te obedezcan?!— asumió indignado.

—No todo el mundo sabe vivir en este mundo— hizo una breve pausa —Hyunki por ejemplo se volvió loco cuando vio a tu madre, incluso intentó matarla porque decía que no era ético mantenerla con vida. Por suerte lo pillé a tiempo. El muy imbécil no pudo quedarse quieto, no pudo seguir mis órdenes. La culpa le cegaba tanto que dejó de pensar con claridad.

Evanescente | ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora