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Jimin se tumbó sobre el suelo del pequeño cuarto. La habitación donde impartía clases de baile no estaba en uso. Su nuevo amigo, Son Hyunwoo, le ayudó a hacerse con el lugar y ahora el rubio se dedicaba a enseñar el arte de la danza a personas de todas las edades.

El chico se acomodó de costado, clavando la mirada sobre su propio reflejo. El espejo de la habitación cubría toda la pared del fondo. Aquel lugar solitario no disponía de mucho más, solo unas lámparas de zen alumbrando el interior de madera.

La mañana había transcurrido despacio para él. Después de la charla con Taehyung, que había sido demasiado explícita para su gusto, se había dedicado a dar clases con el mayor empeño posible. A pesar del esfuerzo por centrarse en los niños, sus pensamientos solo giraban en torno a Yoongi y Namjoon.

Jimin suspiró con fuerza. ¿Dónde estarían en ese preciso instante? ¿Habrían llegado ya a la aldea? ¿Estarían todos bien? El joven volvió a suspirar.

—¿Tan mal te ha ido con los críos?

Una voz familiar le hizo girarse hacia la puerta.

—Hola, hyung— Jimin le miró desde el suelo.

—¿Qué sucede?— Hyunwoo frunció el ceño al notarlo tan apagado.

El rubio guardó silencio durante varios segundos.

—¿Qué pasa?— insistió.

—Estoy preocupado por el grupo que ha salido hacia la aldea— se sentó con las piernas dobladas.

—¿El grupo de Youngjae?

—Mi novio y mi amigo van con ellos— a Jimin le salieron las palabras solas. Por un instante se arrepintió; no quería ocultar su relación con Yoongi y mucho menos a alguien con quien se llevaba bien, pero ¿y si su nuevo amigo era como Jaebum?

—Así que tienes novio— el mayor tomó asiento a su lado —Ya me lo presentarás cuando vuelva.

—Claro— el malestar de Jimin se disipó al sentirse aceptado —Me gustaría que lo conocieras.

Hyunwoo le pasó la mano por el cabello en un gesto amistoso.

—No tengo mucho trato con esos dos pero si Youngjae y Jaebum son parte de la guardia es por algo— le miró —Además, tu novio sabrá apañárselas. Si habéis llegado hasta aquí es porque sois buenos supervivientes.

El menor bajó la mirada. Sabía de sobra cómo eran Yoongi y Namjoon pero la incertidumbre le estaba matando.

—Aquí solo no haces nada, al contrario, te vas a quedar sin cabeza de tanto pensar— se levantó del suelo y le tendió la mano —Ven conmigo.

—¿A dónde?— Jimin se dejó ayudar.

—Conoces a la profesora Ahn Heeyeon, ¿no?— el rubio asintió —Está desarrollando una obra de teatro con los niños. Le dije que me pasaría para ver cómo le va. ¿Te vienes?

 ¿Te vienes?

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Evanescente | ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora