184. Son Lo Más Preciado

55 10 2
                                    


Llegamos al centro comercial. De ahí fuimos con el papá de Alan a ver unas cosas que el señor necesitaba comprar. Iba con mi amigo platicando de varias cosas hasta que llegamos a una tienda enorme de repostería.

Alan se que quedó parado observando lo que había ahí. Vio algo que lo sorprendió y volteó rápidamente a ver a su papá.

—¿Me lo compras ahora o cuando pasemos de regreso? —le preguntó, emocionado. 

—No lo sé —le respondió el señor, cortante—. No tengo para comprártelo ahora, así que no será hoy 

—Pero… me lo prometiste —a Alan se le borró la sonrisa del rostro esbozando rápidamente un gesto de angustia—. Ya para mañana se habrá gastado...

—¡Entiende que no me han pagado! ¿Cómo diablos quieres que te lo compre? Asi que vamos, tengo que ver a alguien en unos minutos.

Alan, al escuchar el tono hostil de su padre mejor se quedó callado y dirigió la mirada al aparador de aquella tienda. Bajó seguidamente la mirada y seguimos caminando.

Me quedé observando lo triste que se puso por aquel incidente, estaba algo confundido pues no entendía qué fue lo que pasó y del por qué de la insistencia de Alan.

—Oye, ¿estás bien? —le pregunté y me acerqué a él—. ¿Qué tienes?

—Sí, no es nada.

—¿Qué querías que te compre tu papá? 

—Nada, ya no importa.

—No Alan, sí importa… no te desanimes, ya escuchaste qué te dijo: que cuando cobre te lo va a comprar, sea lo que sea.

—Pero si cobra pasado mañana ya no va a valer la pena.

—¿Pero por qué no?

—Porqué no, mejor me hago la idea de qué ya no será. Oye Emiliano, ¿te vas a ir mañana temprano verdad?

—Sí, tengo clases el miércoles y mi hermanita tiene Ballet mañana en la tarde.

—¿No podrías quedarte aunque sea un poco más tarde? —preguntó Alan y nos detuvimos cerca de una tienda de herramientas.

—No creo, no llegaríamos a tiempo. ¿Qué hay mañana? No he entendido por qué insistes en que me quede.

—¿No recuerdas por qué te quedabas esos días cuando venías? —replicó. 

Me puse a pensar por un momento a qué se refería pero no lograba recordar.

—No recuerdo muy bien, o mejor dicho no estoy seguro —aclaré.

—Ya ví que no —Alan suspiró—. Pero pregunta a tus papás, que tal que sí te dejan quedarte. Por favor.

—Bueno, trataré. Y de verdad me encantaría quedarme más tiempo, para seguir jugando.

—¡Eso, amigo! —señaló Alan, emocionado—. Ojalá te den permiso.

El papá de Alan se quedó hablando por teléfono. Unos minutos después acabó y comenzó a pasear la mirada a su alrededor.

—Chicos, ¿por qué no van a dar una vuelta en lo que espero a alguien? —nos preguntó.

Alan me dirigió la mirada.

—Sí, está bien —le respondió y sonrió—. Creo que iré con Emiliano a la zona de juegos.

—Les voy a ver en un rato, no se alejen de ahí, no voy a estarlos buscando. 

Alan asintió con la cabeza.

—Vamos, hay algo que quiero mostrarte —me dijo, entusiasta.

Ambos nos separamos de su papá y fuimos hacia la zona de juegos de la plaza; dónde hay maquinitas, trampolines y videojuegos.

Amigos Inesperados 1 & 2 (Version Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora