110. ¡Me Enorgullecen!

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Ya teniendo todo listo, los chicos y yo empezamos a llevar algunas cosas a la fogata que mi papá ya estaba encendiendo, mi mamá y Pau se quedaron en la cocina por algunos otros bocadillos.

—Hey, ¿Todo bien? —le pregunté a Yael al verlo feliz nuevamente mientras llevábamos los recipientes con las palomitas.

—Sí Emi… discúlpame por lo de hace rato —respondió Yael, con un gesto de tristeza.

—No, no pasa nada, tranquilo. Comprendo que te haya espantado mi papá con sus chistes —añadí rascándome la cabeza con una finjida sonrisa. 

—Pero fuera de eso a mí sí me gustó, es genial que a tu papá le guste divertirse con nosotros —comentó Nath.

—Lo sé, pero no quería arruinar esa diversión —reiteró Yael—. No me gusta sentir miedo, menos a los payasos, en mi mente aparecen recuerdos o cosas extrañas que me asustan al verlos.

—Ya, olvídalo… no hay problema.

—Emi, en serio no quería arruinar este día con mis cosas —Yael insistía—. ¡Ya no quiero ser miedoso, te prometo ser más valiente!

—No, no eres miedoso —le respondió Nath—. Sabemos que le temes a los payasos por alguna razón.

—Yael, no tienes que prometerme ser valiente, si en verdad sientes miedo por algo no es nada malo, no trates de aguantarlo por no querer arruinar algo, lo sabes bien, nosotros te entendemos.

—¿Seguro? En verdad no quiero que estos días que estamos aquí se arruinen por mi culpa  —insistió nuevamente.

—Yael, si una vez más vuelves a decir que arruinaras algo ahora sí de verdad me voy a enojar contigo y mucho —le dije entrecerrando la mirada por su insistencia y Yael se detuvo quedándose atrás.

—¡No, no me digas eso… No te enojes conmigo! —rogó con una expresión de tristeza. Regresé con él hasta dónde se quedó parado.

—No te preocupes, no me enojaré sólo que no me gusta que te sientas mal por lo que pasó, no tienes que fingir nada conmigo, se los he dicho siempre, hay que ser auténticos, querernos como somos y no tratar de ser alguien distinto por querer encajar en algo, te ayudaré siempre, cuentas conmigo y no pasa nada. 

—Emi tiene razón, tranquilo. Ya pasó —reiteró Nath.

—¡Gracias amigos, son los mejores! —respondió con una gran sonrisa—. ¡Los quiero muchísimo! 

—Nosotros a tí —le respondí con una sonrisa. Nath asintió con la cabeza.

Llegamos a la fogata y dejamos las palomitas. Nath y yo regresamos a la casa por unas cosas más y Yael se quedó acomodando algunas cosas con mi papá.

—Chicos, hay algo que quería decirles desde hace rato —comentó mi mamá mientras caminábamos juntos a la puerta de la casa—. ¡Estoy muy orgullosa de ustedes dos!

—¿Por qué lo dices mamá? —le pregunté, confundido porqué ni Nath ni yo sabíamos la razón del comentario.

—Por lo de hace rato, cariño —respondió tomandonos a ambos del cuello para abrazarnos, Nath estaba extrañado al igual que yo.

—¿Pero qué hicimos?

—Por ayudar a Yael —repondió suspirando—. Él estaba muy asustado por algo que le causaba miedo y ustedes no se separaron de él.

—Ah, si. Ya sabemos cómo es él, hay veces que hasta algo pequeño le da miedo —dijo Nath, frunciendo los hombros.

—Para nada lo dejaríamos solo, es nuestro amigo.

—Si, por eso estoy orgullosa de ustedes. Es que a veces vemos que alguien tiene un ataque de pánico por cosas así, aunque para nosotros parezca algo insignificante para ellos es algo más fuerte. Siempre hay que escucharlos, demostrarles apoyo y que vean que no están solos.

—Lo sé, mamá —le dije sonriendo al ver a Yael riendo con mi papá mientras preparaban la fogata.

—Si, lo sé igual. Yo también pasé por algo horrible pero ustedes me demostraron que no estaba solo y gracias a eso lo he estado superando —añadió Nath, con un ligero suspiro.

—Así es, poco a poco irá pasando… así como Yael, a él le dan miedo los payasos por algo que le pasó de pequeño —comentó mi mamá, a Nath y mi nos sorprendió lo que dijo, pues desconocíamos sobre ello—. Su mamá me había comentado cuando platicábamos el día que fuimos a ver lo del problema pasado. Fue algo difícil para él pero poco a poco lo fue superando hasta ahora que por ratos recuerda eso cada vez que ve a un payaso. 

—Oh, no sabíamos eso… ahora entiendo muchas cosas —le dije, sorprendido.

—Con razón, pero ¿Qué le pasó? —preguntó Nath, confundido.

—Es algo muy difícil para su amigo, mejor no hablemos de eso ya que no me corresponde decirles —respondió mi mamá.

—¡Mamá no nos dejes con la duda!

—Lo siento, pero lo que sí puedo decirles es que sus papás igual están felices de que ustedes sean sus amigos porqué gracias a eso Yael se ha vuelto un chico más alegre.

—En serio estamos muy sorprendidos por eso. Además él sabe que cuenta con nosotros.

—Ay, chicos. Estoy súper feliz de qué sean buenos amigos, por lo cuál me enorgullecen más los tres —dijo mi mamá con una ligera carcajada—. Pero ya, vayamos a ayudar a Yael y a papá.

Pau salía de la cocina con un plato de bocadillos.

—Ya está listo todo, señora Moni —dijo Pau saliendo hacia la puerta de la casa donde estábamos.

—¡Yo te ayudo! —sugirió Nath y rápidamente fue a agarrar el plato que traía Pau.

—¡Gracias Nath! —le respondió Pau con una sonrisa—. Aunque puedo llevarlo, no pesa mucho.

—De nada, yo lo llevo —añadió Nath y comenzó a bajar por las escaleras junto a Pau.

—Muy bien, pues vayamos a la fogata mientras vienen los demás que ya deben de estar terminando de arreglarse—dijo mi mamá.

Regresamos a donde estaba mi papá con Yael para terminar de preparar la fogata, acercamos unos troncos que encontramos para que nos sirvieran de sillas. Unos minutos después mis tíos salieron de la casa con mis primos para venir con nosotros.

Amigos Inesperados 1 & 2 (Version Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora