Estábamos varados en plena carretera con el carro dañado.—¡No es posible! —exclamó mi papá, enojado y golpeando el volante.
—¿Que pasó? —le pregunté, confundido y bostezando.
—¡El mecánico ya había reparado el motor y de nuevo volvió a fallar! —se desabrochó el cinturón, abrió la puerta y bajó del carro para ir a revisar.
Me recosté en el asiento de nuevo. Miré a Yael y él seguía dormido. Ya se me había pasado el sueño así que saqué de mi mochila uno de mis cómics que había traído y empezé a leerlo mientras mi papá arreglaba el carro.
De repente escuché un fuerte estruendo en la parte delantera del carro que hizo sacudir todo.
—¡Rayos! —exclamó mi papá azotando la compuerta del carro. Se veía muy enojado.
—¿Que pasó, Emi? —preguntó Yael, sorprendido. Había despertado por el ruido de la compuerta al golpearse que sacudió el carro por completo—. ¿Qué fué eso?
—Se apagó el carro y no quiere encender —respondí acercándome al asiento delantero para ver qué estaba pasando.
—¿Cómo? Pero si estamos en la carretera todavía —dijo Yael, asombrado mirando por las ventanas.
—Sí, ese es el problema.
Mi papá vino hacía el carro y entró.
—Chicos, se dañó el motor nuevamente. Pero tranquilos, ya estamos algo cerca de la ciudad. Llamaré a una grúa para que vengan por nosotros —tomó su teléfono de entre las cosas.
—¿Tardará mucho en venir?
—No creo hijo, tranquilo. Quédate aquí en el carro con Yael, abran las puertas para que no haya calor.
Mi papá marcó a un número y se puso frente al carro mientras hablaba por teléfono.
Me fuí a sentar en el asiento delantero y Yael se quedó en la parte de atrás.
Para nuestra mala suerte no pasaba ningún carro, estábamos solos en la carretera.
—Emi… ¿Me prestas el cómic que estabas leyendo? —preguntó Yael, mientras abría la ventanilla.
—Sí, claro —tomé el cómic que tenía conmigo y se lo di.
—¿Quieres algo para comer mientras esperamos? —preguntó sacando dulces de su mochila.
—No, estoy bien así, gracias.
Yael sacó un jugo de bolsita de otro sabor.
Me quedé sentado mirando por la ventana. Yael se puso a beber su jugo mientras leía el cómic que le había prestado.
Los minutos pasaban, me estaba aburriendo. Mi papá seguía hablando por teléfono.
Al fin un carro con varias personas pasaba por la carretera y se detuvo en donde estábamos.
Se estacionaron detrás del carro, algunas personas bajaron y se acercaron con mi papá quién les explicaba lo que pasó. Me imagino que ayudarían a arreglarlo.
Estuvieron revisando por varios minutos. Me recosté de nuevo en el asiento. Iba a tratar de dormir un rato más.
Yael estaba muy callado, creía que se había dormido de nuevo. Miré por el espejo retrovisor y ví que estaba despierto pero inquieto y nervioso.
—¿Que tienes? —le pregunté mientras giraba hacia él.
—Creo que todo el jugo que me tomé me está haciendo efecto —respondió apretándose la entrepierna con las manos.
—¿Porqué? ¿Qué pasa?
—¡Tengo ganas de hacer pipí! —exclamó.
—Sí lo creo, ya te tomaste más de 3 cajitas de jugos desde que salimos de casa y ahora está bolsita que estás tomando.
En ese momento mi papá abrió la puerta del carro para buscar algo.
—Papá, Yael tiene ganas de ir al baño.
—¿Porqué no sales del carro? —preguntó mirando a Yael—. Puedes bajar y hacer en un lado, no te preocupes.
—Es que hay mucha gente en el carro de atrás —respondió Yael, nervioso y sudando.
—Anda, para que sigues aguantando.
—¡No Emi! No quiero que me vean esas personas —Yael miró por la ventana—. Mira, allá hay árboles ¿Me acompañas? —preguntó señalando un lugar cerca de la carretera de dónde estábamos.
—Anda, no está muy lejos —le respondí entrecerrando los ojos—. No pasa nada, ve y luego regresas rápidamente.
—No quiero ir solo —respondió Yael, con un tono triste.
—¡Acompañalo, Emi! No dejes que vaya sólo —sugirió mi papá en lo que iba de regreso a la parte delantera del carro.
—¡Vamos, por favor Emi!
—Bueno, está bien —me bajé del carro y le abrí la puerta.
Yael se bajó rápidamente, guardó en su bolsillo la bolsita de jugo que no había terminado de beber y fuimos hacia los árboles.
—No se alejen mucho, chicos. Ya casi está listo el carro. Además está oscureciendo —dijo mi papá al vernos ir hacia alla.
—Sí papá, no tardamos. Regresamos en unos minutos.
Fuímos a dónde estaban los árboles, Yael se dispuso a hacer del baño y yo estaba parado detrás de él esperando cuando algo entre los arbustos que estaban frente a nosotros se movió haciendo crujir las hojas.
—¿Que fué eso? —preguntó Yael, asustado.
—¡Shh! ¡Espera! —respondí, susurrando.
De nuevo las hojas se movieron y un ruido extraño que se asemejaba a algún animal venía de ahí.
—Hay algo en ese lugar… ¡Apúrate Yael!
—Mejor vamos con tu papá —respondió, subiéndose el cierre del pantalón. No había hecho del baño, estaba sorprendido y asustado por lo que había en los arbustos.
—¡No! ¿No qué querías hacer pipí? Así que haz rápido y vamos.
—¡No te preocupes, a aguanto!
—¡De ningúna manera! Ya estamos aquí así que haz lo que tengas que hacer. Además creo que es alguna ardilla o algo —le dije observando minuciosamente aquél lugar donde se escucharon los ruidos.
De repente el ruido se hizo más fuerte y de entre los arbustos vimos unos ojos que brillaban con la escasa luz que había. Pues ya estaba oscureciendo.
—¡Corre Yael! —exclamé del susto y salimos corriendo, pero por alguna razón fuimos hacia el lado contrario de dónde estaba el carro y terminamos entrando más entre los árboles en el bosque.
Sin darme cuenta tropecé con una piedra y caí de rodillas al suelo.
—¡Emi! ¿Estás bien? —preguntó Yael mientras venía corriendo a ayúdarme a levantarme.
—Sí, estoy bien —respondí, levantándome rápidamente.
Escúchamos un sonido qué venía detrás de nosotros. Así que caminamos apresuradamente sin mirar atrás hasta que lo perdimos, sin embargo me percaté que ya estábamos en medio del bosque y solos.
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Amigos Inesperados 1 & 2 (Version Fanfic)
Teen FictionAcompaña a Emi, un chico preadolescente en esta historia llena de emociones y aventuras junto a sus dos nuevos mejores amigos, mientras hacen lo que más les gusta; divertirse. En cada aventura aprenderán lecciones sobre la amistad, la responsabilida...