Amigos Inesperados 1 & 2 (Version Fanfic)

108. La Casa Junto Al Lago

Al llegar empezamos a bajar del carro. 

—Hijo, esta casa es de tus tios donde pasan las vacaciones en ocasiones, esta vez venimos para pasar unos días con la familia, estár lejos de la ciudad y disfrutar del campo —dijo mi mamá, emocionada mientras observaba el lugar.

—Genial, pero... ¿No que íbamos a acampar?

—Si, es que aquí ustedes pueden hacer una fogata en la parte de atrás del lago y ahí pasar el rato —agregó mi papá.

—Como en las películas Emi —comentó Yael, emocionado.

—Mejor aún, podemos ir a nadar en el lago —comentó Nath mientras iba a un lado viendo todo a su alrededor.

—Ah, por cierto habrán algunas reglas sobre cosas así que luego de poner las cosas en la casa les platicamos —agregó mi mamá, se dió la vuelta y fué a bajar unas cosas que habíamos traído en el carro.

—¡Qué emoción!, y yo pensando que no te vería hasta después —le comentó Paula a Nathan, emocionada.

—Es cierto, que bueno que veniste con nosotros —le respondió Nath, nervioso mirándola fijamente—. Será divertido pasar un rato aquí —sonrió.

—Si no nos hubieses despertado a tiempo no íbamos a verla, Nath —le dijo Yael con una ligera carcajada.

—Por alguna razón por eso estaba emocionado, creo que fue el amor que le dijo que se apure —agregué, en modo de broma con una carcajada.

—Hmm… chicos, no empiecen —comentó Nath, con una mirada de descontento y un pequeño puchero.

Llegaron mis tíos con mis primos y junto con mis papás bajamos todas las cosas que habíamos traído y entramos a la casa. Dentro habían varios cuartos, la casa era muy linda, y acogedora.

—Chicos aquí hay varios cuartos para ustedes, para sus papás y para las chicas osea su amiga y Ximena  —dijo mi tía enseñándonos la casa—. También si van a hacer su fogata en la noche pueden quedarse en la tienda de campaña a dormir.

—Primo, ¿Vamos a asar malvaviscos? —me preguntó Roger, muy emocionado.

—Claro que sí, es más creo que Yael trajo más dulces ¿Verdad?

—Asi es, traje más cosas para comer —respondió Yael guiñándo un ojo mostrándonos su mochila.

—Por fa, dime que también trajiste palomitas —le rogó Nath a Yael.

—No, eso no traje —respondió con un gesto de tristeza.

—Aqui hay, chicos —dijo mi mamá mientras llevaba varias bolsas a la cocina—. Traje dentro la despensa una bolsa para hacerlas aquí.

—Qué bien, yo sé hacer unas acarameladas que me enseñó mi mamá —comentó Paula, emocionada—. Podemos hacerlas también.

—Muy bien nena, las hacemos en la tarde —respondió mi mamá.

Acomodamos nuestras maletas en los cuartos y fuimos hacia el patio para ver qué había. Cuando abrimos la puerta de la casa vimos que había un espacio enorme con césped, a varios metros de la casa un enorme lago y un columpio atado a un enorme árbol.

—¡Wow! Es un lindo lugar —dijo Yael con asombro.

—Qué genial hay un lago muy grande —agregó Nath mientras bajaba despacio por las escaleras de la casa hacia el patio.

—Eso parece, no había venido aquí o tal vez si, sólo que no lo recuerdo.

—Asi es hijo, una vez venimos contigo pero eras muy pequeño y por eso no lo recuerdas —comentó mi mamá viniendo detrás de mí.