130. La Declaración... ¿Qué Pasó?

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Viendo la situación en la que queríamos ver cómo iba a irle a Nath se me ocurrió una idea.

—Sabes qué podemos hacer —le dije a Yael.

—Nada, sólo esperar.

—No era pregunta, pero ven —lo tomé del brazo y nos acercamos a la puerta.

Por suerte en la mitad superior tenía una malla transparente y desde ahí podríamos ver lo que pasaría con los chicos. Acerqué una silla y me subí en ella para poder ver bien ya que era una parte más alta nosotros y apenas alcanzabamos a ver.

Estaba muy emocionado por Nath ya que con el hecho de que le diga a Pau lo que siente por ella y además le de ese regalo que él ha estado haciendo sería algo genial.

—Emi, ¿Qué estás viendo? ¿Ya se lo habrá dado? —preguntaba Yael, saltando a mi lado tratando de ver por la malla de la puerta.

—No, no lo creo. Ni siquiera ha llegado con ella.

—Hmm… quiero ver —gruñó con tono de tristeza mientras seguía saltando tratando de ver.

—Bueno, sube a la silla conmigo… así podrás ver bien —le dije y él rápidamente se subió.

Ahora ambos desde ahí veíamos que Nath apenas iba hacia Pau. 

Cuándo llegó se sentó a su lado en el suelo, mientras Pau leía escondió el regalo en su espalda. 

Empezaron a platicar, podíamos verlos pero estaba muy lejos y no escuchábamos nada así que teníamos que conformarnos con solo observar.

Desde entonces solo los veíamos platicar como si nada, se reían por alguna razón pero solo eso. 

Yael y yo nos estábamos aburriendo ahí parados observándolos.

Regresamos a la cocina por un poco de helado del refrigerador para comer. Después de un rato regresamos a la puerta para seguir viendo.

De un momento a otro en su plática vimos que Pau y Nath se levantaron del suelo donde estaban sentados, intercambiaron algunas palabras. Pau le acarició el cabello, se dió lo vuelta y se dirigió hacia la casa. Pero lo que nos dejó preocupados fue que Nath solo se quedó parado viéndola venir.

Pau ya se acercaba a la puerta así que Yael y yo nos bajamos a toda prisa de la silla, sin querer tropecé con ella y la tire accidentalmente quebrándola a la mitad.

Estábamos tan apurados que dejamos la silla así y solo corrimos a sentarnos en el comedor y finjir que sólo comíamos. Pau entró a la casa y se dirigió directamente a su cuarto. 

Al escuchar que cerró la puerta nos regresamos, armamos como pudimos la silla que se rompió y la dejamos a un lado. Nos asomanos al patio para ver a Nath. Él al ver que Pau entró a la casa se sentó en el suelo abrazando sus piernas y recostó la cabeza en ellas, ahí rápidamente nos dimos cuenta que algo no andaba bien.

—Ay no, ahora no —murmuré mientras observaba.

—¿Qué crees que habrá pasado? —preguntó Yael, confundido.

—No lo sé, pero vamos a investigarlo y rápido.

Ambos salimos de la casa y fuimos corriendo hacia Nath. Al llegar vimos que él solo observaba fijamente hacia el lago, se veía extrañamente triste a comparación de hace unos instantes que estaba muy emocionado.

—¿Qué pasó Nath?

—¿Todo bien? —le preguntó Yael.

—No sé, creo que sí —respondió, con poco entusiasmo sin voltearnos a ver.

—¿Seguro? 

—Sí, seguro… muy seguro —dijo con la voz temblorosa, se levantó del suelo—. Me voy al cuarto a acostarme un rato.

Dirigí la mirada hacia Yael, y él me miró preocupado.

—Nath en serio, ¿estás bien? —insistí, sabía que no lo estaba, se veía raro y triste.

—¿Hablaste con Pau? —le preguntó Yael—. ¿Qué te dijo?

—Nada, no dijo nada —respondió pero sus ojos se llenaron de lágrimas y rápidamente se limpió con las manos. 

—Vamos Nath, dinos, ¿qué pasó? 

Le comenzaron a temblar los labios.

—¡Que nada! —exclamó, se dió rápidamente la vuelta y salió huyendo de nosotros.

—¡Nath, espera!

Yael y yo nos quedamos atónitos por su reacción y fuimos detrás de él.

Nath ya iba llegando a la puerta pero sin darse cuenta soltó el regalo que hizo y tropezó con el cayendo incado al piso.

Se levantó a toda prisas del suelo, se limpió los ojos con el antebrazo y al ver el regalo con el que tropezó lo pateó con evidente coraje y desesperación.

—¿Por qué lo tiras? ¿Qué pasó Nath? —le preguntaba en lo que Yael y yo íbamos llegando a él.

No me respondió y entró rápidamente a la casa.

—Emi, ¿qué tiene Nath? —preguntó Yael, angustiado.

—No lo sé —le respondí y fuí a buscar el regalo que aventó a varios metros de ahí. Lo tomé y lo sacudí ya que se había ensuciado con el polvo—. Hay que esperar a que se calme para que nos diga, pero según con lo que acabamos de ver no creo que sea algo bueno, no era lo que esperábamos —expliqué, estaba desconcertado por lo que hizo Nath.

Entramos a la casa y nos dirigimos al cuarto. Entramos y ahí lo vimos sentado encima de la cama. Él al vernos rápidamente se limpió la cara y se acomodó como si nada pasara.

—A ver Nathan, ahora nos dirás qué tienes.

—Ya les dije que no pasa nada.

—No volvamos a lo mismo de antes, creo que sabes bien que cuentas con nosotros.

—Sí, no quiero que estés como todas esas veces —replicó Yael, con tono de tristeza.

—No, eso ya quedó atrás y lo saben también —respondió.

—Entonces, ¿por qué estás así? —le pregunté de nuevo—. ¿Qué te dijo Pau?

—Solo les diré que yo no quería sentir esto, estaba bien antes… 

—¿Pero por qué? —insistí, preocupado con lo que decía y por su comportamiento.

—Porque sí, eso me pasa por hacer caso —explicó y se limpió una lágrima que corría por su mejillas.

—Nath, ¿qué pasa? —le preguntó Yael, angustiado—. ¿Por qué lloras?

—No estoy llorando. He aprendido que los hombres no lloran… y menos por algo así.

—Vamos Nath, no empieces con tu negatividad… 

—No es negatividad, sólo que es cierto —aclaró con tono de disgusto—. ¡Además esto es su culpa!

—¿Qué? ¿Y ahora nosotros qué hicimos? —preguntó Yael, confundido.

—Estaba bien sólo, pero ustedes estuvieron insistiendo a cada rato con Pau desde que la conocimos —respondió con la voz temblorosa.

—Ay Nath, creo saber por qué dices eso.

—No quiero seguir hablando, déjenme sólo por favor —agregó acostándose en la cama.

—No, no empieces.

—Está bien, entonces mejor olvidenlo —replicó con un leve sollozo, se levantó de la cama y salió de la casa hacia el patio. 

Salimos detrás de él.

Nath se dirigió al árbol del columpio y al llegar se sentó de nuevo.

Amigos Inesperados 1 & 2 (Version Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora