Entraron todos a la casa con las bolsas de la compra.—¿Todo bien, cariño? —me preguntó mi mamá mientras ponía toda la compra en la mesa.
—Hmm… si, ¿por qué no habría de estarlo? —inquerí, nervioso por su pregunta—. Todo está muy bien.
—Que bueno.
—Mira primo lo que nos compró mi tía —dijo Roger, emocionado enseñándome un chocolate con sorpresa—. ¿Al rato me ayudas a armarlo?
—Si, claro…
—A ver, ¿me lo prestas? —le preguntó Yael con emoción.
—Sí, también tú me puedes ayudar con eso —le respondió Roger con un sonrisa y le dió el chocolate sorpresa a Yael. Tanto él como Nath fueron a sentarse en la mesa con mi primo a ver que contenía.
—Traje comida china para comer hijo, y les traje lo que me pidieron... Hmm... ¿huele a quemado? —preguntó con extrañeza.
—¿Qué? No, no creo —repliqué con algo de nervios, ella había sentido el olor a humo que aún se sentía en el comedor.
Mi mamá se dirigió a la cocina, al verla irse hacia allá fui corriendo detrás de ella.
—¿Emi no apagaste la comida como te dije? —preguntó con un tono de disgusto, dirigí la mirada a la estufa y ví que aún estaba prendida, olvidé nuevamente que Pau la encendió.
—Sí, la apagué hace rato —me acerqué a ella.
—¿Entonces por qué está encendida la llama?
—Hmm… no sé.
Dirigí la mirada a un costado del piso y ahí seguía el pañuelo quemado. Si mi mamá lo veía sabría que algo pasó.
Ella asomó la mirada a la olla.
—¡Emi! —exclamó con sorpresa.
—¿Sí?
—Sabes que no me engañas, ¿qué pasó aquí?
—Es que… es que —titubeaba de los nervios pues si se dió cuenta de que algo había pasado con la comida—. Es que se me olvidó y se secó.
—Bueno, no está tan mal pues la comida debe estar seca —soltó una ligera carcajada—. Pero esta bien que le hayas puesto un poco más de agua así no se seca mucho.
—¿De verdad? —le pregunté con sorpresa, ya tranquilo al escuchar la forma en que tomó lo sucedido—.¿No estás molesta?
—No hijo, tranquilo.
Suspiré aliviado.
—Es que Pau le puso mas agua en que vió que se secó, pensamos que se quemó pero lo bueno es que no.
—Está bien, no te preocupes.
Regresamos al comedor y empezaron a repartir la comida. Mis papás y tíos se sentaron en la mesa.
Fuí a la cocina por los vasos.
—Hijo anda a decirle a Ximena y su amiga Pau para que vengan a comer —le ordenó amablemente mi mamá a Nath. Él solo volteó a verme, preocupado.
—Yo voy —dijo Yael al ver que Nath estaba pensando mucho en ir y fue al cuarto por las chicas.
Luego de unos segundos llegaron a la mesa y todos nos sentamos a comer.
Platicábamos, pero en todo el tiempo Nath desviaba la mirada a otro lado cuando Pau lo veía. Ella solo me miraba con extrañeza.
—¿Siempre si van a querer ir al lago más tarde? —preguntó mi papá mientras comía un poco de spaghetti.
—Si, al rato —respondí con emoción.
—Claro, será genial —dijo Yael.
Mi papá nos miro con una sonrisa. Dirigió la mirada a Nath, él estaba callado y concentrado en lo que estaba comiendo.
—¿Nath, por qué tan callado? —le preguntó, confundido.
—Nada más —respondió, miró a Pau y rápidamente bajó la mirada.
—Tú también Paula, ¿por qué tan callada? —la volteó a ver, ella de igual forma solo comía.
—Por nada señor, sólo que no se me ocurre nada de decir —explicó con una sonrisa.
—Ah, es que curiosamente tanto Nath como tú se miran de una extraña manera que pensaba que ambos tenían algo —le guiñó el ojo a Nath, él sólo me volteó a ver, apenado.
Pau aclaró la garganta.
—Ya, deja a los chicos —le sugirió mi mamá, con una ligera carcajada al ver que el momento se tornó algo tenso.
—Ay, yo sólo decía —aclaró mi papá.
Terminamos de comer, mis papás, tíos y primos se fueron al patio y me quedé con los chicos en el comedor pues mi mamá antes de irse con los demás nos sirvió un poco de helado que nos había comprado.
—¿Cuál es tu sabor de helado favorito? —le pregunté a Pau al percatarme de un inminente silencio que había en ese momento pues Nath solo comía el helado y desde la comida no había dicho ninguna palabra.
—Si, ¿cuál? A mí me gusta el de vainilla —dijo Yael—. Pero también el de chocolate.
—Igual pero me gusta más de fresa —le respondió Pau—. Por cierto, ¿haz probado el napolitano? Es combinar todos esos sabores en uno.
—Sí, me gusta más así porqué no tengo que escoger —explicó Yael con emoción.
—Hmm… a mí también me gusta el napolitano —dijo Nath murmurando sin levantar la mirada.
—Oh, ¿en serio? Es como le decía a Yael son tres en uno —respondió Pau con una sonrisa.
—Sí, esa es la mejor parte. Tambien me gusta este sabor de limón y con chamoy sabe mejor —Nath levantó la mirada hacia Pau y le sonrió.
—Qué genial, también a mí me gusta ponerle chamoy al de limón, y eso me dió una idea —explicó Pau, emocionada—. Emi, ¿tendrán un poco de chamoy aquí en la casa?
—Buena idea, creo que en la cocina debe de haber, denme un segundo, voy a revisar.
Me levanté de la mesa y fuí hacia allá, revisé la alacena y entre varias cosas encontré un frasquito con chamoy. Lo llevé al comedor con los chicos.
Cuando llegué Nath y Pau platicaban de nuevo como siempre, al parecer a ambos se les había pasado esa pena por lo sucedido y habían retomado la confianza. Yael sólo los veía platicar pero él estaba más concentrado en su helado que no decía nada, sólo estaba feliz comiendo.
Me senté con ellos nuevamente. Todos le pusimos un poco de chamoy a nuestros helados y pasamos un buen rato hablando y comiendo.
Ya cuándo terminamos nos fuimos a nuestros cuartos.
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Amigos Inesperados 1 & 2 (Version Fanfic)
Teen FictionAcompaña a Emi, un chico preadolescente en esta historia llena de emociones y aventuras junto a sus dos nuevos mejores amigos, mientras hacen lo que más les gusta; divertirse. En cada aventura aprenderán lecciones sobre la amistad, la responsabilida...