Amigos Inesperados 1 & 2 (Version Fanfic)

86. No Es El Mismo

Cuando me levanté, Nath también despertó. Está vez si escuchó la alarma como siempre, había dormido tranquilo.

—¿Qué hora es? —me preguntó sentándose en la cama y estirando brazos y pies.

—La hora de ir a la escuela —le respondí bostezando mientras iba a buscar mi ropa para meterme a bañar.

Nath se levantó y fué a arreglar su cama.

—Dejalo así, Nath. No te preocupes, le diré a mi mamá que nos ayude a sacar la cama más en la tarde para que se seque.

—Emi… no le vayas a decir a nadie lo que pasó. No quiero que lo sepan, tampoco a Yael.

—Tranquilo, Nath. No le diré a nadie.

—Soló tú y tu mamá lo saben —soltó un ligero suspiro—. Se lo dije anoche en que platicamos ya que vió la ropa mojada de la noche anterior, y me preguntó que pasó y no le mentiría.

—¿Pero desde cuándo te está pasando esto?.

Nath se quedó pensativo un instante.

—Hace unos días, no puedo envitarlo… cuando me doy cuenta ya es tarde. Primero fueron las pesadillas horribles, ahora esto —respondió con un gesto de disgusto.

—Nath debes decirle a tu mamá que te está pasando para que te ayuden en algo. O si nosotros te podemos ayudar... te lo he dicho, nos puedes decir.

—Lo sé, Emi. Pero tengo miedo a algunas cosas, ten paciencia, te diré algunas cosas pero por ahora no quiero pensar en eso.

—Está bien, no te preocupes —le dije con una sonrisa—. Por cierto, ¿Me dijiste que soy tu mejor amigo y que me quieres o lo soñé? —pregunté con una enorme sonrisa.

—Hmm… creo que lo soñaste —respondió Nath con una leve sonrisa, solté una ligera carcajada—. ¿Puedo entrar primero a bañarme? —preguntó.

—Claro, anda mientras preparo alguna cosas qué llevaré en la escuela.

—Gracias.

Nath fué bañarse y luego un rato después estábamos listos.

Nos fuimos a la escuela.

A la hora del recreo estábamos desayunando Nath y yo hasta que Yael salió de su salón y venía hacía nosotros, pero antes de llegar vió que estábamos los dos,  se dió la vuelta y fué de regreso a su salón.

Nath volteó a verme sin evitar entristecer.

—Déjalo, Nath. Es que Yael aún está algo sensible por lo que pasó, pero no está molesto.

—¿A quien quieres engañar, Emi? —preguntó Nath, disgustado—. Ambos sabemos que está molesto conmigo; no me habla, le pregunto algo no me contesta y ahora ni siquiera viene a desayunar con nosotros porque estoy aquí.

—Dale tiempo, se le pasará.

—¿Y si no? —preguntó Nath, triste—. No quiero perder a uno de mis mejores amigos.

—Eso no pasará, no te preocupes.

—¿Cómo sabes?

—Por qué lo somos y los verdaderos amigos estamos en las buenas y las malas, sólo dale tiempo. Te lo dije noche y te lo repetiré las veces que sean necesarias; puedes confiar en nosotros sin importar lo que sea te vamos apoyar.

Nath se me quedó observando, bajó la mirada y se levantó.

—¿A dónde vas? —le pregunté al verlo irse—. ¡Aún no ha terminado el recreo!