107. ¡En Camino! Una acompañante Inesperada

178 22 10
                                    


A la mañana siguiente, ya eran casi las 8 am. Me volteaba para seguir durmiendo y al abrir los ojos de repente me di cuenta que Nath estaba parado a mi lado de la cama.

—¡Nath! ¡Me asustaste! —le dije al verlo—. ¿Qué haces despierto a estás horas?

—¡Emi, Yael, despierten! —exclamó, se veía muy emocionado—. Ya casi nos vamos, salí para ir al baño y me dijo tu mamá que los despertara —se subió a la cama en medio de nosotros.

—Ay, Nath. Es muy temprano y además es sábado —me voltee para seguir durmiendo.

—Sí, pero iremos de paseo —respondió, emocionado—. ¡Vamos chicos, ya levántense! —nos sacudía y saltaba en la cama.

—Hmm… ¡Oye Nath! —dijo Yael, gruñendo—. Déjame dormir, es temprano.

—Yael tú igual, levantate ¡Vamos! —respondió Nath sacudiendolo.

—Ya Nath un rato más.

—¡Emi, si no se nos hará tarde! —agregó sacudiéndome.

Me volteé y extendi la mano con los ojos cerrados, buscando algo y solo podía sentir a Nath quién estába incado en la cama en medio de Yael y de mi.

—¿Qué haces Emi? —preguntó Nath.

—Buscando tu botón de apagado, no pedí alarma —le respondí mientras seguía buscando con la mano y con los ojos cerrados, le toqué el brazo y la barriga.

—Hmm… pues si buscas un poco más abajo encontrarás botón pero de encendido —comentó con una ligera carcajada.

—¿Qué? —pregunté, sorprendido, quité la mano rápidamente y abrí lo ojos—. ¡Oye Nath, eres un… tonto! —solté una ligera carcajada, me senté y lo empujé en modo de juego haciéndolo caer encima de Yael.

—¡Pues es cierto! —respondió, riéndo.

—¡Ahh Nath, ya ponte quieto! —exclamó Yael, disgustado, pues Nath había caído encima de él.

—Ya, ya… si nos retrasamos será su culpa ¿Eh? —comentó Nath.

—Está bien, ya vamos —empecé a estirar los brazos y pies al igual que Yael. Nath se bajó de la cama y fué a tender la suya.

Nos levantamos y cada quién fue a bañarse. Luego mi mamá nos habló para desayunar con la familia. Después comenzamos a empacar todo lo que llevaríamos.

—Chicos, me dijeron sus papás que pasemos por su demás ropa cuando vayamos —les comentó mi mamá.

—Está bien, gracias —respondió Yael.

Ya una hora después que estaba listo todo salimos camino hacia el campo, pasamos a casa de Yael y luego llegamos a la de Nath. En la puerta estaba Pau, platicando con la mamá de Nath. Bajamos del auto los chicos y yo junto a mis papás.

—Ahi vienen —escuchamos que le dijo la mamá de Nath a Pau.

—Hola Pau, ¿Ya tiene rato que veniste? —le preguntó Nath, nervioso.

—¡Hey, Nath! No, hace como un minuto, vine a buscar la tarea de Daniel para que haga en lo que regresa a clases por lo de su pierna —respondió Pau, con una sonrisa.

—Si, te la paso pero ahora estamos yendo con Emi y su familia de día de campo.

—Oh, si, me dijo tu mamá y yo que venía para que platiquemos también.

—Seria genial pero solo vine por unas cosas —agregó Nath, triste.

Mis papás hablaban un rato con la mamá de Nath, y nosotros nos pusimos a platicar con Pau también. Nos reiamos por algunas cosas. 

—Bueno, veo que se están divirtiendo aquí con su amiga Pau pero ya es hora de irnos —comentó mi mamá.

—Sí, ya ni modo —respondió Pau, triste.

—Hmm… oye Pau, te gustaría acompañarnos también, cabe uno más en el carro —le comentó mi papá con una sonrisa—. Así siguen platicando.

—¿En serio puede ir con nosotros? —le pregunté, asombrado y emocionado. Pues sería genial que Pau nos acompañara.

—Oh, me encantaría señor pero no creo que me den permiso de ir —respondió Pau, con un tono de tristeza.

—Pues le diremos ahora a tu mamá —respondió mi mamá con una sonrisa—. Además sería genial que vengas con nosotros como una muestra de lo agradecidos que estamos contigo al habernos avisado de lo de la aquella vez.

—Sí Pau, me encantaría que vinieras con nosotros —le dijo Nath, emocionado.

—Asi nos divertiremos más —agregó Yael.

—Está bien, mejor que los papás de Emi hablen con mi mamá para que me den permiso —respondió Pau.

Nos quitamos de casa de Nath y fuimos a la de Paula a pregúntarles a sus papás si puede acompañarnos. 

Mis papás hablaban con ellos y con Pau,  nosotros nos quedamos en la puerta. Después de un rato salieron con Pau y sus cosas ya listas, al parecer si le dieron permiso de que venga con nosotros.

—¡Qué bien Pau que te dieron permiso! —le dije, feliz.

—Si, tus papás querían que también venga mi hermano pero mi mamá no le dió permiso por qué aún es de cuidado su pierna herida y no puede estar saliendo.

—Me imagino, pero me alegra que vengas —le dijo Nath, emocionado.

—Si, será genial. 

Nos subimos todos al carro y salimos camino hacia allá.

—¿Estás llevando todo para estos días? —me preguntó mi mamá mirando por el retrovisor del carro mientras íbamos camino por la carretera.

—Sí, estoy llevando ropa y unas cosas más, además de la tienda de campaña que teníamos en la cochera para los días de playa —respondí, emocionado, pues esa tienda de campaña la teníamos comprado desde tiempo atrás y no había tenido la oportunidad de usarla.

—Yo estoy llevando lámparas y unas pelotas inflables para jugar —agregó Yael, feliz.

—Que genial, siempre había querido ir de día de campo pero no había tenido la oportunidad —comentó Paula con una sonrisa.

—Que bueno que tus papás accedieron a qué nos acompañaras —le dijo mi papá.

—Sí, estoy feliz porque podré platicar con los chicos, se han vuelto unos buenos amigos para mí.

—Que bueno nena, me alegra que seas amiga de Emi y de los chicos —agregó mi mamá sonriéndole.

—Sí Pau, eres una gran amiga —le sonreí de igual forma.

—Me emociona pasar tiempo con ustedes y más por estar aquí con Nath —comentó Pau mirando a Nathan pero él estaba muy callado y pensativo—. ¿Nathan estás bien? —le preguntó.

Lo miré y me percaté que no estaba del todo bien.

—Ah, yo sé que le pasa —dijo Yael al verlo.

—Si, igual yo. Esa cara ya la conozco —agregué, pues era verdad—. Tranquila Pau, Nath está bien sólo que te recomiendo que no lo hagamos hablar ahora —le dije con una ligera carcajada.

—¿Por qué?—preguntó, preocupada—. ¿Qué le pasa?

—Es que a Nath no le va muy bien viajando, ya lo había visto así cuando nos fuimos de vacaciones —le respondió Yael, mirando a Nath.

Nath sólo veía por la ventana y callado. Al darse cuenta que lo mirábamos volteó a vernos.

—Estoy bien, se pasa en un rato —dijo Nath, murmurando.

Pasó un rato y se quedó dormido, Yael y yo platicábamos con Pau hasta que al fin llegamos al lugar, estaba entre los bosques, había una casa grande de madera y detrás había un extenso lago.

Amigos Inesperados 1 & 2 (Version Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora