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A la intemperie


Por una racional razón Malfoy ya sabía lo que se le avecinaba en el colegio. No por algo aquel Auror  le deseo suerte antes de que se marchara de su repugnante despacho. Miradas de hostilidad, de aversión, de colorea. El joven se dijo que aquello ya formaba parte de su vida cotidiana, pero difícilmente llegaba a ser del todo cierto. No podía engañar a su propio subconsciente. Aunque lo intento...

Los primeros días en el colegio de Hogwarts no resultaron gratos para la mayoría de los miembros de la casa de los Slytherins .Malfoy junto con su pequeño grupo de compañeros se jacto rápidamente de ello. Si bien algunos alumnos aparentaban que no existían, otros aprovechaban la indiferencia para burlarse de ellos o maltratarlos. Malfoy en los días que llevaba en Hogwarts no lograba recordar todas las veces que se tuvo que limpiar el cabello o el uniforme de huevo crudo de tomate u otras sustancias liquidas o cuanta veces tuvo que ver a otro de su compañeros limpiándose también.

Pero Draco Malfoy se había ganado el premio gordo...

Empujones, mofadas, golpeas "accidentales" hechizos por la espalda. Cosas que le causaban un agonizante dolor físico. Y no era algo de lo que iba a ponerse a hablar con sus compañeros a la hora del Té. Todos afrontaban con sus propios problemas y si bien, la situación tenía un solución rápida Malfoy se negó a ir con la enfermera a pedirle pociones para el dolor o para contrarrestar los hechizos. ¿Qué dirían de él? ¿Qué era un cobarde?, ¿Un debilucho? ¿Un niño de papi y mami?. Ya estaba cansado de eso. Él tenía los suficientes conocimientos para arreglárselas por si solo. Como el hombre que era.

Era el segundo pedido que hacía en el boticario del Mercado Carkitt. Como hace cinco días, otra vez se hallaba en la lechuceria escribiendo a puño las pociones que deseaba. Una lista extensa y exacta de más de diez pociones para el dolor, para el cansancio, para las heridas y etc, etc. Era algo variado. Desde su asiento y sin levantar la vista del pergamino Malfoy escucho las pisadas fuertes de alguien caminando a sus espaldas, no tuvo que preguntarse de quien se trataba para saber quién había entrado, con natural sencillez lo ignoro como lo había estado llevando acabado desde que entró al colegio. Al terminar de escribir, coloco la pluma larga en el mesón y comenzó a doblar el pergamino meticulosamente, mientras que el chico hacia eso, el búho real que estaba posado en su hombro izquierdo le mordisqueo la oreja con suavidad provocándole un sobresalto.

—No hagas eso...—Le murmuro al ave en un reclamo sin dejar de doblar su pergamino. Pero el búho no dejo de hacerlo, necesitaba de la atención de su amo y la obtendría. Entonces empezó a frotar su frente contra la mejilla de Malfoy con tal fuerza para llamarle la atención.

Malfoy puso sus labios en una línea recta. ¿Por qué su búho tenía que ponerse de cariñoso cuando tenía a un lado a Harry Potter.? Y saber que le observaba como la ultima vez en la que estuvo ahí le resulto un martirio incómodo.

Termino de doblar la carta y la metió en el sobre negro de bordes plateados que había estado guardado dentro de su saco verde abeto . Aun siendo acariciado por el búho ,se acercó al tazón de lacre derretido, quien continuamente ardía por una flama azul sobre el mesón de media luna de la pared de la derecha; tomo la cuchara que estaba a un lado y virtio el líquido caliente en la unión del sobre, en donde rápidamente puso encima el sello del colegio de Hogwarts . Después de que aquel liquido rojo secara Malfoy alzo la carta para que el búho la tomara, pero este con los ojos cerrados,  se negó a tomar la cara. Malsoy suspiro.

—Eres una quisquilloso...—Murmuro el dueño del búho, torciendo el cuello para ver al ave dándole una caricia en la frente.

El animal ululo alegre a la par que extendió sus enormes alas. Al tomar la carta con su pico, salió volando de la estructura circular de piedra perdiendo una cuantas plumas, Malfoy se agacho y junto las plumas del ave, contándolas y admirándose de la belleza de esas plumas salió de la torre sin prestarle atención a quien le acompaño en aquella torre.

Camino al castillo y observo a lo lejos la cancha de Quidditch, casi como nueva, como si la guerra no hubiera pasado en aquel terreno. Malfoy jamás le divulgaría al mundo entero, — ni a nadie que no supiera ya—. Que él había comenzado a tener pesadillas cuando la guerra finalizo; la mayoría de ellas no podía recordarlas. Solo una vez llego a tener una pesadilla, que fue tan fuerte que sus padres tuvieron que aplicarle un Desmaius, para que evitara lastimarse. En su casi vivido sueño se mostraban a todos los alumnos de Hogwarts muertos, y a los profesores siendo torturados por sus compañeros Mortifagos y aquel que se llamaba el elegido tirado en el suelo inerte, con un tono de piel pálido intenso, con sus ojos verde brillante sin vida, culpa del maleficio Avada Kedavra que en su sueño él le había lanzado para evitar que se lanzara a su amo de la oscuridad. Aunque eso no era todo, las pesadillas llegaba a ser peor, cuando aquella marca impregnada en su muñeca, le recordaba las malas acciones y decisiones que había tomado. Al momento de acertar que le pusieran la marca, y que lo obligaran a torturar a otros magos, supo que las pesadillas seria un recordatorio de la persona que fue...que pudo ser...

Movió su cabeza de un lado a otro muy rápido, la imágenes que se le habían querido presentar en la cabeza desaparecieron antes de que eso pasara. Siguió caminando por afuera del colegio sin un rumbo, no estaba mal tomar un poco de aire fresco justo cuando había recordado malos eventos de su vida. A la mitad de su recorrido y antes de llegar a la cancha de quidditch fue descaradamente rodeado por una banda de alumnos, que Malfoy no conocía del todo, y a algunos ni los había visto en toda su vida, trato de seguir caminando pero...

—Vamos, muéstranosla— Escupió uno de los chicos, deteniendo a Malfoy que los vio de arriba abajo. Cada uno de ellos llevaba el uniforme de Hufflepuff encima.

Viéndolos fijamente paso su mano izquierda discretamente atrás de su espalda, dispuesto a escapar sin acatarles la orden, pero sintió sin ningún aviso un peso extra empujándolo por la espalda haciéndole caer de pecho. Soltó un jadeo al captar el dolor en sus pulmones al ser apretujados en el piso pastoso por el peso extra en su espalda. No podía respirar. En tanto ese chico aplastaba sin pena con su rodilla la espalda del brujo en el suelo, uno de sus brutos compañeros le tomo la mano izquierda a Malfoy y tiro de ella para atrás más de lo debido, provocándole un horrible chillido de dolor. El muchacho que parecía querer arrancarle el brazo como si fuera de goma, le importo poco los sonidos de dolor de su víctima así como los demás a su alrededor. Antes de que la marca impregnada en la muñeca de Malfoy que escondía con recelo fuera revelada, se escucharon pisadas fuertes y pesadas que hicieron que el terreno de tierra brincara.

Por un momento de deliro Malfoy creyó que aquel movimiento que hacia temblar  su cuerpo en el suelo, era el sentimiento de la muerte próxima...

—¡Es Hagrid! ¡Vámonos!— Mascullo uno de los agresores con matiz acobardada en su voz gangosa. El chico flacucho que tenía agarrado del brazo a Malfoy —Y el cual parecía tener un odio descomunal por el— se levantó del suelo a regañadientes. Pero antes de irse corriendo atrás de sus compañeros, miro desde arriba el cuerpo tumbado en el suelo. Con las peores intenciones en mente, su pie derecho se los enterró en las costillas a Malfoy después de a ver tomado impulso para darle un inmenso dolor... Malfoy inmediatamente al recibir la pata soltó un grito desgarrado de dolor y se abrazó soltando el aire de sus pulmones acompañado de gotas de sangre que bañaron el suelo verde.

Lo último que vio antes de que su vista se nublara por el dolor y las lágrimas, fueron unas enormes botas de cuero acercándose a él con rapidez, sintió un fuerte alivio, pero al mismo tiempo miedo. Nada le aseguraba que Hagrid lo ayudara. Entendería bien si aquel guardabosques, tomara la decisión de dejarlo tirado en la nada...

Cuando cerró los ojos y ya no sintió dolor en su cuerpo, no supo si fue o no.

¿ 𝙶 𝙰 𝚈 ? | ᴴᵃʳᶜᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora