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Los verdaderos sentimientos de Harry


Los Slytherin's solían sacarle provecho a un sin fin de cosas, una de ellas, era su querida sala común; la cual se ubicaba debajo del lago negro, eso era perfecto para cortar ambulantemente toda intromisión del mundo exterior, eso y combinado con un día sábado, era la tercera maravilla para los estudiantes de verde y plata. Draco Malfoy sabia de eso pues pertenecía a la casa, por lo que, por obvias razones, conocía aquella tradición donde se quedaban a dormir hasta tarde, o solo se despertaban porque sus barrigas pedían de comer, pero en este caso el rubio había despertado temprano porque había atrasado un proyecto, si, algo que para nada era común tratándose del chico. Entonces ahora debía ir a la biblioteca y estudiar como si no hubiera un maldito mañana. 

Estaba usando solo un simple pantalón negro de vestir y una camisa blanca, además de su maletín de cuero y la bufanda verde con rayas platas adornando su cuello. Adoraba los días en donde podía olvidarse de ese horrible uniforme, ahora bajaba a la sala común de un peculiar humor neutro, dos de sus compañeros de casa estaban ahí, Pansy Parkinson y Blaise Zabini.

—Buenas tardes—Saludo la chica, en tono angelical, sentada, en uno de los sofás de la sala; a su lado izquierdo estaba Zabini que comía tranquilamente unos pastelillos de Caldero.

—Buenas...—Respondió el rubio sin dirigirles la mirada. Simplemente salió de la sala común, dejando atrás a sus compañeros. Aun no les había dicho nada sobre su ruptura con Astoria, pero, quien sabe, no creí que fuera tan importarte comunicárselos cuando solo había pasado un día de eso, además, justo en ese momento solo quería ir al gran comedor a disgustar una buena comida. 

Draco caminaba impaciente por los fríos pasillos de las mazmorras, su nariz estaba roja por el frio y de vez en cuando se le arrugaba por la congestión; estaba un poco ido y las personas que pasaban por ahí podían darse cuenta de eso con facilidad pues es el no solía tener la cabeza baja, pero era inevitable cuando se pensaba en alguien. Mientras subía las escaleras miro sus zapatos negros de vestir subiendo los peldaños, y no logro eludir dirigir su mirada al bolsillo derecho de aquella prenda; lo miraba porque le recordaba que ahí guardaba algo importante, significativo y que solo esperaba que le trajera alguna sonrisa con algún mensaje o algo... 

Al llegar a la primera planta, el rubio concienzudo se quedó viendo la puerta abierta de las clases de historia de la magia; alguien debió haber reportado el aula abierta, pero como aquello por ahora no era de su interés siguió caminando, sin embargo, se detuvo de sopetón. 

Unos diez segundos dieron y el reacciono escéptico, vio detrás de él como tonto y luego volvió a ver al frente, nadie mas estaba con el mas que esas cosa. ¿Acaso era una broma? ¿Qué diablos era eso? Y porque le sonaba a que alguna vez le vio. De repente, aquel animal traslucido de brillo blanquecino, saco humo por la nariz y Draco dio un paso atrás asustado, ¿Acaso esa cosa me va a matar? Se pregunto el muchacho solo y cuando creyó que ya era muy tarde para saber a dónde huir, aquel ciervo de cornamenta enorme le hizo un movimiento de cabeza, demostrándole algo, honor tal vez, pero antes de que el brujo hiciera algo al respecto, alguien le tomo por detrás de imprevisto, sujetándolo fuertemente de la caderas y alzándole los pies del piso,  y a pesar de que hecho un grito agudo del susto, no hubo ni tiempo de seguir gritando por ayuda cuando le metieron al salón de Historia de la magia a la fuerza, en donde la puerta fue cerrada por si sola con fuerza; en ese momento, poco pensó y solo vio por su supervivencia que era lo único que debía importarle. Encajo, su codo a quien tenía atrás y ese, soltó un quejido lastimero, además de que soltó a Draco quien reconoció el alarido de dolor.

¿ 𝙶 𝙰 𝚈 ? | ᴴᵃʳᶜᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora