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Todo o Nada


Theodore Nott , era el típico chico de segundo plano de una maravillosa historia y de millones de otras. Pero era misterioso, peculiar, características que te hacían vacilar para finalmente terminar con un cosa en mente cuando lo veías : ¿Qué pensara?.

¿Que pensara? O mejor dicho; ¿Que pasara por su cabeza al ser una persona tan reservada y cayada? Pero no lo malinterpreten, Nott era nulamente sumiso, en realidad, él llegaba a tener una actitud tosca si quería. Por ejemplo, si se le tentaba, podía llegar a erradicar holeadas de sentimientos en las personas ,gracias a su conservadora inteligencia de manipulación. Algo que no podrías creer a simple vista. Un chico de piel clara y rostro de que no rompía ni un cristal, ese era Theodore Nott.

Este chico tenía un simple, fácil y manejable itinerario a la hora de despertar acompañado del crepúsculo. Y no, no era como si él quisiera despertarse a tal hora del día, lo que sucedía era que él tenía algo así como una maldición. Mientras que todos seguían plácidamente dormidos, él ya se encontraba levantado, justo como ahora. Tenía los ojos medio abiertos y la mirada extraviada en un punto indefinido del techo de la cama, y como cada mañana desde que tenía doce años, le revoloteaba un pensamiento o más bien; una pregunta que se había estado haciendo desde los doce: ¿Por qué? Y su cabeza ,se lo repetía, una y otra y otras vez, hasta terminar de despertarlo.

A nada de dar las seis, él ya se encontraba aseado , uniformado, y con el morral en el hombro. Daba pasos silenciosos con dirección a la puerta y en tanto hacia eso, veía en veces detrás de él, asegurándose de que su compañero de cuarto Blaise Zabini no despertara. Cuando bajo por las escaleras de caoba, llego a la sala vacía, y paso de largo entre la habitación y salió por el hueco rectangular de la pared, la cual era la salida. El brujo sube los peldaños ,uno, por ,uno con eficacia, para terminar llegando a la primera planta del colegio abatido, sin embargo mientras caminaba por los desiertos corredores del colegio, le llegaba la misma pregunta ¿Por qué?...

Cuando las manecillas del reloj marcaban las seis con veinte, él ya se encontraba postrado en uno de los sillones de las ventanas de la biblioteca, leyendo un buen libro de ficción, el cual le aniquilaba esa pregunta y cual quiere otro pensamiento. Esa era la parte favorita de Nott en su itinerario, en tanto los demás comían , él aprovechaba la soledad y el silen...

—¡No me empujes!

El reclamo cerca de unas estanterías, espoleo a Nott a dejar su lectura con regañadientes. El chico alzo la mirada con desagrado hacia los libreros y los ve con impaciencia, esperando no estarse imaginando cosas.

—¡No te estoy empujando!— Se quejo otra voz en un susurro y Theo, de inmediato sufrio de un espasmo, al reconocer la segunda voz.

—¡Shh! ¡No me puedo concentrar!

Cuando resonó aquella otra voz en los oídos de Nott, sus pupilas se agrandaron hasta el punto de dejarle solo una pizca de color, y su cuerpo, antes quieto, se movió mecánicamente en un fofo intento de huida, pero lo único que termino haciendo fue darle un empujon a la mesa con su cadera , por ende, las patas de la mesa rechinaron ante la fricción con el suelo.

—¡Hay alguien aquí!...— Bisbiseó alarmado una de las voces detrás del librero. Nott se encogió de hombros y se quedó inmóvil; pensando que si no hacia ningún otro ruido ,aquellas personas pasarían de él. Pero no, en un momento a otro, tres par de cabezas se asomaron por el rabillo del librero.

—¿Nott?—Dijo la cabecita de en medio con sorpresa. Nott le conocía, era nadie menos que Harry Potter y su amigo Ronald weasley que era la cabeza de arriba ,le miraba con una de sus pelirrojas cejas elevadas, como juzgándole.

¿ 𝙶 𝙰 𝚈 ? | ᴴᵃʳᶜᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora