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En las tres primeras semanas sin Harry comenzaron algunos problemas... 

Curiosos.

Al inicio, Draco se mantuvo sereno. No era la primera vez que se quedaba solo en la mansión, y tal vez no sería la última, pero, incluso para alguien como él, capaz de soportar la soledad y la tristeza se vio asi mismo en problemas. La falta de presencia de su esposo se notaba radicalmente por la escasez de ruido y las cosas explotando en su oficina. Extrañaba como nunca los momentos que compartían juntos cuando se cansaba del trabajo y solo quería sentirse como un niño pequeños en los brazos de Draco, por lo que la sensación de vacío, de falta, le comieron vivos por unos días, hasta que una mañana fría, aquello quedo en segundo plano, cuando despertó lleno de sudor y con unas inmensas ganas de vomitar.

La situación consterno tanto a Draco que se quedo sin palabras, tirando en el baño de su recamara, con los ojos cristalinos y el antebrazo recargado a la porcelana del retrete, como si de grandes amigos se trataran. Llevaba pintado en su fastas-morico rostro zozobrado la confusión. Sin saber que decir, o pensar respecto a aquella sensación rara en su vientre que lo despertó a las dos de la mañana, bajo una mano y con solo la palma se acaricio con la intensión de calmar su incomprensión. 

Tras recuperar el sueño y recordar que minutos antes estaba dormido, Draco se limpió el rostro con un poco de agua fría, cepillo su boca con un sabor terrible y volvió a la cama sin problema alguno, Olvidando por un momento su soledad...

Que tal vez no era tan mala si lo comparabas con los constantes dolores estómago y vómitos mañaneros por lo que tuvo que pasar una y otra vez después de la primera vez. 

Le agotaban radicalmente. No hacía gran cosa en la casa, ni en su, si podría llamarlo trabajo, trabajo, al menos asi lo veía él. ¡Pero quedaba agotado! Solo debía dedicarse a manejar que todo estuviera bien con las boticarias, tiendas, y negocios de trasladores a nombre de los Malfoys para que estos no fueran mal manejados y aun asi, al trabajar en la comodidad de su casa, no quería levantarse de su cama.

Con el nuevo tiempo que le dedico a sus sabanas descubrió que colocarse en posición fetal le ayudaba bastante a los dolores musculares, solo que después, a la quinta semana, apareció el apetito constante.

Draco solo conocía tres importantes comidas; Desayuno, comida y cena, y uno que otro tentempié delicioso si la situación lo ameritaba. No era alguien que comiera mucho, a veces si Harry se encontraba ocupado se saltaba una que otra comida, que no le afectaba nada y los cambiaba por ricos postres que hurtaba de la cocina de su hogar, los cuales su esposo llegaba a hacer para "Disfrutar" lentamente. Por él devoraría todo lo que Harry le preparara. Lo curioso era el cambio repentino por el que paso.

Draco se agito molesto en el sofá de su sala principal. No había pasado ni dos horas que termino de comer cuando el gorgoreó de su estómago le hizo tocarse el abdomen, con el entrecejo fruncido, y adolorido en aquella área cálida que lo hizo tensarse por lo fuerte que rugía este. Tenía hambre, demasiada, y si tenía hambre comía. 

Ese mismo día Draco sorprendido a los elfos domésticos de la casa al ir a la cocina mas veces de lo normal, y asi, sucedió los demás días. Las siguientes semanas, Draco baja a desayunar, comer y cenar y sin dejar rastro alguno en el plato, y después, estaban los tentempiés, él, amaba comerlos después de una agradable comida.

Y claro, hubo repercusiones gracias a eso.

A la sexta semana, luego de un agradable baño caliente Draco salio con una toalla atada a la cintura y otra removiendola en su cabello brillante como el oro. El humo salía de la puerta del baño y el sol caliente se filtraba por las puertas abiertas del balcón de su cuarto. Era un agradable lunes, el mes de marzo ya iba por su segunda semana, lo que significa un mes menos.

¿ 𝙶 𝙰 𝚈 ? | ᴴᵃʳᶜᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora