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CUATRO AÑOS DESPUES


A la mitad de febrero el mundo se volvió colorido, y olores florales entumecían a todos. Había colores hermosos por todos los locales del callejón Diagon que tuvieran en sus alféizales algún inicio de plantas. El Sr.Potter se encontraba sentado en un banquillo liso en ese momento de febrero, con las piernas y brazos cruzados. 

En la mesilla de cristal donde reposaba un caliente té de menta se postra una brillante mariposa amarilla. Su mirada gris miraba por afuera del escaparate de la tienda de Madam malkin, siendo paciente a que lo llamaran. Los magos y brujas que pasaban por afuera lo miraban y le daban un asentimiento de cabeza que él amablemente imitaba acompañado de una ladina sonrisa. 

Draco L. Potter estaba seguro de que todas esas amables sonrisas se debían por la notician en el encabezado de el Profeta que había salido esta esplendida mañana. En ella, justo en su primera plana se relataban los hechos heroicos de su esposo Harry j. Potter, y el arresto de seis traficantes de criaturas mágica. Draco sabía muy bien que varios magos del ministerio querían asociarse amistosamente con Harry atreves de él, pero tenían que saber, a partir de ahora, que no lo conseguirían de ninguna manera. Él era alguien a quien no podían persuadir fácilmente para entablar amistad con los Potter-Malfoy, y des los cuales tampoco querían ser enemigos. 

Se paso una mano por el cabello regresando aquel mechón rubio detrás de su ojera y soltó un suspiro. Draco lo había dejado crecer por lo largo de los años, no tanto, pero le cubría casi toda la nuca. Ahora era tan largo al frente que los cabellos tocaban sus rubias pestañas. De repente, recordó aquel miércoles de la semana pasada cuando su esposo le comento lo bien que le quedaba el cabello largo mientras estaban en la cama. Obviamente lo tenía presenten en la cabeza. 

Mas tarde se dio cuenta que sonreí bobamente al escuchar:

—¡Señor Potter!

Draco bebió el ultimo trago de su té, y se levantó no sin antes acomodarse la capa sobre los hombros y sacudirse la suciedad inexistente de su chaleco gris de vestir. Camino por un pasillo de telas muy coloridas y curiosas. Llego al final del desfile de royos alargados, miro un gran mostrador de madera que revelaba, gracias al cristal, algunos sombreros en punta. Se paro frente de este donde una mujer, de piel blanca, cabello ondula y castaño leía el pergamino sobre su mano ignorando a Draco con la mirada.

—Traje de tres piezas, arreglado y con encantamientos de doble remendado para evitar des costuras y daños por fuego. Señor Potter aquí tie...ne— La mujer por fin alzo la mirada, y se quedó embobada con ver el fino rostro de Draco, como si fuera la primera vez que lo veía, lo que era casi imposible, ya que todos en el mundo mágico lo conocían, aunque, por su acento americano el hombre pudo saber que ella era inculta ante su presencia.

—Si, gracias. ¿Cuánto he de pagar? — Pregunto Draco tomando el paquete embolsado sobre sus manos y sonriendo con amabilidad.

La mujer pareció a ver perdido la cabeza por unos cortos segundos antes de comenzar a tartamudear la respuesta.

—Ah, p-por supuesto. Serán c-cuatro galones, señor Potter...—Dijo ella sonriendo demasiado para el gusto del otro. La mujer entonces carraspeo, se incoó frente del mostrador y agrando la mueca— Además de ser usted un hombre muy atractivo, veo que tiene un oficio muy peligroso— Menciono mientras Draco sacaba los galeones de la bolsa interna de su capa sin mucho interés en sus palabras.

—Si es tan observadora, debería ver que estoy casado— Respondió Draco arrimándole a la vendedora los cuatro galeones con la mano izquierda.

La mujer bajo la mirada estupefacta. Efectivamente, el hombre estaba casado. En aquella mano delgada y refinada un anillo de matrimonio perforaba su retina de lo brilloso y hermoso que era. La argolla; era un aro ancho de oro blanco, clásico y refinado, con un estilo llamativo y moderno, engarzado en un marco de bisel abierto en el cual se enganchaba muy bien una esmeralda con corte redondo. Se veía sumamente caro, importante. Aquel hombre debía ser alguien muy relevante para comprar en un lugar no tan prestigioso ¿Qué hacía aquí?

¿ 𝙶 𝙰 𝚈 ? | ᴴᵃʳᶜᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora