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Inadvertidamente inadvertidos


Una semana y cuatro días se efectuaron en el castillo de Hogwarts como si de una noche a una mañana común se hubiese trato. Las hojas de los árboles se encontraban entre un anaranjado y un amarillo muy hermoso y el clima recalcaba con todo su resplandor el otoño que se estaba viviendo en el colegio. Colegio en donde Draco Malfoy, desde la ventanas de la torre de astronomía, veía como algunas ráfagas de aire, arrancaban las hojas de los árboles del bosque al pasar a través sus ramas. Algo que realmente se veía hermoso a perspectiva del chico.

Con un pequeña y casi imperceptible sonrisa marcada en sus rosados labios, Malfoy volvió la vista a su pergamino sobre la mesa, en el cual tenía trazado un perfecto esquema hecho por él, de la constelación de Leo. Solo faltaban unos pequeños retoques que tenía pensado hacerle para que este fuera perfecto, algo innecesario, pero que a él le gustaba hacer. Sin embargo cuando se dispuso a acercar el grafito de su lápiz a la hoja, el sonido de un frasco de cristal le interrumpió de hacerlo y justo después vio como una mancha espesamente negra se extendía por todo su pergamino, arruinando su dibujo.

—¡Oh, lo siento tanto, Draco! — Grito alguien en tono dramático. La gente en la sala, tras escuchar tremendo grito, dirigieron los ojos al sonido; sobre todo la bruja mas adulta que se encontraba en el aula.

—¿Todo bien haya atrás? señor Goldstein, señor Malfoy — Pregunto dulcemente Aurora Sinistra desde su escritorio y con su mirada marrón clavada con preocupación en Malfoy y en Goldstein, este último tratando de limpiar la banca de forma frenética.

El mencionado al último por la mujer, no se movido ni un poco, ni se inmuto por la tinta que escurría de la banca —aunque esta estuviera manchándole la camisa—, el solo se dedicaba a ver con melancolía, como aquella espesa mancha consumía de forma lenta su trabajo.

—Oh no, maestra. Accidentalmente derrame la tinta— Confeso Anthony Goldstein con un exagerado tono de preocupación y arrepentimiento.

—Madame Sinistra —Llamo Malfoy desde su lugar después de que se levantara de sopetón de su asiento— ¿Puedo ir al baño a limpiarme?— Pregunto mostrando que la tinta se había adueñado de la tela de su camisa escolar.

—...Claro señor Malfoy.

—¿Yo también puedo ir maestra?— Pidió el brujo de cabello castaño poniendo a la vista su camisa llena de tinta, la cual hace unos milisegundos, se había embarrado. Malfoy apretó lo puños. Ya sabía a qué quería llegar; después de todo, hace una semana el chico no le había podido tocar un solo cabello...

Pues hoy era el momento.

—Claro vayan los dos. Pero no tarden— Acepto la profesoras, previa a regresar la vista a la pizarra, esta repleta de anotaciones sobre estrellas.

—Vamos...—Susurro Anthony, con una falsa sonrisa mientras empujaba a Malfoy por la espalda para que bajara por la escaleras de los asientos. El brujo de ojos claros, bajo los cuatro peldaños de la pequeña escalera con el otro chico pisándole los talones.

Al llegar a la puerta del salón Anthony sujeto a Malfoy del hombro como forma de "abrazo" amistoso. Saliendo ambos por el marco de la puerta y cerrando la misma detrás de ellos, comenzaron a caminar juntos. Malfoy que llevaba la cabeza agacha , se imaginaba lo que se le avecinaba en los baños junto a Anthony lo que no era exactamente una plática de "amigos". Sin embargo, tanto como sus pensamientos y sus pasos se tuvieron, no se habían alejado mucho del salo, cuando alguien les detuvo.

¿ 𝙶 𝙰 𝚈 ? | ᴴᵃʳᶜᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora