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Tres o Dos unicornios


El chico sudando y con respiración pesada, se cercioro de que las magas de su camisa aun estuviera arremangadas a la altura de sus codos. Se apretó los velcros de los guantes, (porque la seguridad ante todo), tomo la base del hacha con ambas manos, y después de haberla despegado del terroso suelo la alzo a la altura de su cabeza y...

¡¡ZAAS!!.

El pedúnculo marrón de aquella calabaza fue cortada de forma limpia ocasionando la separación completa de su raíz de nacimiento. Harry Potter la pateo lejos de las demás calabazas que seguían conservando su rabillo. Esta por la pateada rodo y choco con la rueda de madera, de una carretilla que ya tenía encima tres calabazas de buen tamaño y de un naranja exquisito. El chico suspiro cansando, haberlas cargado hasta la caretilla le había resultado exhausto. ¿Qué porque no las movió con magia? Porque esa era una de las reglas de Hagrid No uses magia en mis calabazas Harry recordó el chico con una sonrisa vaga mientras se limpiaba el sudor de su frente con su antebrazo derecho. Entonces, cuando ya tenía la manos en el hacha y estaba a punto de dedicarse a cortar sus demás calabazas, escucho desde atrás , el sonido de pasto siendo pisado en repetidas veces, haciendo que Harry por mera curiosidad volteara la cabeza para ver por encima de su hombro.

Varios chicos y chicas entre sus trece años de edad y portando enormes túnicas negras, con caritas risueñas, rodeaban el huerto y con ello también a Harry; el chico que sentía la mirada de todos esos pequeños, perforando hasta lo más adentro de su alma, no pudo hacer más que dirigir su vista al único chico de su edad. A la cabeza del grupo estaba "mamá" Malfoy con un ceño fruncido, cargando en una mano un maletín de cuero y en la otra un peculiar libro de pasta café, que parecía estar respirando.

—¿Ya? Oh ¿seguirás jugando en la tierra Potter?— Pregunto Draco Malfoy viendo desde una distancia prudente del huerto, como Harry juntaba sus cejas y se quitaba lo guates con demasiada hostilidad.

—Ya, maldición...—Contesto Harry saliendo del pequeño huerto de calabazas y comenzando a caminar por entre los limites de los arboles del bosque prohibido, siendo seguido por Malfoy y una manada de pequeños estudiantes de la casa Hufflepuff y la casa Slytherins.

Cinco minutos después, de solo silencio y miradas ocasionales entre ambos adultos. Harry junto a Malfoy y muchos alumnos, se hallaron ante un prado donde no había nada, más que algunos árboles y yerba un tanto alta.

—Espero que tengas una maldita lección preparada—Dijo Malfoy en tono bajo, y deteniéndose a un lado de Harry que se había colocado alado de una roca —Aquí está el libro.

—No puedo creer que realmente aun lo tengas— Observo Harry con cara de incredulidad. Tomo el libro de las manos del brujo rubio, admirando que este venía amarrado con una cuerda y no paraba de gruñir.

—Bueno...— Empezó a decir el chico, justo después de haber recargado la espalda en la piedra, con los brazos cruzados— Es que yo no soy un estúpido descuidado.

Y al terminar tan cierta frese, Harry dejo caer el libro al suelo y se acercó a Malfoy con una grave intención de comenzar una apasiona discusión verbal ,sin embargo aquel brujo de ojos grises, puso sus delgadas manos en los hombros de su compañero y lo detuvo de que se le acercara de más.

—¿Estás loco?— Exclamo Malfoy con voz baja -Si ellos nos ven peleando, se lo dirán a la directora McGonagall — Mención, señalando con la cabeza a el grupo de niños que estaban corriendo fuera de las mandíbulas del ejemplar El monstruoso libro de los monstruos que había dejado Harry caer al piso.

¿ 𝙶 𝙰 𝚈 ? | ᴴᵃʳᶜᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora