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Padres


A muchos kilómetros de distancia en el sureste de Inglaterra, el mismo sol ferviente que estaba afuera se filtraba por las ventanas de un lúgubre despacho, compuesto todo por madera de caoba refinada, y bien barnizada; de antiguos muebles hermosos, y retratos de viejos mas viejos que el mismo viejo marco que los encuadraba. 

Una enorme chimenea, reliquia de una familia numerosa de generación a generación, se alzaba negra y amenazadora. No se oía ningún ruido excepto del crepitar del fuego, y no se veía otra señal de vida que la de los pavos reales blancos afuera de la casa. Lucius miraba afuera de la ventana con una taza de té en una mano, y el plato que la acompañada en otra, cuando de la nada la puerta del despacho fue golpeada y luego abierta. 

Le dio un sorbo a su taza con el líquido sabor a menta con limón y se volvió a la puerta dejando la porcelana en su escritorio en el momento exacto en que un sobre cayo alado de la humeante taza.

—¡Una carta! — Exclamo su esposa entre la ira y el disgusto—Lucius, lo estoy perdiendo— Profiero la mujer una mano en la cadera y otra en el corazón formando un puño, era esa la señal perfecta para que el hombre comenzara a rebatir con su cabeza.

—Estas exagerando mujer— Formulo en voz baja Lucius tomando aquella carta con la irreconocible letra de su hijo Draco.

—¿Qué has dicho? —Pregunto ella rápidamente con una mirada asevera en sus finos rasgos. Lucius esquivo la mirada fingiendo como que inspeccionaba la carta, pero que había que ver, solo era eso, una carta.

—Quiero decir...—Comenzó a decir Lucius tratando de no decir algo mucho peor—Que tal vez Draco esta tan ocupado que no ha podido escribirnos tanto como lo hacía antes, está creciendo, Cissy. Es un hombre ocupado ahora— Tomo el filoso abre cartas y desgarro la parte de arriba.

—Draco nunca fue asi—Repuso Narcisa tocándose los labios con dos de sus dedos, se veía nerviosa y pensativa, más de lo normal.

Lucius le dedico una última mirada antes de dedicarse a leer la carta, no tardo nada, enserio.

Estoy bien, Durmstrang sigue siendo frio. Me siguen llegando chocolates caros como les recomendaste que lo hicieran a mis "acosadores". He comenzado a odiar el chocolate. Recuérdale a Madre que la amo.

Draco.

Lucius soltó una exhalación de angustia y molestia, ¿Cómo se atrevía? ¿Era este acaso su modo de berrinche para que pudiera dejarle salir con aquel asqueroso mestizo que arruino a su familia? ¡Claro que no lo permitiría, sobre su cadáver!

—Hay otra carta...—Declaro Narcisa mirando de forma seria a su esposo interrumpiendo los sin fin de insultos que le dirija a la nada.

Lucius con solo verla se puso igual de serio y recapacito, parecía un tema de mucha importancia.

—¿...De?

—Harry Potter...—Dijo—Yo ya la leí— Se apresuro a decir Narcisa al ver que su esposo fruncía las rubias cejas y abría la boca con burdas ganas de discutir—Y quiero que tú lo hagas y...!No me interrumpas, Lucius!—Grito la mujer azotando la palma sobre la mesa al verlo apunto de hablar otra vez—Tomate el tiempo de hacerlo, y después, bajas conmigo para hablar— La mujer con la espalda mas recta que la del tronco mas fuerte de la pradera, saco la carta de los sinfines de su túnica y la deposito lentamente sobre el escrito y miro a su esposo de forma profunda y dura. Tras unos segundos de solo silencio, la mujer con una fineza se volvió a la puerta y salio del despacho dejando a Lucius y a esa condena carta que parecía que iba a morder al hombre en cualquier momento, este se alejó un par de centímetros.

¿ 𝙶 𝙰 𝚈 ? | ᴴᵃʳᶜᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora