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Una vida sin el


Las cortinas escarlatas se descorrieron de sopetón y en consecuencia Ron pego un fuerte brinco sobre la cama, casi despierto y en alerta miro ofuscado a su alrededor; observo a varios de sus compañeros parados a su alrededor con sonrisas grandes y alegres y finalmente una torta de chocolate se abrió paso enfrente de él, llenando de luminosidad su rostro cuando apareció una chispa encima de la torta escribiendo: ¡Feliz cumpleaños Ron!

El pellirrojo sonrió formidablemente.

—¡Venga, Ron! Pide un deseo—Grito el chico con el acento irlandés, Seamus Finnigan.

El susodicho se giró a la derecha, sonriente, iba a decir algo, eso pareció que haría, sin embargo, se volvió a la torta con una expresión de realidad azotándole el sonrojado rostro. Forzó una sonrisa leve y soplo las vela del pastel.

Sus compañeros de Gryffindor reventaron en un ruidoso disturbio de risas y aclamados alegres, acompañado de aplausos y joviales palabras hacia el cumpleañero quien miraba de soslayo aquella cama vacía de su derecha. Ron sacudió la cabeza desganado, después, se unió a la celebración de sus amigos...


—¡Abre este, Ron! Es mío, es mío— Dijo con orgullo Dean. Fuera lo que fuera, hacia que el chico negro inflara el pecho triunfante. El regalo, era grande, de color rojo brillante. En un instante, Ron, con rapidez se deshizo del moño dorado que decoraba la caja. Adentro había un par de zapatillas de color blanco que el antes había visto en un escaparate de ropa en el callejón Diagon. Sonrió muy feliz mientras le daba las gracias al chico.

Para desgracia de Ron que se hallaba en su momento de cúspide oyó un par de susurros detrás de su espalda...

—...El rumor, claro, dicen que Harry y Malfoy...

—Es aquereso...Es un mortifago...

Ron olvido por completo su rictus, remplazándolo por la seriedad. Lo que le faltaba, escuchar toda esa estupidez en su cumpleaños. Es mi día pensaba el chico arrugando el ceño. Lo único que hizo fue ignorarlo, no era cosa que le importara, no logro el cometido, su concentración rapidamente se disparo en una voz.

—¡Eso no les importa!...Con su permiso— A su izquierda de la larga mesa de los Gryffindors, se hizo presente una voz chillona entre muchas otras, llamado la atención de algunos, pero sobre todo la de Ron.

Hermione Granger se había levantado de la mesa echando humo de sus oídos. Se estaba alejando de un grupo de colegiales que reían a carcajadas despreocupados. Ron y ella cruzaron miradas cuando Hermione se dirigía a la salida del gran comedor, pero el contacto no duro mucho por parte de la bruja, ella hizo una mueca de enojo combinada con tristeza y se fue trotando con varios libros en sus manos con riesgo a caerse.

Ron frunció el entrecejo. No la necesitaba para tener un grandioso cumpleaños, no necesitaba de nadie...


—¡Ambos eran mortífagos. No me sorprende, en realidad, jamas me agrado!

—Venga ya, tío, Potter no era mortífago, obviamente Malfoy lo drogo, por eso se fue ¡Y qué bueno!

—¡Todo es una estupidez, no son pareja!

La cara se le fue pintando de rojo gracias a la presión que ejercía en sus encías. Ron a donde fuera que iba oía los chismes del colegio, eran la prioridad de hoy, al parecer. Todos y cada uno de ellos relacionados con Harry y Malfoy. ¿No podían ya dejar aquello atrás? ¡Había pasado una semana!

—¿Enserio? No crees eso de que estan enamorados Oh, ¿sí?

—Pff, ¡Claro que no!

Ron escucho varias risas agrias, que bobada.

—Ellos no pueden enamorarse.

—Seria enfermizo.

—Inapropiado.

—Asqueroso.

Un error.

—¡Ustedes no pueden opinar!

Ron dejo de apretar el vaso de su cerveza de mantequilla al oír nuevamente la voz de Hermione. No se giró para ver lo que pasaba, pero pudo detectar movimiento detrás de el por el sonido.

¡Ellos son libres de amar a quienes quieran!

Hubo pasos pesados alejándose y luego el sonido de la campanita del local tintineando. Un mar de risas acompaño su marcha. Ron hizo caso omiso a la nueva conversación que se generaba detrás de él, sobre algunos problemas en Azkaban o algo así, para Ron, algo irrelevante. Siguió con la mirada a Hermione por la ventana de las tres escobas, se veía demasiado furiosa mientras se alejaba del restaurante.

Tras unos minutos de mirar a la nada, su estómago se revolvió dolorosamente al enfatizar las palabras de la bruja.

"Libres de amar"

Se sentía mal con la frase atorada en su garganta, el peso cayo en su espalda como un costal de abono. El, como todos, tenían la libertad de amar. 

¿Por qué Harry no podía amar a Malfoy?

¿Por qué no podían amarse?

¿Por qué había actuado tan estúpido con Harry?


Ron volvía agotado de su fiesta en Hogsmeade, traía en la mano un manojo de cartas de su familia felicitándolo por su cumpleaños, además de una bolsa de Weasley & Weasley llena de artículos. Ron no se engañaba, en realidad no eran para él, eran para vender, pero su hermano George le dio algunos dulces de cortesía, eso era suficiente. 

Paso por la sala común, aun había algunos estudiantes cerca para tan tarde en la noche. Algunos estaban acoplados en la fogata de la sala, riendo y comiendo chuches, tuvo que apartar la mirada para alejar recuerdos deprimentes. Fue piso arriba a las alcobas de hombres, la torre más alta. Cuando llego tiro su túnica escolar al piso y las zapatillas se la saco de un jalón. Había sido un día lindo, pero agotador, su cumpleaños no logro ser excusa suficiente para pausar las clases, por desgracia.  

Tuvo intenciones de lanzarse a su cama y dormir varias horas, hasta que el nuevo amanecer se hiciera presente, sin en cambio se detuvo, atento a una pequeña cajita sobre su cama de color dorado. De manera lenta se acerco. (No era la primera vez que algo asi le pasaba, y que recuerda, le fue mal) Tomo asiento en el borde de su cama y agarro la pequeña cajita, había una etiqueta tamaño nomo que solo decía: Para Ron. Haciendo una mueca de confusión, el chico apretó entre sus dedos el borde del listón y lo deslizo hacia abajo desasiendo el moño. Quito la tapa y miro adentro.

Su contenido era un pequeño pastelillo en forma de caldero parecido al que alguna vez le dio su amigo Harry Potter aquella vez cuando se conocieron...

—Oh...

Ron había comenzado a sollozar en el silencio de la noche. Silencioso y lleno de odio asi si mismo por alejar a las personas que mas amaba justo cuando mas las necesitaba...

¿ 𝙶 𝙰 𝚈 ? | ᴴᵃʳᶜᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora