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Enemigo


Había pasado solo una hora desde que Draco había partido de Hogwarts con la mayoría del ED y Theo dejándola sola con Goyle y Luna Lovegood para vigilar que tanto profesores como Aurores no se dieran cuenta de que la supuesta persona que debían vigilar en realidad ya no estaba.

Pansy había terminado de dar el rol por las escaleras, los pasillos cerca de la torre Gryffindor, los baños y lo salones. Seguidamente, salido de su visita de la enfermería con aires de grandeza al haber cuidado bastante bien de la señora y el señor Malfoy en su estado aletargado después de haber recibido un desmaio por parte de su propio hijo.

Draco se había vuelto un demente absoluto. Para empezar se había despertado de forma sorpréndete de la poción de sueño, ¿como? no lo averiguaba aun, y luego,  apareció por la entrada de la sala completamente empapado de pies a cabeza, con una mirada penetrante de arrebato emocional, y sin pensarlo lanzo sin pena alguna hechizos para desmayar a sus dos padres. Goyle fue quien mas se la llevo a perder al estar mas cerca, Draco lo habia empujado contra el vidrio de la sala exigiendo respuestas, en ese momento, tanto como Pansy y Theo desearon no ser el pobre de Goyle. 

Con solo el recuerdo de aquel Draco fuera de lo común se crispo, jamas le había visto tan... furioso.

—¡Maldita sea!—Se escucho al girar por una esquina estrecha. Pansy miro a los lados; por el pasillo de la derecha, ahora, de la izquierda. No había nadie, obviamente, caía la noche y con ella el sueño de los demás. Solo prefectos y profesores rondarían por el lugar, y Filch, pero a sabiendas de que este estaba dormido y atado en el armario de escobas sabía que esa voz molesta no se trataba del celador, y sobre todo de un hombre pues se oía, femenina—¡Ya déjame!

Se giro a la izquierda mecánicamente al oír nuevamente el tono de voz lleno de pánico y de asegurarse de que provenía de aquel lado. A paso dubitativo y la varita alzada comenzó a acercarse. La luna seguía hasta la cima del todo filtrando su hermosa luz por los enormes ventanales del primer piso, los cuadros en las paredes roncaban felizmente, y cuando menos se los espero un sollozo desde adentro del único cuarto abierto del corredor llego a los oídos de la chica enfatizando el lamento ahogado.

Era el salón de estudios Muggles, un cuarto que Pansy jamas había pisado en toda su vida estudiantil, por lo que al acercarse a la puerta y ver adentro quedo conmocionada de ver incontables objetos curiosos con pizca de extraños en las repisas de la sala, sin embargo, al no fijarse por donde caminaba, se chocó con la pata de una silla, el rechinar de madera con manera fue completamente estoico. Por el movimiento inoportuno la persona adentro se levantó del suelo de un salto y la varita alzada.

Ambas chicas se quedaron viendo sin palabras en la boca, ambas apuntándose, ambas sin saber que hacer. Ginevra Weasley seguía derramando lágrimas y Pansy Parkinson seguía escrutándola sin parpadear, hasta que sus ojos, sin vacilaciones y fríos, se fijaron en el brillo singular de la plata que abrazaba el dedo anular de Ginny, de la mano izquierda con la que sostenía la varita de tejón.

Pansy agrando los ojos a la velocidad de su respirar, y luego, en un raro jadeo tranquilizo la mirada. Dejo de apuntar a Ginny lentamente. La otra chica no se movió de su pose defensiva pase a ver a Pansy dejando su varita en un pupitre lejano y subiendo lentamente las manos a los costados de su cabeza fríamente iluminada de una tenue luz azul blanquecino por el traga luz del techo. Su rostro lechoso y su cabello negro brillante se quedaron al pie del brillo, por lo que Ginny atisbo que la chica tenía una cara completamente inerte pegada en su hermoso (pero burlón) rostro. Muchas veces había visto esa cara con risas tontas que le quitaban aquellas pocas oportunidades de verla asi de, vaya, linda.

¿ 𝙶 𝙰 𝚈 ? | ᴴᵃʳᶜᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora