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El secreto de Zabini


El chico aceptaba con amabilidad el sol en su cálida tez negra, sus ojos cerrados, alegre con la naturaleza, con el olor fresco de los arboles de ligustros  y los rosales a su lado. Suspiro agradecido, y cuando la cosa no pudo ponerse mejor, lo hace. Unos brazos delgados, tibios y finos se cuelan en su cuello por detrás y lo abrazan.

—Blaise, mis padres quieren hablar contigo sobre nuestra boda.

La voz reluciente y arrastrantemente fina le inunda la cabeza provocándole una sonrisa de satisfacción.

—¿Tus padres, o tú, Draco? — Pregunta el chico abriendo los ojos por fin, encontrándose con unos adultos ojos grises y un cabello rubio que brilla ante el sol como el oro puro.

—Especialmente yo—Contesta el hombre con una sonrisa de lado—Es una boda de sangre pura, debe estar bien preparada— Dice gesticulando con las manos ante la importancia del evento.

—Por supuesto que si cariño—Ríe Blaise colocando una mano en la fina nuca de Draco que se queda vacilante cuando comienza a ser atraído hacia abajo. No pone resistencia alguna. Blaise esta apunto de juntar sus labios con aquel hombre, cierra los ojos, está a nada...

¡Despierta!

Blaise abre los ojos y lo primero que ve es a un chico de ojos azules, castaño y mas que enojado por el croar ruidoso de un despertador a su lado derecho. Era Theodore Nott, su compañero de cuarto que le veía desde arriba con la cara contorsionada de ira.

—¡Te juro que si me vuelve a despertar tu reloj te lo arrojo en la cara! —Exclama dándose la vuelta con molestia, lo ultimo que Blaise oye es el azote de la puerta. En realidad, Nott estaba de buen humor, en otro caso pasado, el aparato hubiera terminado en su rostro.

Soltó un suspiro cansado. Otro día, otro dolor al corazón...


Cuando Blaise, junto a su grupo de "amigos" bajan al desayuno comienza a oír el horrible escándalo. El comedor siempre fue considerado como el más ruidoso, y eso a el le fastidiaba. Blaise chasquea la lengua con desagrado ante el dolor repentino de sus oídos y se encamina a su lugar, aunque no puede pasar de desapercibido aquella pareja llamativa en el gran comedor, al menos no al notar aquel excepcional cabello rubio capaz de atraer la luz para si mismo.

Se ve hermoso, piensa al ver al chico reír, junto a...

—Ese imbécil...—Barbotea Blaise, entrecerrando los ojos al ver como Harry Potter lamia sin descaro los finos labios de Draco Malfoy al tener en ellos rastros de mermelada de manzana, para luego comenzar un beso que ocultaron al ponerse ambos los sombreros de su túnica. No puede con la imagen que le come los ojos por lo que se gira dolorosamente y sigue su camino.

El dolor se originó un día en parís, Francia. El y Draco tenían en ese entonces, quince años, eran unos chiquillos que estaban a las afueras de Paris disfrutando la noche luminosa como cualquiera, sin embargo, fue en ese momento en que empezó el primer dolor al no poder despegar la mirada del perfil de su amigo hablador. Su estómago se contrajo borrándole la sonrisa, lo que detuvo sus pasos casi al instante al igual que sus parpadeos, mientras no podia apartar la mirada del joven frente de el que seguía caminando sin notar que el se quedaba atrás...

Habían crecido casi juntos, se conocían de pequeños, cuando sus padres hicieron un trato entre ellos para las distribuciones de artículos oscuros de Italia a Londres, y parís. Lo había visto levemente, un chico pequeño, rubio que usaba shorts cortos y tirantes de cuero. Estaba al otro lado de la sala, acompañado de una mujer hermosa y rubia como el, que se encontraba sentada a su lado compartiendo el banco del piano en el que ambos trataban de tocar. El niño no era muy bueno aun, pero sabia tocar mas de lo que Blaise seria capaz de hacer algún día. Ese mismo momento, Draco y el se miraron por primera vez.

¿ 𝙶 𝙰 𝚈 ? | ᴴᵃʳᶜᵒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora